Por: Luís Rafael García Jiménez
Resumen
Arturo Michelena fue el primer pintor venezolano en adquirir reconocimiento internacional en las artes plásticas, ganándose un sólido aprecio de sus paisanos locales y nacionales, por el hecho de haberse constituido en el pintor de temas y personajes históricos que se han convertido en íconos emblemáticos de la memoria colectiva. Valencia le ha rendido homenaje a su pintor con: escuelas, urbanizaciones, calles, aeropuerto, que llevan su nombre.Palabras clave: pintura, obras de arte, museos.

I.
Entre los 16 y 17 años pasaba horas
contemplando a Miranda en La Carraca, la imaginación volaba pensando el
sufrimiento del prócer, al pasar el tiempo me enteré que el modelo escogido por
Michelena fue Eduardo Blanco, el Ministro que cerró, entre otras, a la
Universidad de Carabobo, desde ese entonces el cuadro dejó de ser emblemático.
Pasaron los años y asistí al salón Simón Bolívar, en su inauguración, en donde
colocarían el cuadro recién restaurado del retrato ecuestre de Bolívar, conocido
como Bolívar a caballo o Bolívar en Carabobo. Durante toda la ceremonia me dediqué
a observar al caballo, ese magnífico caballo y comprendí la pasión por los
equinos que profesaba el pintor valenciano.
II.
Arturo Michelena será el primer
venezolano en adquirir reconocimiento internacional en las artes plásticas. Su
pintura más conocida es sobre temas y personajes históricos que se han convertido
en íconos emblemáticos de la memoria colectiva del pueblo venezolano. Sin
embargo, aunque es la parte menos divulgada y celebrada de su obra, Arturo
Michelena abordó temas tan variados como los paisajes bíblicos, las corridas de
toros, el retrato familiar, el desnudo, la mitología, los equinos (su gran pasión),
en su cuidadoso y delicado paisajismo. Y sobre todo, fue un cautivador de la
figura humana. Su muerte prematura (35 años –tiempo biológico-) conspirará para
catalogar a Michelena como un maestro completo o de un genio maduro; Ya que
dejará comenzando ese maravilloso viaje mágico de su creación; pero lo que
cuenta en su obra creadora es lo que nos dejó, en su carrera contra el tiempo
de la vida y el tiempo inevitable de la muerte, y no lo que ha podido hacer. En
su extensa obra se pueden constatar rasgos realistas, románticos, parnasianos e
incluso algunos críticos ven rasgos impresionistas, pero, en honor a la verdad,
a Michelena no le interesó lo que la escuela impresionista aportaba; él era un
hombre de su momento, de su pasado presente.
Su obra puede ser considerada como el
producto de su eclecticismo y apego a las reglas de la Academia Francesa de la época,
no como pecado sino como virtud. De acuerdo con Boulton (1971), en manos de
Michelena la pintura llegó a tener características que no siempre se alcanzan
con los escuálidos medios de las artes plásticas. En algunas de sus obras se
perciben a veces como ciertas tonalidades sonoras que es más frecuente hallar
en otras expresiones de arte, cuando son evocadas por la pintura son porque ésta
ha representado sus propias limitaciones e invade campos más amplios,
despertando sensaciones de la más alta emotividad (pp. 74). Tu estado de ánimo,
mi estado de ánimo sienten el sonido, la vibración, el movimiento y los sabores
de los colores.
III.
En la ciudad de Valencia (Enrique
Bernardo Núñez la llamaría: tierra de pintores), con un poco menos de catorce
mil habitantes (diez años después de su nacimiento en 1873 de acuerdo al primer
censo, la ciudad arrojaba un total de 16.340 habitantes), denominada la “ciudad
nuevera”, porque sus moradores se recogían a las nueve de la noche (Galíndez,
1991:105); la tranquilidad de la pequeña ciudad tocaba el umbral de la
tristeza, sus calles de tierra, mal mantenidas; en una cotidianidad pueblerina
de un país pobre, de guerras civiles y llena de incertidumbre: Cuando un 16 de
junio de 1863 nace Francisco Arturo Michelena Castillo. Fue el segundo hijo de
Juan Antonio Michelena, militar y pintor, quien sería en el año de 1854
Director de la recién fundada Escuela de Dibujo y Pintura (Grooscors, 1968:74);
y de Socorro Castillo, hija de Pedro Castillo, retratista y autor de los
murales de la Casa del General José Antonio Páez en el centro de Valencia, años
atrás Boves tomaría preso, a don Pedro y lo obligaría a pintar cincuenta tambores.
