Por: Luis Rafael García Jiménez.
INTRODUCCIÓN
Lawrence Stone (1986) expresó el fin
de la creencia de que se sea
posible la explicación científica
coherente de las transformaciones del pasado, pero los posmodernos van más allá, ya que defienden la tesis de
que toda coherencia es sospechosa. Lo posmoderno consistiría en negar que la
historiografía haga referencia a la realidad; inclusive la historia puede llegar a ser poesía tal como afirma White
(1998), porque no existe ningún criterio
histórico-filosófico de la verdad; idea
compartida por Bachelard (1978) quien entiende la ciencia como una
actividad poética para la cual no existe una lógica o un método de investigación.
Los historiadores modernos sustentaron su pensamiento en una historia lineal
con un tiempo cronológico, herederos del pensamiento judeo-cristiano,
además de basarse en la razón, la
verdad, la jerarquía, la universalidad, la idea del progreso, la certidumbre,
el dominio de la naturaleza, de un pensamiento único y disciplinario y los
paradigmas como estaciones de saberes.
Entre los modernos encontramos autores que plantearon el fin de la historia, en tal sentido en el presente trabajo se estudiarán a Hegel y Fukuyama. Los tardomodernos serán aquellos que critican profundamente a la modernidad pero no rompen con ella, ya que están conscientes que ningún pensamiento comienza desde cero. Critican la historia de la modernidad pero plantean nuevas visiones y nuevas interpretaciones; para ellos la historia no ha llegado a su fin, lo que ha llegado a su fin son ciertas historiografías. Entre los tardomodernos analizados se encuentran, por ejemplo: Derrida quien critica la metafísica de la historia pero mantiene la necesidad de la historia, como tradición, huella y conservación. Foucault quien expresa que la historia es el eje de lo que él denomina episteme del siglo XIX. Y Baudrillard que no ve el fin de la historia sino una simulación.
El posmodernismo pueden ser visto: Como tematización y estilo de pensamiento que intenta dar consistencia y coherencia. Como ambiente histórico y cultural, con percepciones discontinuas y fragmentarias; es decir, la posmodernidad como discurso y como condición epocal. Como posición de un acto académico. Solamente Lyotard plantea el fin de la historia de una manera apocalíptica, considerándola un metarrelato y Vattimo la ve como fábulas necesarias. Tanto tardomodernos como posmodernos critican la concepción histórica de Hegel.
Entre los modernos encontramos autores que plantearon el fin de la historia, en tal sentido en el presente trabajo se estudiarán a Hegel y Fukuyama. Los tardomodernos serán aquellos que critican profundamente a la modernidad pero no rompen con ella, ya que están conscientes que ningún pensamiento comienza desde cero. Critican la historia de la modernidad pero plantean nuevas visiones y nuevas interpretaciones; para ellos la historia no ha llegado a su fin, lo que ha llegado a su fin son ciertas historiografías. Entre los tardomodernos analizados se encuentran, por ejemplo: Derrida quien critica la metafísica de la historia pero mantiene la necesidad de la historia, como tradición, huella y conservación. Foucault quien expresa que la historia es el eje de lo que él denomina episteme del siglo XIX. Y Baudrillard que no ve el fin de la historia sino una simulación.
El posmodernismo pueden ser visto: Como tematización y estilo de pensamiento que intenta dar consistencia y coherencia. Como ambiente histórico y cultural, con percepciones discontinuas y fragmentarias; es decir, la posmodernidad como discurso y como condición epocal. Como posición de un acto académico. Solamente Lyotard plantea el fin de la historia de una manera apocalíptica, considerándola un metarrelato y Vattimo la ve como fábulas necesarias. Tanto tardomodernos como posmodernos critican la concepción histórica de Hegel.
LA HISTORIA EN LA MODERNIDAD.
La Historia: A los ojos de la modernidad la historia ha sido:
investigación, análisis, descripción y narración ordenada, geográfica y
cronológicamente de los hechos humanos que
han sido trascendente en la formación de las naciones, los pueblos y de los conceptos
universales relativos a la política y,
en general, a toda la sociedad. Los modernos han planteado que el conocimiento
de la historia es fundamental para la previsión
del futuro de la humanidad, puesto que el conocimiento de los hechos pasados, sus
causas y consecuencias, permitirían prever errores con base en la experiencia. Conociendo el pasado se
comprendería el presente y se planificaría el futuro.
El término
historia ha sido usado en diversos contextos: Aristóteles (384-322 a de C.) lo
utilizó en su obra “Historia Animalium”,
en el sentido de información adquirida
mediante la investigación o búsqueda. Francis
Bacon (1561-1626) lo uso en el sentido
de conocimiento de objetos determinados en el espacio y el tiempo, no de las
esencias o naturalezas, en donde se origina su división: a) Historia de la
naturaleza, b) Historia del hombre, c)
Historia sagrada. En tiempos recientes se ha denominado historiografía a las
disciplinas históricas o ciencia histórica, diferentes de la historia
propiamente dicha (como ciencia) o realidad histórica (el hecho histórico).
Vattimo
nos dice que: una de las visiones más difundidas y atendibles de la modernidad
es la que caracteriza efectivamente como
la ‘época de la historia’ (como también lo expresara Nietzsche) frente a la mentalidad antigua dominada por una visión naturalista y cíclica de curso
del mundo. Es únicamente la modernidad la que, desarrollando y elaborando la
herencia judeocristiana ( la idea de la historia como historia de la salvación
articulada en creación, pecado,
redención, espera del juicio final), confiere denominación ontológica a la historia y da significación determinante
a nuestra colocación en el curso de la historia. (1987; 11).
