jueves, 1 de septiembre de 2016

EL LUGAR Y EL NO- LUGAR



Por: Luis Rafael García Jiménez

En el transcurso de nuestras vida siempre estaremos en un lugar, pero que entendemos como lugar antropológico,  el lugar es un espacio fuertemente simbolizado, es decir, que es un  espacio en el cual podemos leer en parte o en su totalidad  la identidad  (recordemos que la identidad se constituye en el nivel individual a través de las experiencias  y las relaciones con el otro) de los que  lo ocupan, las relaciones que  mantienen y la historia que comparten; entendiendo la historia como una memoria colectiva de  una suma de individualidades.
Pero también, el lugar, es un “territorio retórico”, es decir, un espacio en donde cada uno se reconoce con el idioma del otro, y hasta en los silencios: en donde nos entendemos con medias palabras. Es un universo de reconocimientos, donde cada uno conoce su sitio y el de  los otros, un conjunto de puntos de referencias espaciales, sociales e históricas: todos los  que se reconocen en ellos tienen algo en  común, comparten algo, independientemente de la desigualdad de sus respectivas  situaciones.
He querido detenerme en el “lugar” o en la palabra lugar, porque existen los no-lugar, como bien lo expresa Marc Augé (autor de Los no-lugares, espacios del anonimato): si el lugar es un espacio en donde se pueden leer la identidad, la relación y la historia, entonces los no-lugares son los espacios donde esta lectura no es posible.
Los no-lugares  serían, según Marc Augé; los espacios de circulación (las autopistas, las gasolineras, los aeropuertos, los terminales de pasajeros). Los espacios de consumo los super e hipermercados, las cadenas hoteleras, las franquicias). Los espacios de la comunicación (la tv por cable, Internet).
Los no-lugares son lo espacios del anonimato y del individualismo. El peligro que yo vislumbro, en una escuela del futuro o en la universidad del futuro dominado por Internet y por las aulas virtuales, defendidas a ultranza por tecnólogos neocoloniales, despersonalizados y atrapados por la red del espejismo (la mayoría de los tecnólogos informáticos actúan como los sacerdotes  egipcios que eran los únicos dueños del conocimiento). Nuestras escuelas y nuestras universidades  se convertirán en no-lugares, pasar de lo real a lo virtual, es decir,  el efecto  de la fascinación absoluta, de devoción recíproca de la imagen a la mirada y de la mirada a la imagen. Internet debe ser una herramienta pedagógica auxiliar del educador no el sustituto del acto pedagógico, el aula virtual, el no-lugar- no puede sustituir la mirada del otro, la mirada y los silencios compartidos, el dolor y la alegría que se transpira, la comprensión ante la angustia, las lecturas  de las identidades, en fin al hombre de carne y hueso.

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