En el Capitolio de Valencia se encuentran los retratos del Mariscal Antonio
José de Sucre y de José Tadeo Monagas, pintados por el padre de Michelena. Ese
año de 1863 marcaría el final de la guerra larga o Guerra Federal, el día
siguiente al nacimiento de Michelena, se reúne la Asamblea Constituyente en La
Victoria; resigna Páez el mando y lo recibe Juan Crisóstomo Falcón, iniciándose
la Federación de los liberales. El ejecutivo carabobeño o gobierno regional
para el año de 1863 fue muy inestable: lo inició el Dr. Gonzalo Cárdenas, luego
el General Jesús María Lugo. Después dos gobiernos provisorios; el primero
compuesto por Dr. Gregorio Paz, Nicolás Silva (hijo) y Dr. José A Zárraga; el
segundo por los doctores Gregorio Paz, José A. Zárraga y el General José R.
Tello (Apuntes Estadísticos de Carabobo 1875).
IV.
Arturo Michelena, recibirá su primera
formación en su casa natal ubicada en la antigua calle Puerto Cabello, hoy Díaz
Moreno, cruce con calle el Sol, hoy calle Páez; era una modesta vivienda, ya
demolida (por el afán de acabar con el pasado arquitectónico y convertir el
centro de Valencia en un laberinto de locales comerciales) y en el comercio
actual solamente queda una inadvertida placa (colocada en 1948) que señala a los
distraídos transeúntes, que en ese sitio nació Arturo Michelena.
Según Juan Calzadilla (1997, tomo III:
pp. 155-156) Michelena estudiaría en un colegio que, en Valencia, regentaba
Alejo Zuloaga. Pero es necesario recordar que el insigne educador Alejo Zuloaga,
fundó y dirigió el Colegio “Cagigal” a partir del primero de septiembre de 1874
(Frassato, 1988,23), cuando Michelena contaba con once años. La mayoría de los
escritores y estudiosos valencianos del pintor, coinciden en señalar que
Michelena estudió en el Colegio “Ramírez”, fundado en 1868 por Lisandro Ramírez (Guerra, 1988 – Grooscors, 1968), cuando
el pintor contaba con cinco años.
La escritora Luisa Galíndez (1991:291)
señala que un condiscípulo de Michelena decía que en la escuela pintaba todo lo
que veía; pizarrones, mesas, tinteros y hasta dibujaba siluetas. Más tarde, de
acuerdo con Luís Augusto Nuñez (1967), recibirá lecciones de una dama francesa,
Constanza de Sauvage, discípula del pintor francés Eugenio Deveria; ella le
enseña a distribuir mejor los colores, a aprovechar mejor la luz y le imprime
algunos conocimientos técnicos que ella había adquirido. En 1874, Michelena
dibuja su Autorretrato (grafito y carboncillo sobre papel) a los once años de
edad. Será presentado al escritor Francisco de Sales Pérez, caraqueño
(1836-1926); escritor, periodista, empresario y político. Sus
artículos, firmados en su mayoría con el seudónimo “Justo”, son recopilados en
las obras Costumbres Venezolanas (1876) y Ratos Perdidos (1878), ilustrada esta
última por Michelena. Realizará 10 imágenes con lápices, creyones y acuarela, y
recibe como obsequio una caja de creyones de colores, acompañadas por unas
palabras estimulantes: “Arturo quiero asociarme a tu gloria futura regalándote
los primeros pinceles” (Planchart: 1952:36). Pérez con intereses económicos y políticos
en Caracas y Valencia (accionista de empresas textiles y fábrica de aceites,
desempeñará la cartera de Fomento en 1867 y la Presidencia Provisional de
Carabobo en 1904), le tomará gran cariño al niño y, convertido en su protector,
le presenta en el círculo de amigos de Guzmán Blanco con la intención de
gestionarle una pensión de estudios. Así Michelena
realizará su primer viaje a Caracas en compañía de su padre.