Filosofía
de la historia: La filosofía de la historia ha sido denominada también
metahistoria (1). Es la parte de la
filosofía cuyo fin consiste en comprender la historia desde los últimos
fundamentos de ser y del conocer, apoyada principalmente en la historia como
ciencia, en la antropología y, en
general, en la metafísica. Ella ha sido dividida en: Lógica de la historia, que
investiga los fundamentos, supuestos y métodos de la historia como ciencia. Metafísica
de la historia, que trata de indagar la causa y la esencia de la historia y,
sobre todo, de darle un sentido global. Los griegos ahondaron en algunos
temas como las llamadas teorías de la
decadencia o las del curso cíclico. San
Agustín (454-430) la enmarcó dentro del sentido teológico, enunciada en su obra
“La ciudad de Dios”, expone toda una filosofía del Estado, en la que la
historia depende de Dios. Para él, la historia de la humanidad es, en su totalidad, la lucha entre el reino de Dios y
el reino del mundo (civitas dei-civitas terrena). Los pensadores de la
Ilustración, como:
a) Johann Gottfried Herder (1744-1803) - fundador del pensamiento filosófico-histórico alemán - , empezó con una visión del campo histórico como un conjunto efectivamente infinito de hechos particulares, cuyos orígenes se suponían totalmente incognoscible por la razón (1959). Basado en extensos estudios que hizo de la historia de varios pueblos, en especial de las culturas antiguas, tanto europeas como orientales, analizó, en primer lugar, el encuentro de esas culturas para explicar la civilización europea de su época y, en segundo lugar, desarrolló una doctrina del progreso de la historia y del avance de la sociedad hacia el humanismo, basado en sus estudios acerca del progreso de la naturaleza, es decir, definió como fin de esa evolución una sociedad que debe tener como base la justicia y la razón .
b) Condorcet (1743-1794) en su teoría de la historia, el imperio de la razón debe ser objeto de la evolución histórica. Esta evolución puede ser regresiva cuando el hombre no se esfuerza en practicar la verdadera filosofía, que consiste en la aclaración del saber en la moralidad.
c) Montesquieu (1689-1755) afirmaba de que las leyes de cada país son reflejo del pueblo que las obedece, distinguió tres clases de constitución que se repiten en la historia: despotismo, monarquía y república.
d) Voltaire (1694- 1778) – de él procede la denominación “filosofía de la historia” (1765) - , planteaba una confianza optimista, la lucha contra el mal y contra el oscurantismo, contra el prejuicio y la inútil frondosidad de la historia. Para él la importancia de la historia en el campo de la filosofía era la necesidad de buscar en la primera los escasos momentos en los cuales se ha producido la unión de la debilidad del espíritu con la fortaleza del déspota. (1990).
a) Johann Gottfried Herder (1744-1803) - fundador del pensamiento filosófico-histórico alemán - , empezó con una visión del campo histórico como un conjunto efectivamente infinito de hechos particulares, cuyos orígenes se suponían totalmente incognoscible por la razón (1959). Basado en extensos estudios que hizo de la historia de varios pueblos, en especial de las culturas antiguas, tanto europeas como orientales, analizó, en primer lugar, el encuentro de esas culturas para explicar la civilización europea de su época y, en segundo lugar, desarrolló una doctrina del progreso de la historia y del avance de la sociedad hacia el humanismo, basado en sus estudios acerca del progreso de la naturaleza, es decir, definió como fin de esa evolución una sociedad que debe tener como base la justicia y la razón .
b) Condorcet (1743-1794) en su teoría de la historia, el imperio de la razón debe ser objeto de la evolución histórica. Esta evolución puede ser regresiva cuando el hombre no se esfuerza en practicar la verdadera filosofía, que consiste en la aclaración del saber en la moralidad.
c) Montesquieu (1689-1755) afirmaba de que las leyes de cada país son reflejo del pueblo que las obedece, distinguió tres clases de constitución que se repiten en la historia: despotismo, monarquía y república.
d) Voltaire (1694- 1778) – de él procede la denominación “filosofía de la historia” (1765) - , planteaba una confianza optimista, la lucha contra el mal y contra el oscurantismo, contra el prejuicio y la inútil frondosidad de la historia. Para él la importancia de la historia en el campo de la filosofía era la necesidad de buscar en la primera los escasos momentos en los cuales se ha producido la unión de la debilidad del espíritu con la fortaleza del déspota. (1990).
Condorcet,
Montesquieu y Voltaire, combatieron la
teologización de la historia e introdujeron ideas como la de la causalidad, la
de la influencia del medio social y
geográfico sobre el hombre y vieron el proceso histórico como una unidad. Los
Idealistas concibieron la historia como
la realización de una idea divina y los
naturalistas (por ejemplo, en el
positivismo de Comte), como un aspecto
necesario de las leyes naturales. Hegel la concibió como un proceso único,
sujeto a la ley, internamente necesario, del autodesarrollo del espíritu, de la
idea o curso deveniente del espíritu objetivo. Para el marxismo, la historia
tiene sentido cuando se ajusta al
desarrollo de las fuerzas productivas del hombre que lo impulsa a una sociedad sin clases.
Historicidad: Este
vocablo utilizado para indicar la razón
que eleva un suceso a historia y constituye ésta en cuanto tal. Es
importante subrayar que el concepto
difiere del de historia, pues la historicidad se refiere a aquello que le da fundamento al cambio histórico e
involucra al ser (como ser histórico);
por tanto, la historicidad se constituye en un paso previo a la historia como
tal. Pensadores, a quienes se llamó historicistas, como: Wilhelm Dilthey
(1833-1911), Karl Mannheim (1893-1947) y Ernst Troeltsch (1865-1923); ahondaron
en este tema y consideraron que sólo en este proceso se revelan las
posibilidades ocultas de la naturaleza humana. (2). Martin Heidegger (1889-1976), planteó el problema de la
historicidad en un sentido
ontológico-existenciario, consideró a la
historia como un resultado de ésta y
enmarcó el concepto de historicidad dentro de la posibilidad de construir la
historia; en otras palabras, el ser-ahí (dasein) no es temporal por estar en la historia, sino que existe
históricamente por ser temporal (1968).
