domingo, 1 de mayo de 2016

CUANDO, EN LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA, NO TENER PROBLEMA NO ES UN GRAN PROBLEMA


Por: Luis Rafael García Jiménez.

         Cuando hablamos de  crisis de paradigmas  no nos referimos solamente a lo teórico, sino también a la manera de abordar la investigación. Método significa  camino y debemos buscar nuestro propio camino. Ya los criterios Modernos, basados en la “razón”, han entrado en crisis. Se abren nuevos caminos para los investigadores sin limitaciones metodológicas, dándole paso a las nuevas maneras de pensar. 
Es difícil concebir una investigación sin plantearse un problema específico porque, hasta ahora, se había partido de la premisa: “sin problema no hay investigación”. Pero existen trabajos de investigación en donde  no hay un problema concreto, sino infinidad de situaciones que podrían considerarse problemáticas  alternativas, pero ningún problema o situación problemática quedó con una solución sino con múltiples proposiciones.
En toda investigación está presente la carga ideológica, la posición en la escala social e institucional del autor. Prost (2001), confirma que la historia depende de la posición social e institucional de quien la escribe. La gran mayoría de las investigaciones, para n decir todas,  han sido escrita, institucionalmente, es decir, para ser leída por cuatro personas: el tutor y los tres jurados, y uno que otro par. Al final se impone los criterios de los evaluadores. En tal sentido, se plantean objetivos eminentemente académicos, tratando de asegurar su vitalidad más allá del acecho Moderno a la cual debería ser sometida por los especialistas; tal y como lo expresan Serna y Pons (2000): “si las tesis fueran irrefutables, nos hallaríamos ante un saber credencial que no admite el avance cognitivo” (p. 28).
 El avance cognitivo que se espera no debe estar enmarcado en la manera moderna de pensar, sino en la manera de concebir el pensamiento tardomoderno o hipermoderno, tal como bien lo expresa Lipovetsky (2004) no es la superación de la modernidad sino su ampliación radical en sus ejes fundamentales, ya que no solamente estamos ante una crisis de los fundamentos del conocimiento histórico científico, sino ante una crisis (u oportunidad) de los fundamentos del pensamiento cotidiano en lo histórico.
Mijail Bajtin (1990) expresaba que la seriedad del discurso académico se basa en la “represión” de la ambivalencia. Sólo el funcionario del pensamiento, en su obsesión formalista, cree todavía en un discurso sin ambivalencia sobre lo humano (Alzuru, 1999, p. 14). Se puede agregar a ese discurso, el estilo frío e impersonal que coloca una barrera infranqueable entre el investigador, su objeto y el lector en una pretendida objetividad, donde el paso previo, que es el proyecto de investigación, se convierte en una camisa de fuerza que va cerrando los caminos hacia una plena libertad investigativa y creativa.
Para Wallace (1980), los métodos científicos son aquellos que intentan eliminar deliberadamente el punto de vista individual del sujeto que conoce, que están concebidos como reglas que permiten establecer una distinción adecuadamente nítida entre el productor de un enunciado y el procedimiento mediante el cual es producido. En la investigación no se tratará de reprimir nada, ya que la provocación e innovación en los métodos, técnicas y en las teorías son una cualidad inherente a la nueva manera de ver  al “conocimiento histórico” en la presente tesitura del eclipse paradigmático.

       Se busca un discreto distanciamiento a las fórmulas apodícticas-transitivas-neutras del lenguaje académico rígido. Los puntos, las rayas y los hitos de demarcación en el mapa académico se han corrido, alterando significativamente los principios modernos de la categoría del “saber académico”. En la actividad académica, se ha vuelto imperioso desnudar las contradicciones, las aporías, las parcialidades y las insuficiencias (Martínez M., 2004) del paradigma que ha dominado, desde el Renacimiento, el conocimiento científico. Federico Villalba (2001) expresa que asistimos a la aparición de nuevos mapas, topologías sorprendentes o vórtices amenazantes. Del cosmos llega la radiación de fondo que invita a estudiar el pasado y el futuro (si es que se puede separar del azaroso presente) en términos transrelativistas, es decir, no solamente como una fusión inconsútil sino como espacios de creación transfinitos. Cuando una investigación se convierte en una camisa de fuerza. Amarrada por la objetividad,  pierde toda su creatividad.
Referencias.
Alzuru, Pedro (1999). Elogio del hombre ordinario. Mérida: Universidad de los Andes / Consejo de Estudios de Postgrado (CEP) / Facultad de Humanidades y Educación / Instituto de Investigaciones Literarias “Gonzalo Picón Febres” / Maestría en Literatura Iberoamericana.
Bajtin, Mijail. (1990). La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento: el contexto de François Rabelais. Madrid. Editorial Alianza. 
Lipovetsky, Gilles (2004). Debemos renunciar a las lecturas apocalípticas y preocuparnos de la fragilización del individuo.(http:/www.lanacion clp-lanacion/site/artic/2004/pags/
Martínez, Miguel. (2004). Necesidad de un nuevo paradigma epistémico. Universidad Simón Bolívar. File:///A:Necesidad%20de%20un%20 nuevo%20paradigma%20ep... 
Prost, Antoine. (2001). Doce lecciones de historia. Madrid. Frónesis-Cátedra-Universitat de Valencia
Serna Justo y Anaclet Pons. (2000). Como se escribe la microhistoria. Madrid. Frónesis-Cátedra- Universitat de Vàlencia. 
Villalba, Federico (2001). Hacia una epistemología transdisciplinaria. Un marco teórico. Caracas. Mimeografiado
Wallace, W. (1980). La lógica de la ciencia en la sociología. Madrid. Editorial Alianza.

1 comentario:

  1. Uno de los grandes problemas que caracteriza la formación de los investigadores de las ciencias sociales y humanas es que un gran número de ellos están amarrados a los postulados impuestos por la "Sociedad Moderna", tal es el caso de la razón, de la llamada objetividad, etc. Se limitan tan sólo a seguir recetas expuestas en famosos manuales de investigación que los limita a comprender el sentido objetivo-subjetivo de los procesos. Todo ello formaría parte de las trampas metodológicas establecidas por la historiografía tradicional. No se quiere aceptar, que hoy día los tiempos históricos se cruzan al igual que las flechas, para conjugar los momentos multifactoriales de los procesos sociohistóricos.

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