En 1875 se refaccionará el Cuartel Anzoátegui,
en Valencia, y Michelena dibuja un transparente sobre el portón principal,
simulando el Escudo de Armas y continuará en este arte de dibujar en material
semitransparente que permite ver la obra a través de la luz.
En 1878 pinta una colección de tipos
populares que fue utilizada por Melchor Monteverde como propaganda de su
fábrica de cigarrillos.
En 1879 produce sus primeros retratos: a
falta de mejores modelos, imita en ellos el modo de pintar de su abuelo.
Entre los años de 1879 y 1882 pueden
considerarse como un período de aprendizaje durante el cual Michelena, asociado
a su padre, instala una Academia de Arte o Galería Artística, en su casa natal,
para satisfacer encargos de retratos, muchos de estos los conservan familias valencianas.
En 1881, entre otras obras, realiza Niña
con Mariquita entre otros retratos de niños y varias obras de estilo arclásico,
esa obra de pequeño formato, fue regalada al Ateneo de Valencia en 1955 por la
señora Trina Mieres de Pinto (El Carabobeño, 23-03 1955); en ese mismo año,
decora los muros de la residencia valenciana de Juan Miguel Iturriza, en la
calle Libertad, era una costumbre de la época que las gentes pudientes
decoraran sus casas de habitación.
Durante ese año pinta el cuadro del padre
benedictino Tomás Lorenzo; este cuadro se encontraba en la iglesia San
Francisco de la congregación de los franciscanos en Valencia y fue llevado para
la iglesia de la Chiquinquirá, en Caracas.
En 1882 se anuncian las festividades con
que ha de conmemorarse el año siguiente el centenario del nacimiento de Simón Bolívar
(1783-1830); el proyecto oficial de celebrar una exposición general de todos
los productos venezolanos: ya en Caracas, en la esquina de la Bolsa, en lo que
había sido hasta entonces parte de la huerta del convento de los Franciscanos,
realizaron los trabajos para levantar el palacio de Exposiciones. (Planchart:
1952).
Al año siguiente Michelena participará
en la “Gran Exposición de Venezuela”, donde expone Alegoría a la República y
Entrega de la Bandera al Batallón sin nombre (…bandera Victoriosa de Numancia,
esta última ganadora de Medalla de Honor. El 28 de octubre de 1883, en la casa
de doña Luisa Uslar de Lugo se organizará una obra titulada “Las Amazonas de
Tornes” bajo la dirección de José Rius. Para esta función Arturo Michelena, hizo
surgir de sus mágicos pinceles los decorados y el telón deboca, participando él
mismo con su voz (Feo C, 1989:120). En conversación personal con Oswaldo me
refirió que esta nota proviene de una conversación con su tío Esteban Caballero.
En 1885, Michelena con 22 años de edad,
pinta Judith y Holoformes (192 x 138 centímetros). De acuerdo con Galíndez (1991),
se pensaba que si viajaba a Europa, fijaría mejor su inquietud, porque en Valencia
consumía sus mejores años sin profesores ni modelos. Pronto le llega esta
oportunidad, Francisco de Sales Pérez lo recomienda al presidente de la
República Joaquín Crespo, quien ordena pensionar a Michelena en Francia, con
una restringida pensión de 60 pesos mensuales. El seis de mayo en compañía del
pintor caraqueño José de Jesús Tovar y Tovar (1827-1902), se embarca con
destino a París, donde Tovar y Tovar lo inscribe en la Académie Julián (lugar
en el que se le da especial importancia al dibujo como fundamento de trabajo).