Historicismo: Es una tendencia dentro de la explicación de los
hechos, a atribuir el primer lugar a la
historia. El término se refiere al conocimiento de los fenómenos históricos y
sus nexos con las condiciones que los determinan. Muchos filósofos han sido
historicistas en lo que se refiere a sus análisis del ser y de su trascendencia
como tal. El historicismo es una
corriente de pensamiento que reconoce el supremo valor de la historia como
componente fundamental de la naturaleza y del sujeto humano. Esta doctrina o corriente tiene antigua
raíces, entre ellas, a los sofistas
griegos y a Giambattista Vico
(1668-1744) quien soñó y creyó haber encontrado, una poética de la historia,
principios de una nueva ciencia (1978) -adelantándose a Bachelard y a Feyerabend- . Los historicistas, plantearon la importancia
de la historia para comprender la sociedad; pero adquirió una especial
relevancia en el siglo XIX, con el desarrollo del nacionalismo.
Dilthey es
el principal historicista dentro de la
filosofía de nuestro tiempo; escribió también varias
obras de carácter histórico y numerosos análisis de la filosofía de la historia (1944a – 1944b). Describe
al hombre como un ser cuya lucha primordial se desarrolla en el campo de la
historia con el propósito primordial de
que el mundo sea dominado por el espíritu. El conocimiento del hombre se
basa en el conocimiento de sí mismo, ya que nuestras propias vivencias son susceptibles
de ser investigadas. Este conocimiento debe hacerse mediante un estricto
método analítico, ni metafísico ni
apriorístico, que sólo puede lograr la psicología: la estructura del hombre
interior revela y explica los cambios históricos y la conexión existente entre
los fenómenos diversos de la historia. También la filosofía está determinada en
su evolución por los cambios externos a
ella misma, por el concepto histórico
que permite fijar posiciones y utilizar
elementos que se dan a partir de las
interpretaciones propias de cada una de las formas que adopta cada
civilización; lo único que proporciona
al pensamiento especulativo unidad es la voluntad de definir claramente la
posición del hombre para poder establecer su propia supremacía.
A partir de la tesis desarrollada por Dilthey se despertó un creciente interés por el análisis de los problemas que presenta el método de la historia y el significado de la misma, del cual formaron parte importantes filósofos e historiadores como: Max Weber (1864-1920) su sociología es a la vez una filosofía de la historia, en la cual se intenta comprender cada período combinando el examen empírico de la construcción del tipo ideal (1958. 1974). Oswald Spengler (1880-1936) describe la historia como una sucesión de culturas, en las que la fuerza es el único factor que determina el triunfo de una sobre otra, y que están constituidas, tal como un organismo biológico, por culturas abocadas al desgaste y la decadencia; esta interpretación de la cultura y de la historia es relativista y naturalista.
A partir de la tesis desarrollada por Dilthey se despertó un creciente interés por el análisis de los problemas que presenta el método de la historia y el significado de la misma, del cual formaron parte importantes filósofos e historiadores como: Max Weber (1864-1920) su sociología es a la vez una filosofía de la historia, en la cual se intenta comprender cada período combinando el examen empírico de la construcción del tipo ideal (1958. 1974). Oswald Spengler (1880-1936) describe la historia como una sucesión de culturas, en las que la fuerza es el único factor que determina el triunfo de una sobre otra, y que están constituidas, tal como un organismo biológico, por culturas abocadas al desgaste y la decadencia; esta interpretación de la cultura y de la historia es relativista y naturalista.
El
concepto de historicismo admite diferentes interpretaciones, y debe ser
matizado en cada uno de sus usos. Conviene tener en cuenta que una de las
doctrinas más significativas que se
hacen contra el historicismo proviene de su carácter relativista: al estar todo
condicionado por la evolución histórica, no parece posible defender una verdad
sustancial de tipo determinado. Del análisis al historicismo que Karl Raimund
Popper (1902-1994) hizo en su obra La miseria del historicismo, se desprende que:
“... no podemos predecir el curso futuro de la historia humana... No puede
haber una teoría científica del desarrollo histórico que sirva de base para
la predicción histórica...” (1981,12).
Historiadores
modernos. Como es sabido, la Modernidad
se instaura sobre las “cenizas” de la antigüedad. La visión que hemos tenido
hasta ahora, de la denominada Edad Media o medioevo ha sido a través de
los ojos parcializados del Renacimiento,
éste, aunque nunca se lo propuso, fue el puente entre la Edad Media y la denominada Modernidad.
Para los
renacentistas la Edad Media fue eminentemente oscura, fanática, religiosa en
extremo, atrasada, intolerante entre otros calificativos peyorativos. Cuando en honor a la verdad, si
bien los cambios fueron lentos, fue un
transito histórico necesario de la civilización occidental. El Renacimiento
(como transición) supuso un cambio súbito de actitud frente al mundo. Pero más
aún frente al pasado inmediato; durante
el Renacimiento el imaginario colectivo
pareció darse cuenta de que ha habido
una ruptura de la continuidad vivida hasta entonces. Ese pasado inmediato era
necesario borrarlo en la memoria y la mejor manera era ver sólo lo negativo del
período anterior. Giacomo Marramao (1989), nos dice al respecto: La idea de la
ruptura renacentista como eliminación del distanciamiento medieval del hombre
de la civitas terrena y del mundo natural, y por tanto como retorno a la
formula clásica, ha constituido como es sabido, un topos historiográfico
ampliamente difundido y que ha perdurado largamente.
Para Kant
(1983), en la Edad Media el dogmatismo reinaba como un déspota, pero como ha
quedado demostrado, en la Modernidad quien ha reinado como una déspota ha sido la razón. No
solamente la razón (que explica y ordena al mundo) ha reinado; el modo de
pensar estuvo, caracterizado también
por: el orden, la jerarquía, la universalidad, la certidumbre, la verdad, el
progreso, un pensamiento único y disciplinario, el dominio de la naturaleza y los
paradigmas como estaciones de saberes (positivismo, marxismo...). La Modernidad
se ha identificado con el primado del sujeto, el humanismo y el historicismo.
Federico
Nietzsche (1979), expresaba que nuestra época esta orgullosa de su sentido
histórico. Durante la Modernidad “... fue realizado el traspaso del concepto de
transcendencia desde el campo de la religión al de la historia, y por supuesto,
al de la política, como medio de realización de la historia, en dirección de
una utopía pre-establecida...” (Mires, 1996; 162). La historia judeo-cristiana,
hegelianismo, positivismo, progresismo, evolucionismo (...), todos los cuales
aspiraban a conducir a la humanidad a una salvación única y segura (Hottis,
199; 447). Vattimo caracteriza a la
Modernidad como:
...un fenómeno dominado por la historia del pensamiento, entendida como una progresiva ‘iluminación’ que se desarrolla sobre la base de un proceso cada vez más lento de apropiación y reapropiación de los ‘fundamentos’, los cuales a menudo se conciben como los ‘orígenes’, de suerte que las revoluciones, teóricas y prácticas de la historia occidental se presenta y se legitiman por lo común como ‘recuperaciones’, renacimientos, retornos... (1987; 10).
Los historiadores
modernos lucharon durante siglos para que la historia fuera considerada una disciplina científica, por todos los
medios trataron de demostrar la
objetividad absoluta de la historia y
del historiador. La investigación histórica comenzó a seguir al pie de la letra
los pasos científicos, inclusive llegaron a proponer leyes históricas, pasando
a ser más naturalistas que los naturalistas; siendo la historia la primera
ciencia social que lograra una
existencia autónoma en la república de
las ciencias.
La historia moderna ha girado en torno a la idea del progreso, tanto
positivistas como marxistas fijaron al
progreso como su objetivo terminal o meta. De acuerdo a Hannah Arendt “... la idea de progreso no
denota cualidad objetiva de la historia o la naturaleza: es el resultado
inevitable de la acción humana...” (1996,73).
La Modernidad será la época de la
legitimación metafíco-historicista; la historicidad lineal, progresiva y
la fenitud fundarán la contextura del
saber moderno. Los historiadores cuando
definen la historia siempre coinciden en considerarla como una ciencia encargada de estudiar el
pasado. Pero no consideran que el pasado
es una construcción hecha en el presente, con toda su carga de
prejuicios y de valores preestablecidos, cada generación de historiadores dará
su versión del pasado. Entre las definiciones
más conocidas se tienen: La historia se ocupa de las acciones
humanas en el pasado (Collingwood, 1990).
La historia es el estudio del pasado humano (Aron, 1989).
La historia apunta a las actividades humanas en el pasado – y el historiador debe estar allí donde está la carne humana – (Bloch, 1987). La historia no se ocupa del hombre sino de las sociedades humanas, de los grupos organizados (Febvre, 1975). La historia engloba y registra todo lo que hemos hecho, los seres humanos que den finalmente en averiguar mediante sucesivas aproximaciones muestra lo que la especie ha llevado a cabo, y por qué (Novack, 1975). La historia será: un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo sin fin entre el presente y pasado (Carr, 1973). La historia no es sino un fragmento de un conjunto que abarca también el presente y el porvenir. No es más que un caso particular del problema general del hombre (...) tanto mayor conoce el hombre su pasado, menos es su esclavo. Allí reside la verdadera grandeza de la historia (Halkin, 1968). La historia es el registro de las creaciones del espíritu humano en cada terreno, tanto teórico como práctico. Y estas creaciones espirituales están siempre en los corazones y mentes de los hombres de genio, los artistas, los pensadores, los hombres de acción, los reformadores morales y religiosos (Novack, 1975). La historia significa nada menos que conocer los cimientos de nuestra vida actual, saber de dónde venimos, quienes somos y aumentar las probabilidades de saber a donde vamos (Tuñón, 1981).
La historia apunta a las actividades humanas en el pasado – y el historiador debe estar allí donde está la carne humana – (Bloch, 1987). La historia no se ocupa del hombre sino de las sociedades humanas, de los grupos organizados (Febvre, 1975). La historia engloba y registra todo lo que hemos hecho, los seres humanos que den finalmente en averiguar mediante sucesivas aproximaciones muestra lo que la especie ha llevado a cabo, y por qué (Novack, 1975). La historia será: un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo sin fin entre el presente y pasado (Carr, 1973). La historia no es sino un fragmento de un conjunto que abarca también el presente y el porvenir. No es más que un caso particular del problema general del hombre (...) tanto mayor conoce el hombre su pasado, menos es su esclavo. Allí reside la verdadera grandeza de la historia (Halkin, 1968). La historia es el registro de las creaciones del espíritu humano en cada terreno, tanto teórico como práctico. Y estas creaciones espirituales están siempre en los corazones y mentes de los hombres de genio, los artistas, los pensadores, los hombres de acción, los reformadores morales y religiosos (Novack, 1975). La historia significa nada menos que conocer los cimientos de nuestra vida actual, saber de dónde venimos, quienes somos y aumentar las probabilidades de saber a donde vamos (Tuñón, 1981).
Para Wright Mills (1974) la tarea del historiador consiste en
mantener completo el archivo humano; pero esta es, verdaderamente, una simple y
engañosa declaración de propósitos. El historiador representa la memoria
organizada de la humanidad, y esa memoria, como historia escrita, es
enormemente maleable. (1974; 158)
El problema del estudio
del pasado en la historia será resuelto por Enrique Moradiellos, cuando
señala:
En su calidad de ciencia humana, la Historia (mejor: las disciplinas históricas en plural) tiene un campo de trabajo peculiar que no es, ni puede ser, el “pasado”. Y ello porque el pasado, por definición, no existe, es tiempo finito, perfecto acabado y como tal incognoscible científicamente porque no tiene presencia física actual y material. De ahí deriva la imposibilidad radical de conocer el pasado tal y como realmente fue (en frase memorable de Leopold von Ranke) y la consecuente incapacidad para alcanzar una verdad absoluta sobre cualquier suceso pretérito... (1994, 7).