En dicha Academia estudiarían pintores
de la talla de: los venezolanos Emilio Boggio (1857-1920), Cristóbal Rojas
(1857-1890) y Carlos Rivero Sanabria (1864-1915) y años más tarde Francisco Narváez
(1905-1982); los franceses Felix Vallotton (1865-1925) y Roger de Las Fresnaye
(1885-1925); el español Hermenegildo Anglada Camarasa (1871-1959); la brasileña
Tarrila do Amaral. (1886-1973); la estadounidense, nacida
en París de padres venezolanos Marisol Escobar (1930). En la Academia
Julian, enseñaba Jean Paul Laurens (1838-1921), afamado decorador apegado a las
técnicas académicas, la intención descriptiva de los cuadros y el uso de temas
históricos o literarios, son sus características como pintor; jugará un gran
papel en la educación de Michelena. Estudiará también en la Academia Colarosi,
situada en la calle de la Grande-Chaumière, entre los comercios de artículos
para pintores en Paris.
En 1886, compartiría su Taller de
Trabajo parisino con el mirandino Cristóbal Rojas de 29 años.
En 1887, realiza Leda y el Cisne; envía
al Salón: Una Visita Pastoral y El Niño Enfermo (tensa angustia familiar y el
temor de la hermanita), presentado en el Salón de Artistas franceses, con la cual
obtiene Medalla en Segunda Clase y el reconocimiento Hors Concours, máximo
galardón que se entrega a un pintor extranjero; esta distinción no impidió que
el gobierno venezolano le suspendiera inexplicablemente la pensión, pero gracias
a la fama adquirida vivirá de los encargos particulares. De acuerdo con
Planchart (1952), Michelena hizo varias réplicas del Niño Enfermo. El autor nos
refiere que: “se da de preferencia el nombre de réplica de una obra artística a
la copia de ella hecha con exactitud por el mismo autor. Una replica del Niño
Enfermo existe en el Museo de Bellas Artes de Caracas” (pp. 28). Ese mismo año
(1887) el gobierno de Carabobo le encarga un cuadro al óleo, tamaño natural
(312 x 214 centímetros), del Padre de la Patria. Será una de las semblanzas más
importantes de Bolívar; lo representará como un alto jefe, lleno de solemnidad,
cual lo requería la grandeza del personaje. El retrato ecuestre de Bolívar,
Autorretrato con Gorguera y La Caridad (lúgubre ambiente de miseria) serán
pintados en 1888. Ese mismo año manda el lienzo de Bolívar y cobra por la obra
doce mil bolívares que le fueron pagados en cuotas de dos mil bolívares. En el
estudio de su padre permanecerá algún tiempo prensado en un bastidor,
recibiendo la admiración de los valencianos. Este es el Bolívar a caballo o
Bolívar en Carabobo que se encuentra (restaurado) en el Salón Simón Bolívar del
Capitolio de Valencia, sede del gobierno regional. Al pie tiene la siguiente
inscripción “A Simón Bolívar – La Legislatura de Carabobo 1888”. El Cronista de
Valencia Mujica Sevilla (1988:48) narra una interesante anécdota: una vez el
gobierno de Gómez, solicitó el cuadro para llevarlo a Caracas. Pero el
Presidente del estado que, supuestamente era el bien recordado general Emilio
Fernández, contestó que no podía enviar el cuadro porque era “demasiado grande”
para entrar en el tren y pasar por los túneles del ferrocarril
Valencia-Caracas. Con esta excusa el preocupado gobernante evitó el traslado
del cuadro a Caracas.