Es evidente que la labor del historiador no es una
mera descripción de los hechos del pasado. El final del siglo XX se ha
caracterizado por un cambio del panorama
de la concepción de la historia tanto teórica como práctica. A sí que:
“... La época de las grandes propuestas paradigmáticas, las del marxismo, de Annales, del estructural-cuantitativismo, a la que hemos asistido entre los años cuarenta y ochenta, ha dado paso a una época de crisis de paradigmas y de búsqueda de formas nuevas de investigación y de expresión...” (Aróstegui, 1995; 129).La crisis de los paradigmas ha originado el planteamiento del fin de la historia, pero este fin no es patrimonio de los llamados posmodernos ya que entre algunos modernos y tardomodernos encontramos dicho planteamiento; aunque otros lo niegan: “No acepto la polémica contra la modernidad. Me parece fruto del resentimiento, y el resentimiento es desde luego la primera de las malas pasiones del ser humano (Negri; 2000).
EL
FIN DE LA HISTORIA.
Es necesario iniciar este punto con lo
expresado por Rigoberto Lanz:
Se puede precisar con claridad lo que no es la metáfora del ‘fin de la historia’: 1ro. No es el fin de las valoraciones, las elecciones éticas o los intereses. 2do. No es la desaparición del tiempo como coordenada básica de toda práctica social. 3ro. No es la liquidación de la memoria colectiva (‘pasado’) sin la que resultaría incomprensible cualquier fenómeno sociocultural. 4to. No es la supresión de todo horizonte de ‘mañana’, sin lo cual la vida inerte implosionaría por efecto de su tediosa circularidad. (1999; 2).
Modernos: Pensadores
de la modernidad, cuestionaron la
Ilustración. Kant realizó una crítica al iluminismo e hizo un esfuerzo
en establecer los límites de la razón.
Hegel no dejó de hacer críticas a la Ilustración. La misma Iglesia a través de Pio IX criticó a la Ilustración y al modernismo.
La modernidad:
Se puede caracterizar, como un
fenómeno dominado por la idea de la
historia del pensamiento, entendida como
una progresiva ‘iluminación’ que se desarrolla sobre la base de un proceso cada vez más lento de apropiación
y reapropiación de los ‘fundamentos’ ,
los cuales a menudo conciben como los
‘orígenes’, de suerte que las
revoluciones, teóricas y prácticas, de la historia se presenta y legitiman por
lo común como recuperaciones,
reconocimientos, retornos. (Vattimo, 1987; 10).
Georg
Wilhelm F. Hegel (1770-1831):La historia es, para Hegel, la evolución de espíritu objetivo en su
proceso hacia la conciencia de su propia libertad y en ella se realiza la tesis
de la racionalidad de lo real y de la realidad, de la racional: las pasiones de
la historia no son más que astucias de la razón. Consideraba que le pasado que
podemos recoger de la cima de nuestro presente es la totalidad, es decir, la
historia total y la verdad total. (1980).
Después de Hegel,
la derecha hegeliana acepta la trascendencia del absoluto en el mundo de la
historia; y, la izquierda hegeliana la niega.
La izquierda hegeliana, transformó el sistema hegeliano en algo bien
diferente, e impregnado de gran espíritu crítico, y trasladó su interés a quien
consideraron como verdadero protagonista del proceso de la historia: el hombre
individual. Es con Hegel cuando se comienza a hablar de historicismo en sentido
estricto. Él decía que la historia del mundo es el juicio del mundo, en tal
sentido se tiene que:
Esto quiere decir que es la historia misma la que se erige en juez de los asuntos humanos, que el supremo ‘tribunal’ de la realidad esta constituido por el curso de los acontecimientos (...) es el propio acontecer histórico el que, con su proceder, absuelve o condena, separando a los que tenían razón de quienes estaban equivocados. Pero queda por explicar qué es este acontecer histórico, qué se entiende por historia. Para Hegel, la historia era una teofanía, un relevarse progresivo de Dios en el mundo. Vale decir que para Hegel el proceso histórico era la ejecución de los decretos de la Divina Providencia. Visto de este modo, el que la historia del mundo se erija en tribunal del mundo equivale a decir que Dios se comunica en la historia con los hombres y les notifica su voluntad a través de lo que acaece. (Sartori, 2000; 24-25).
Fue Hegel quien
primero escribió que en principio la historia ha terminado. Y excluía de la
verdadera historia a todos los pueblos de Asía, del Africa y de las Américas.
Los pueblos Orientales son geografía,
naturaleza, pero no son ni tienen historia. Ranke expresaría también que China y
la India no tenían historia; su condición pertenece más bien a la historia natural (1979). De manera
apodíctica Hegel (1989), nos dice que:
“América debe ser eliminada del ámbito en el que se ha movido hasta hoy la historia mundial. Lo que allá ha sucedido hasta ahora es sólo un eco del viejo mundo”.
Concepción eurocentrista de la historia, mantenida hasta la actualidad por
muchos historiadores. “Y como tierra del futuro no nos interesa en absoluto.
Pues en la historia tenemos que ver con lo que ha sido y lo que es, y en la
filosofía no con lo que sólo ha sido y
sólo será, sino con lo que es y
es eternamente: con la razón. Y con ésta ya tenemos suficientemente que hacer”. Aquí se desprende que para
Hegel la historia es simplemente pasado y presente, lo que ha sucedido y lo que
sucede. Con respecto al “Nuevo Mundo” es
interesante acotar lo siguiente:
El ‘Nuevo Mundo’ está geográficamente separado del Viejo Continente por el océano Atlántico. Sin embargo, el autentico ‘Nuevo Mundo’ no es América, sino la modernidad, y el océano más grande no es el Atlántico, sino la división histórico-metahistórica entre lo premoderno y lo moderno. (Heller, 2000; 215).
Francis Fukuyama: Aunque muchos piensan que es posmoderno, por haber
planteado el fin de la historia y de hablar de una época poshistórica. Pero su
pensamiento y su obra están ubicados en la modernidad. La tesis de Fukuyama se
encuentra en Hegel y es explotada por un hegeliano francés llamado A. Kojéve.
Fukuyama define la historia como la pugna humana por encontrar el sistema
político más razonable; la democracia liberal capitalista, que, según él,
siempre ha sido la mejor opción a seguir. Y al llegar a su punto optimo la democracia liberal, el sistema de libre
empresa y en neoliberalismo económico la historia ha llegado a su final. Dicho
final es el de la historia real y no el de la ciencia histórica. Solamente
falta que dicho sistema se extiende en todo el planeta, por que ya no hay nada
nuevo que inventar.
Derrida ataca de
una manera contundente la posición de Fukuyama, en tal sentido expresa: “En
lugar de cantar el advenimiento del ideal de la democracia y del mercado
capitalista en la euforia del fin de la historia, en lugar de celebrar el fin
de las ideologías y el fin de los grandes discursos emancipatorios, no seamos
negligentes jamás con esta evidencia
macroscópica hecha de innumerables sufrimientos singulares”. (1994 b).
Tardomodernos: Los
tardomodernos asumen ante la modernidad una
posición sumamente crítica, pero no rompen con la modernidad. Están
conscientes que se está viviendo una modernidad tardía y que existe una crisis
paradigmática, pero su pensamiento no parte de cero ya que sus raíces se
encuentran en los pensadores modernos.
Jacques Derrida. (El-Bihar, Argelia 1930): El método adoptado por Derrida se ha denominado
“deconstrucción”, que consiste en
fragmentar o deconstruir los textos de la tradición filosófica, acentuando
el carácter no representativo del lenguaje. Según él, el
lenguaje tiene que disolverse para dar lugar a la escritura. El saber de la
escritura, la gramatología, es un saber
de lo que está escrito, y esto es
independientemente del logos (palabra, concepto, discurso, expresión, pensamiento,
habla) y de la verdad, ya que no se trata de elaborar una ciencia, sino de
hacer aparecer el horizonte histórico en
el cual la escritura tiene lugar. Su pensamiento es un pensamiento histórico,
sus conceptos claves están todos del
lado de la historicidad: huella, signo, la verdad como conservación, tradición,
escritura, texto, etc. Derrida expresa: “Todas las cuestiones a propósito de
ser o del no ser (...) son cuestiones de herencia (...) Somos hechos (...) El
ser de lo que somos es, ante todo, herencia, lo que queremos o
no, lo sepamos o no. (1994 b). Derrida
ha criticado el logocentrismo occidental, pero ha sido bien claro en afirmar
que sólo podemos criticar la razón utilizando la razón. Critica la posiciones escatológicas
(3) asumida por los posmodernos:
... El Occidente ha estado dominado por un poderoso programa que ha sido también un contrato intransgredible entre los discursos sobre el fin. Los temas del fin de la historia y de la muerte de la filosofía no aparecen sino bajo las formas más globales, masivas y concentradas. (...) Y cualquier otro vendrá a refinar aún más, a anunciar lo mejor de lo mejor, o sea el fin del fin, el fin del final, porque el fin siempre ha comenzado ya, porque hay que distinguir aún entre la clausura y el fin, ya que aquella habría de participar, quiéralo o no, en el concierto, puesto que se trata, además del fin del metalenguaje a propósito del lenguaje escatológico. Aunque también cabe preguntarse si la escatología es un tono, y no la voz misma. (Derrida, 1994 a; 48-49).
Con respecto al
llamado fin de la historia, plantea dos afirmaciones: Que hay un fin de la
metafísica de la historia. Que no se puede renunciar a la historia, sin ella no
hay futuro. “De lo que hay que desconfiar, repito, es del concepto metafísico
de historia. El concepto de la historia
como historia del sentido” (1977; 74).
Gilles Deleuze. (1925-1995). En 1972, a raíz de su
colaboración con Felix Guattari, se inauguró una nueva fase del pensamiento deleuziano
referente a lo múltiple y a lo intempestivo. En el texto “Antiedipo: capitalismo y esquizofrenia”,
ambos autores se fijaron en el psicoanálisis, que devuelve la fuerza del deseo
a la única instancia del Edipo, pedestal
invariable de la neurosis. Opinaban, en cambio, que el deseo es la creación de vida, fuerza de invención y de experiencia,
quebranto de las normas. La filosofía de Deleuze, supone un elogio y permanece
atenta a los movimientos singulares de
los cuerpos en el espacio social, un
cuerpo sin órganos en el espacio liso del cual emana. No renuncia al concepto de la historia, dibuja una historia que no es hegeliana sino
fundamentalmente nietzscheana-marxista; en donde se expresan las relaciones de
poder que toman centro alrededor del estado y del capital.
Michel Foucault
(1926-1984): Desde su perspectiva, el saber, en la medida en que es capaz de
inventar la verdad, se hace poder y éste
avala la verdad inventada. Su antihumanismo califica como arqueológico el
estudio del hombre y su saber; éste es una invención reciente en la
historia del pensamiento, un repliegue
cuya desaparición ya está insinuada (muerte del hombre); el estudio del hombre
y tiene un objeto que depende de las estructuras epistemológicas en
que se
originan los momentos históricos
y sociales, las cuales se transforman bajo reglas o leyes propias. Así se generan historias diferentes
con ritmos diferentes; debido a estas
rupturas y cambios es necesario analizar lo específico y constitutivo
del cambio o transformación. Esta concepción de la historia lo sitúa en el
ámbito del antihistoricismo. Michel Foucault considera que la historia es el
eje de lo que él denomina episteme del siglo XIX, pero que estaría a punto de
concluir para entrar en algo que aún no sabemos. Dibuja un concepto de historia
alejado del hegelianismo. Una historia
de rupturas, discontinuidades, no lineal ni finalista, sino
contengentista y dibujada según diagramas de fuerza que dominan
periódicamente. No se trata, como ya se dijo, de la historia hegeliana, sino de
la historia efectiva de quien también habla
Nietzsche. La genealogía es desarrollada como un método histórico. Expresa
que no se hace la crítica del logos desde fuera del logos. “Cuando un
pensamiento prevé el fin de la historia, el otro anuncia lo infinito de la
vida” (1981, 293).