El poeta Herrera Vial (1992) cuando se
refiere al Bolívar a Caballo expresa: Arturo Michelena (…) dejó en nuestros ojos,
desde niños, para no olvidarlo nunca, en una obra monolítica (…) no el retrato
en si de Simón Bolívar, forjado por nuestra imaginación, ni el colosal caballo
que parece salirse del cuadro para echarse a andar por los viejos caminos que
recorriera en busca de nuevas aventuras. Mas que Bolívar y su hermoso caballo que
invitan a dialogar en un reencuentro de fugadas sombras que permanecen en carne
y espíritu de sueño, dejó, dijimos, un sedimento de ternura, de patria viva, de
color y de infancia, unas mariposas, hojas secas de otoño, un fresco pozo de
agua azul de cielo reflejado y unas ramas y bejucos, sirviéndoles de alfombra silvestre
a las figuras (…). Cuatro mariposas danzan en el paisaje. Alegres colores
visten sus alas” (pp. 94-95).
En 1889, Michelena, ejecuta dos óleos de
gran formato: La Joven Madre (en lujuriante descanso, cuya bata está impregnada
de un magnífico goce sensual) y Carlota Corday, obra de tema histórico (Carlota
era una joven revolucionaria, girondina, quien es sentenciada a morir en la
guillotina en 1793, por dar muerte a puñaladas al revolucionario francés Juan
Pablo Marat cuando se encontraba en la bañera) con la cual obtiene Medalla de
Primera Clase en la Gran Exposición Universal de París. En octubre regresa a
Venezuela y fue recibido con muestras de júbilo. Recibe también un homenaje en
el Teatro Municipal de Valencia.
El 03 de enero de 1890 es homenajeado en
el Teatro Municipal de Caracas. El 15 de julio se iba a cumplir el centenario
del nacimiento del general José Antonio Páez (1790-1873) y el gobierno nacional
le encarga un cuadro representando Vuelvan Caras o Las Queseras del Medio, en
donde logra captar la resonancia, la sonoridad, el ruido que se produce en el
desplazamiento de los cuerpos; en donde puede oírse la voz de mando del centauroel
estado Apure y Pedro Camejo -Negro Primero- fue uno de los 150 lanceros que
participó) para donarlo a la Municipalidad de Nueva York en testimonio de
gratitud por las atenciones dispensadas a Páez durante su exilio en los Estados
Unidos.
VI
El 17 de julio contrae matrimonio con
Lestenia Tello Mendoza, hija del General José Ramón Tello Mendoza, valenciano,
hombre muy ligado al gobierno de Cipriano Castro (fue su Ministro de Hacienda).
En una ceremonia a la que asiste, entre otras personalidades, el presidente de
la república Raimundo Andueza Palacios (1843-1900).
El vestido de la novia es único: en su
tela están pintadas algunas flores hechas por su prometido. No todas las novias
tienen un pintor glorioso que enriquezca de este modo su traje de boda. Michelena
retratará a Lestenia ese mismo año. Poco más tarde los esposos viajan a
Francia. Fue un matrimonio dichoso, no tuvieron hijos.
A la elocuencia narrativa que le
caracteriza, une ahora mayor destreza dibujística y resolución en el uso del
color y en la captación del movimiento natural; aparecen ciertas notas
impresionistas y cierta inclinación religiosa, como se puede observar en las
obras desarrollas: en 1891 pinta El Campo de Marte, Estudio para la Batalla de
Carabobo (óleo sobre tela) y realiza una de sus más grandes y ambiciosas
composiciones, Pentesilea (noble reina de las Amazonas, de la mitología de la
guerra. Aquiles, tras atravesar con su lanza envenenada a la bella Penticilea
lloró de amor por ella, amor que nace de la muerte); en este cuadro, la ciudad de
Troya, pasa desapercibida dentro del ruido y el tropel de los caballos de las
amazonas. Es una pintura construida y concebida más bien basándose en
resonancias de masas que emergen de los grandes choques, de los estruendos que
producen en la precipitación de las formas (Boulton, 1971: 74-65). Este cuadro
fue expuesto ese año en el Salón de París al lado de los grandes maestros de la
pintura oficial francesa, en el sitio más destacado del Palacio de los Campos
Elíseos, junto a obras de Laurens y de Henri Martín (1860-1943).
En 1892 le llega la
solicitud, a Michelena, de una casa editora para ilustrar el Hernani (1830) de
Víctor Hugo (1802-1885) para el cual hace 15 imágenes en óleo, luego grabadas
para su reproducción. La editorial quedó tan complacida con el trabajo, que le
pide las ilustraciones para dos libros del mismo autor, pero la enfermedad no
le permite concluir estos encargos. Este mismo año pinta La Vara Rota: composición taurina donde
el sangrante toro mata al caballo ante el estupor del público y de los toreros.
La obra se muestra cruda y emotiva, en lo que resulta una combinación de violencia,
crueldad y muerte). Fue exhibida en el Salón Francés. Los médicos le
diagnostican, a Michelena, tuberculosis; como es sabido, la tuberculosis es una
enfermedad infecciosa bacteriana crónica causada por Mycobacterium tuberculosis
que se caracteriza por la formación de granulomas en los tejidos infectados y
una hipersensibilidad mediada por células; generalmente, la enfermedad se
localiza en los pulmones, pero puede aferrarse a otros órganos. Los esposos
Michelena-Tello regresan a Venezuela.
Pintará un pequeño paisaje de San
Bernardino.
Poco se conoce de la afición de
Michelena por las carreras de pura sangre, es decir, era un verdadero turfman.
En Francia frecuentaba los hipódromos de Chantilly y el fastuoso Longchamp. A
su regreso a Venezuela integró la primera Junta Directiva del hoy desaparecido
Hipódromo de Sabana Grande, creada en 1895. Actuó como Oficial en las carreras
y fue copropietario de los ejemplares Borinquen y Calixto (Malpica, 2004),
realizará pinturas en donde el motivo será los pura sangre.
En 1893 envía al Salón Francés la obra
Los Hermanitos Aguerrevere. Por encargo oficial realiza la Alegoría de Colón,la
cual exhibe en la Gran Exposición de Chicago conjuntamente con Pentesilea,
distinguida con medalla de honor. Pinta uno de los mejores retratos de Joaquín Crespo.
Además de Gladiolas con Paisaje y Cachorros.
En 1894, pinta La muerte de Cedeño (óleo
sobre tela).
En 1895, adquiere un terreno en La
Pastora de Caracas (en la esquina Urapal) donde levanta un taller. Aquí llevará
a cabo tanto los encargos institucionales como las demandas personales, así
como la instrucción de sus alumnos (www.museomichelena.
arts.ve). Ese mismo año, inicia las decoraciones para el Palacio de Miraflores
(palacete neobarroco francés propiedad del general Joaquín Crespo Torres,
convertido en la residencia oficial de los presidentes de la república al
iniciarse el siglo XX). Los trabajos de decoración serán continuados por el
pintor español Julián Oñate y Juárez (1840-1899) entre las obras pintadas por
Oñate se encuentran en el Palacio: “Paje con flores”, “Paje con frutas, “Verano”
e “Invierno”. Mientras que de Michelena encontramos: en el Salón Sol de Perú, a
ambos lados del motivo principal se encuentran dos figuras alegóricas: El Día y
La Noche; en el Salón de los Espejos cuadro de Joaquín Crespo a Caballo
(pintado por Michelena cuando Crespo hacía sus frecuentes visitas a la obra. A
Crespo lo retrasará en varias oportunidades, los cuadros Flora (primavera) y
Pomona (otoño). En 1896 inicia pero no concluye El Descendimiento (1,80 x 2,95
metros). Inicia también El Purgatorio en el cual se representaa la Virgen con
el niño Jesús en el centro de la tela y a un grupo de figuras en actitud
implorante hacia ella; la obra está trabajada en un 20 por ciento en la parte
superior con figuras detalladas, pintadas con sanguina (Fermín, 2004). Pinta
Diana Cazadora (la diosa mitológica de la caza), que representa la alegría
pagana, expresando ritmo de danza, el ropaje de la diosa parece moverse agitado
por los giros de la figura más que por el viento de los campos; hasta los
movimientos de los perros son una danza. La obra, fue más tarde colocada en
Miraflores y después de muchos años pasada al Salón Michelena en la Casona
(actual residencia presidencial).