La obra de Foucault es toda ella historia, no se opone a la historia sino a cierta forma de historiografía (evolucionista y a la hegeliana), a una historia unilineal, teleológica, fundada unilateralmente en la idea de progreso. Rechaza el determinismo mecanicista y en su lugar privilegia el azar: “Las fuerzas presentes en la historia no obedecen ni a un destino, ni a una mecánica, sino al azar de la lucha”. (1978; 20). Encuentra líneas históricas con ritmos de desarrollo desigual: una acelerada de la política, otra de las ideas científicas, otra de las reflexiones filosóficas y otra de la civilización material. Con esta posición está reconociendo lo planteado por historiadores de la escuela francesa de los Annales, quienes modifican el concepto de tiempo, que ya no es considerado como un movimiento unidimensional del pasado al futuro, no existe ya un solo tiempo, sino tiempos muy diversos; encontrándose un tiempo estacionario (geográfico), uno lento (estructuras sociales y económicas) y el tiempo rápido (acontecimientos políticos).
La obra de Foucault es toda ella historia, no se opone a la historia sino a cierta forma de historiografía (evolucionista y a la hegeliana), a una historia unilineal, teleológica, fundada unilateralmente en la idea de progreso. Rechaza el determinismo mecanicista y en su lugar privilegia el azar: “Las fuerzas presentes en la historia no obedecen ni a un destino, ni a una mecánica, sino al azar de la lucha”. (1978; 20). Encuentra líneas históricas con ritmos de desarrollo desigual: una acelerada de la política, otra de las ideas científicas, otra de las reflexiones filosóficas y otra de la civilización material. Con esta posición está reconociendo lo planteado por historiadores de la escuela francesa de los Annales, quienes modifican el concepto de tiempo, que ya no es considerado como un movimiento unidimensional del pasado al futuro, no existe ya un solo tiempo, sino tiempos muy diversos; encontrándose un tiempo estacionario (geográfico), uno lento (estructuras sociales y económicas) y el tiempo rápido (acontecimientos políticos).
Jean Baudrillar (1929
Reims). Para Baudrillard no se da un fin de la historia, sino una simulación de
ese final; el final de la historia ya ha
ocurrido, simuladamente. Después del final de la historia quedan dos alternativas: - La simulación, mirar en retrospectiva,
en realidad una forma de repetición.- La
seducción, uno mismo llega a ser
objetivo, uno mismo se pierde en
objeto, solo seducir es mejor que retornar.
Disimular es fingir no tener lo que no se tiene. Simular es fingir tener lo que no se tiene. Lo uno remite a una presencia, lo otro a una ausencia. Pero la cuestión es más complicada, puesto que simular no es fingir (...) Así , pues, fingir, o disimular, dejan intacto el principio de realidad: hay una diferencia clara, sólo que enmascarada. Por su parte la simulación vuelve a cuestionar la diferencia de la ‘verdadero’ y de lo ‘falso’, de lo ‘real’ y de lo ‘imaginario’. (Baudrillard, 1993; 12).
Posmodernos: Para
Eagleton (1998) La palabra posmodernismo
remite generalmente a una forma de la cultura
contemporánea, mientras que el término posmodernidad alude a un período
histórico específico.“...Podría decirse que la posmodernidad es la pérdida de
la inocencia de una cultura que tiene la sensación ‘epigonal’ de saber que todo
ha sido ya y que no es posible decir y hacer algo nuevo sin pecar de ingenuidad...”
(Cano, 1997; 260). “... El pensamiento posmoderno se liberó de la obsesión de
unidad y totalidad. La posmodernidad comienza donde el todo termina...” (Welsch, 1997;39). Ágnes Heller, recomienda entender el término
postmodernidad como equivalente a la conciencia histórica contemporánea de la
Edad Moderna. Lo postmoderno no es lo que sigue a la era moderna, sino lo que
sigue a la evolución de la modernidad. (2000; 213).
Las hipótesis
básicas de los posmodernos serían: el
final de la historia, el final de la modernidad, el final de la Ilustración, el
final de los metarrelatos. Pérdida de la certidumbre y de la fe, caída del racionalismo moderno, de la fe en el progreso
histórico y la utopía de la revolución. Derrida (1994 a) ha denominado a
esta tendencia de nuestro tiempo de
poner fin a muchas cosas como el Apocalipsis o el tomo apocalíptico de nuestra
época. Para los posmodernos el final de la historia se refiere al ocaso del
metarrelato historicista. Es pues, un tipo de discurso, de ideología, que ha configurado el saber humano desde hace
cerca de dos siglos. El historicismo se aplicó
a todas las ramas del saber humano. Y el final de la historia significa
el final del metarrelato historicista.
Los
posmodernos en su crítica del historicismo, toman en cuenta que la idea de la
historia universal ha funcionado como una ideología occidentalista, en una
historia eurocentrista (totalitarismo historiográfico). Si no hay una historia única universal, entonces se
infiere que hay muchas historias; la historia de cada pueblo, de cada cultura,
de cada nación, es decir, infinidad de
historias, de lenguas y de formas de vida. Privilegiando: la diversidad, la especificidad,
la contingencia y las localidades: las
formas de vida en toda su autonomía.