En el Teatro Municipal de Caracas, se
muestra al público su célebre creación de ese año: Miranda en la Carraca (a
principios de enero de 1814 el generalísimo Francisco de Miranda sería
encerrado en un calabozo del fuerte de las Cuatro Torres, en el arsenal de La
Carraca, cerca de Cádiz–España, donde moriría el 14 de julio de 1816, a los 66
años de edad). El tema de este cuadro no podría ser más patético e
impresionante: el héroe que soñó siempre con la libertad de América y en
especial con la de su país y la tuvo un momento entre sus manos, después de
haber dedicado toda su vida a la conquista de aquel ideal, ahora, fracasado,
prisionero, tendido a medias en un camastro, la mano en la barba, medita, anciano,
en su inútil y formidable pasado. (Planchart, 1952:56). Para su Miranda en la
Carraca, Michelena, utilizó como modelo a Eduardo Blanco (1838-1912), autor de
Venezuela Heroica -1881- símbolo literario del culto a la patria; cuando asumió
la Cartera de Instrucción Pública entre 1903-1904, decretó el cierre de las universidades
del Zulia y la de Carabobo. En una crónica fechada en 1943, narra Enrique
Bernardo Núñez (1969): La apoteosis de Miranda se convirtió en la apoteosis de
Michelena ante su cuadro Miranda en La Carraca. Se le ofreció en el Teatro
Municipal de Caracas una Medalla de Oro y una corona de ocanto y laurel que distribuyó
entre los pintores asistentes al acto. Cristóbal Rojas había muerto (seis años
antes) y al día siguiente de aquella fiesta Michelena le llevó a su tumba su
parte de aquella corona, una ramita de ocanto. Este y otros rasgos revelan el
gran corazón de aquel artista. Cuando la apoteosis del Miranda de Michelena,
los vecinos de La Pastora decidieron festejar el éxito del artista residente en
aquella parroquia y expresarle su admiración. Uno de los organizadores se
encuentra con Michelena y le dice: - “¿no vas a contribuir a la fiesta del gran
pintor Michelena?”. - “Lo que tengo es una locha”. Responde Michelena. – “venga
la locha”. Le dijo el vecino. (Núñez, 1969). Michelena fue recibido en la
plaza, adornada con palmas y banderas. Comenta Mujica Sevilla (1999) que: copia
de este cuadro, existe en la Alcaldía de Valencia; se trata de una copia de
mucho valor, por cuanto fue hecha por el mismo artista y donada al Concejo
Municipal de Valencia por doña Lastenia Tello de Michelena a través de
testamento fechado en 1953: “Legó a la ciudad de Valencia, cuna de Arturo
Michelena, el cuadro pintado por éste, que es copia de ‘Miranda en La Carraca’,
cuadro que será destinado al Salón de Sesiones …” (pp. 119).
En 1897, se instala en Los Teques, donde
vivirá unos me-ses, aquí pintará el retrato de su médico el Dr. José Manuel de
los Ríos; más adelante, se traslada a Antímano y hace algunos paisajes en los
que busca explorar la luz. Probablemente de esta época es el paisaje, sin
fecha, titulado El Arado, que viene a significar a la Venezuela agropecuaria
del siglo XIX que le dará pasó a una Venezuela que él no llegará a conocer, la
petrolera. Durante este año realiza La Virgen de las Palomas y La
multiplicación de los panes y los peces (que se encuentra en Santa Capilla de
Caracas), cuyo paisaje son riberas del lago de Valencia; de esta obra dice Manzo
Núñez (1983): la serenidad de aquel lago de tiberiades del cuadro, no es otra
cosa que la espléndida ribera del Tacarigua del tiempo del pintor. Y en los
rostros de la multitud maravillada del milagro están fielmente pintados
familiares y amigos del artista. Pintará su cuadro Gato y Pollito.