Rescatar las
tradiciones orales que muestran la importancia de constituir la historia como
diálogo entre la pluralidad de voces, como
mirarse así mismo. Aunque las tradiciones no representan la complejidad
de la vida, ella sirve para hacer conscientes a los pueblos de su propia historia y de la memoria colectiva
como suma de individualidades que les
constituye como diferencia. Para (Aronowitz-Giroux 1991), la historia colapsa
en el vértigo de las imágenes electrónicas
que sustituyen a la realidad. En
lugar de la historia se rescata la
contramemoria y se destacan los valores
de la vida cotidiana como fuente de potenciación.
Jean F. Lyotard.
(1924-1998): La obra de Lyotard es considerada ecléctica, una especie de fusión de las fronteras existentes entre la
ética, la política y la estética (la ley, la forma, el acontecimiento) las tres
apuntadas bajo un claro enfoque teórico que sigue los pasos
de Kant. En la condición posmoderna (1979) analizó la caída de lo universal y
constató una nueva discusión sobre el pensamiento de Hegel y Marx en el siglo
XX. Propuso una política favorable a las memorias y postuló un horizonte que conduciría a rechazar toda forma de
terror y de totalitarismo. Para Lyotard la historia es un metarrelato, el
metarrelato moderno por excelencia. En ese metarrelato, según él, cayeron sobre
todo Hegel y Marx, y sus seguidores;
pero no Kant, quien consideraba que la historia es una “novela en formación”
(1987), y el entusiasmo revolucionario una locura. Y la filosofía de la
historia, es una ilusión nacida de la apariencia de que los signos son ejemplos
o esquemas.
Richard Rorty (1931
Nueva York): Rorty se inclinó por la filosofía analítica y se adhirió al llamado giro lingüístico.
Posteriormente, el pensamiento antirrepresentacionalista de él ha desembocado
en el pragmatismo, según el cual la objetividad no debe ser ligada a ningún
tipo de trascendencia, sino que debe ser interpretada, más bien, como
intersubjetividad y solidaridad, de manera que se abra el camino hacia una
práctica democrática. Para Rorty el conocimiento histórico, no es simplemente
la acumulación de hechos observados del pasado; más bien, representa un examen
del pasado en función de los
intereses actuales, como los derechos
humanos y la autonomía individual. Por tanto, el pasado se moldea en función
preocupaciones actuales, pragmáticas. Rorty es fundamentalmente pragmático, al
asumir una concepción de la verdad haciendo hincapié en la función del individuo a la hora de alcanzar el
conocimiento, al menos, en parte en el contexto.
Gianni Vattimo (Turín
1936): Ha hecho una gran contribución al conocimiento de la hermenéutica de Hans-Georg Gadamer (4), planteamiento en el cual se basa para delinear los fundamentos
de una “ética de la interpretación” a
partir de la disolución de la metafísica
y el carácter histórico de la existencia humana. Considera que la tarea
actual del pensamiento consiste en repensar la
filosofía a la vez de una concepción débil del ser: movimiento, devenir,
interpretación, historia es lo que se ha
dado en llamar “pensiero debole”
(pensamiento débil). Para Vattimo la historia es historia de palabras, la
historia es un acontecer que consiste en
mensajes. O sea, él interpreta la idea de la historia de acuerdo con
su subido idealismo lingüístico:
Se hace cada vez más urgente mantener las relaciones con el pasado, construir una continuidad de la experiencia que es la única capaz de darle sentido. Los a priori lingüísticos que hacen posible nuestra experiencia del mundo no son estructuras eternas de la razón, sino justamente actos de palabra, trans-misión de mensajes que nos llegan del pasado, de la cultura, y sólo respondiendo a ellos podemos dar sentido a la experiencia vivida actualmente (1989; 9).
En última instancia la historia son fábulas (1987) que es necesario, mantener por una piedad hacia nosotros mismos, pues es
en esas fábulas donde encontramos
nuestra precaria identidad. La historia siempre ha sido fábula la diferencia es
que ahora tenemos esas fábulas y sabemos que
son fábulas, aunque tengamos que aferrarnos a ella por piedad hacia
nosotros: “Lo que queda tras la civilización del mundo verdadero no es el mundo
aparente como único mundo – y, por lo tanto,
como mundo verdadero a su turno- sino la historia de las fabulaciones” (1991).
NOTAS.
(1). Meta (metá). Voz griega a la que se
dio diversos significados: cambio, mutación, más allá, posterior (después), por
el medio. En general se usa para designar el propósito final que se persigue
alcanzar por medio de ciertas acciones conducentes al cumplimiento de tal
propósito. Los metarrelatos son discursos totalizadores en los que los miembros
de una encuentran legitimación y justificación de sus instituciones, sociales, económicas
y políticas.(2). Historicistas
en general fueron denominados a los de la escuela de Baden, desarrollada
desde principios del siglo XX, hasta aproximadamente 1914, sirvió de base al
Neokantismo, junto con la escuela de Hamburgo sus iniciadores fueron Wilhelm
Windelband y Heinrich Rickert. El campo
principal de reflexión fue el de las
ciencias de la cultura y la historia. Dilthey: Su obra añade al neokantismo una
tentativa por comprender la vida, la historia y el mundo, que integra toda
cosmovisión en la evolución histórica. Mannheim: Representante del historicismo
influenciado por Hegel, Marx, Dilthey y Weber. Considerado representante de una
sociología radical del saber. Troeltsch: Parte de su obra estuvo dirigida al
tema. “El historicismo y sus problemas” (1922). “El historicismo y su
superación” (1924). (3). Para Derrida
lo escatológico significa
ESKHATON, el fin, o más bien el
extremo, el límite, el término, lo
último, aquello que viene in extremos a
clausurar una historia, una genealogía o simplemente una serie nombrable (1994
a; 21). (4). Realizó una exploración hermenéutica del ser histórico manifiesto en el lenguaje. La hermenéutica es para
Gadamer un acontecer histórico y, en especial, un acontecer de la
tradición.
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