En la Venezuela del año de 1898, cuando
ejercía la presidencia de la república el General Ignacio Andrade (1836-1925). Tres
meses antes se había sublevado el General José Manuel Hernández (El Mocho
-1853-1921), argumentando que se había cometido fraude electoral. El General
Joaquín Crespo (1841-1898) Jefe de Armas y Presidente del estado Miranda, sale
a combatirlo y cae muerto, de bala anónima en La Mata Carmelera. De acuerdo con
Küper (1992) se cuenta que Michelena, ya postrado, amarró sus pinceles a largas
varas de madera y desde su cama, logró realizar sus últimas obras de temas
religiosos. Ese acercamiento a lo espiritual, a lo magnificante, indica el giro
temático, la cadencia y sublime virtualidad que la enfermedad abría en el alma
y el cuerpo del maltratado personaje. (pp. 42). La tuberculosis ha ocupado casi
todos sus pulmones. Fallece en Caracas, el 29 de julio, a la edad de 35 años
cuando pintaba. Fue atendido por el Dr. Emilio Conde Flores, fundador de los
estudios de otorrinolaringología en Venezuela. El señor Arzobispo, Dr. Críspulo
Uzcátegui, envía un telegrama desde Caracas con la dolorosa noticia, dirigido a
los presbíteros Víctor Julio Arocha y León
Febres Cordero, recomen-dándoles participar el triste suceso a la madre del
artista, doña Socorro Castillo de Michelena, y presentando el pésame a
Valencia.
Se muestran en el Salón Rojo del
Capitolio de Caracas, 173 de sus obras, unas de las primeras exposiciones
realizadas en Venezuela. Sus restos fueron sepultados en el Panteón Nacional el
29 de julio
e
1948; el Ejecutivo del Estado Carabobo presidido por el doctor Manuel García
conmemoró en grande y solemnemente la fecha: En el Capitolio, debajo de la
cúpula, se colocó una Exposición de las obras de Michelena, que estuvo dirigida
por el pintor Luis Alfredo López Méndez. La mayor parte de
producción pictórica de Arturo Michelena está en Caracas (Galíndez: 1991).
Cerca de 200 obras en el Museo Michelena, varias en el Museo de Bellas Artes,
en Ministerio de Relaciones Exteriores, en la Universidad Central, en la
Academia de la Historia, en el Concejo Municipal de Caracas y en muchas residencias
particulares. En Valencia Bolívar a Caballo en el Capitolio, la copia de
Miranda en La Carraca en el Concejo de Valencia; un cuadro representando a
Joaquín Crespo (propiedad de la Universidad de Carabobo) está en la Academia de
Historia del estado Carabobo; en la Casa de los Celis en condición de custodia,
están algunos michelenas propiedad de
los familiares; También en las residencias de la sucesiones de Manuel Michelena
Castrillo se conservan algunos lienzos. Alfredo Fermín (2005), refiere que, un día
cualquiera a la iglesia de La Candelaria le pidieron prestado al sacerdote el
cuadro El Bautismo del Señor y no lo devolvieron. Un coleccionista alemán
adquirió, por 70 mil dólares, la obra del Acta de la Independencia.
Valencia le rinde homenaje a su insigne
pintor con escuelas que llevan su nombre: una Universidad, urbanizaciones, calles, el
Aeropuerto, un Salón anual de pintura en el Ateneo de Valencia entre otras.
Este trabajo es un tributo a Valencia en sus cuatrocientos cincuenta años.
REFERENCIAS
Boulton, Alfredo (1971). Historia
abreviada de la pintura en Venezuela. Tomo II. Época Nacional. Caracas. Monte
Ávila Editores.
Calzadilla, Juan (1989). Michelena
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Valencia. Valencia. Diario El Carabobeño. Cuerpo A. 15 de agosto.
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Feo Caballero, Oswaldo (1989). Crónicas
Valencianas. Valencia. Ediciones de la Gobernación del Estado Carabobo.
Frassato, Luigi (1988). El insigne
educador Alejo Zuloaga en su tierra y en su tiempo. Publicaciones del Centro
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HEMEROGRÁFICAS:
El Carabobeño 23 - 03 - 1955
Fuente Electrónica:
www.museomichelena.arts.ve
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