martes, 22 de marzo de 2016

EL FIN: ¿DE LA HISTORIA, LA HISTORICIDAD O EL HISTORICISMO?



Por: Luis Rafael García Jiménez.


                INTRODUCCIÓN

            Lawrence Stone (1986) expresó el fin de la creencia de que se  sea posible   la explicación científica coherente de las transformaciones del pasado, pero los posmodernos  van más allá, ya que defienden la tesis de que toda coherencia es sospechosa. Lo posmoderno consistiría en negar que la historiografía haga referencia a la realidad; inclusive  la historia puede  llegar a ser poesía tal como afirma White (1998), porque  no existe ningún criterio histórico-filosófico de la verdad; idea  compartida por Bachelard (1978) quien entiende la ciencia como una actividad poética para la cual no existe una lógica o un método de investigación. Los historiadores modernos sustentaron su pensamiento en una historia lineal con un tiempo cronológico, herederos del pensamiento judeo-cristiano, además  de basarse en la razón, la verdad, la jerarquía, la universalidad, la idea del progreso, la certidumbre, el dominio de la naturaleza, de un pensamiento único y disciplinario y los paradigmas como estaciones de saberes.

 Entre los modernos encontramos autores que plantearon el fin de la historia, en tal sentido en el presente trabajo se estudiarán a Hegel y Fukuyama. Los tardomodernos  serán aquellos que critican profundamente a la modernidad pero no rompen con ella, ya que están conscientes que ningún pensamiento comienza desde cero. Critican la historia de la modernidad pero plantean nuevas visiones y nuevas interpretaciones; para ellos la historia no ha llegado a su fin, lo que ha llegado a su fin son ciertas  historiografías. Entre los tardomodernos analizados se encuentran, por ejemplo: Derrida  quien critica la  metafísica de la historia pero mantiene la necesidad de la historia, como tradición, huella y conservación. Foucault quien expresa que la historia es el eje de lo que él denomina episteme del siglo XIX. Y Baudrillard que no ve el fin de la historia sino una simulación. 

El  posmodernismo  pueden ser visto: Como tematización y estilo de pensamiento que intenta dar consistencia y coherencia. Como ambiente histórico y cultural, con percepciones discontinuas y fragmentarias; es decir, la posmodernidad como discurso y como condición epocal. Como posición de un acto  académico. Solamente Lyotard plantea el fin de la historia de una manera apocalíptica, considerándola un metarrelato y Vattimo la ve como fábulas necesarias. Tanto tardomodernos como posmodernos critican  la concepción histórica de Hegel

LA HISTORIA EN LA MODERNIDAD.

            La  Historia:  A los ojos de la modernidad la historia ha sido: investigación, análisis, descripción y narración ordenada, geográfica y cronológicamente de los hechos humanos que  han sido trascendente en la formación de las  naciones, los pueblos y de los conceptos universales relativos a la  política y, en general, a toda la sociedad. Los modernos han planteado que el conocimiento de la historia es fundamental para la previsión  del futuro de la humanidad, puesto que el  conocimiento de los hechos pasados, sus causas y consecuencias, permitirían prever errores con base en la  experiencia. Conociendo el pasado se comprendería el presente y se planificaría el futuro. 
El término historia ha sido usado en diversos contextos: Aristóteles (384-322 a de C.) lo utilizó en  su obra “Historia Animalium”, en el sentido de  información adquirida mediante la investigación  o búsqueda. Francis Bacon (1561-1626)   lo uso en el sentido de conocimiento de objetos determinados en el espacio y el tiempo, no de las esencias o naturalezas, en donde se origina su división: a) Historia de la naturaleza,  b) Historia del hombre, c) Historia sagrada. En tiempos recientes se ha denominado historiografía a las disciplinas históricas o ciencia histórica, diferentes de la historia propiamente dicha (como ciencia) o realidad histórica (el hecho histórico).
Vattimo nos dice que: una de las visiones más difundidas y atendibles de la modernidad es la que caracteriza  efectivamente como la ‘época de la historia’ (como también lo expresara Nietzsche)  frente a la mentalidad antigua dominada  por una visión naturalista y cíclica de curso del mundo. Es únicamente la modernidad la que, desarrollando y elaborando la herencia judeocristiana ( la idea de la historia como historia de la salvación articulada en creación, pecado,  redención, espera del juicio final), confiere denominación  ontológica a la historia y da significación determinante a nuestra colocación en el curso de la historia. (1987; 11). 
 Filosofía de la historia: La filosofía de la historia ha sido denominada también metahistoria (1). Es la parte de la filosofía cuyo fin consiste en comprender la historia desde los últimos fundamentos de ser y del conocer, apoyada principalmente en la historia como ciencia, en la  antropología y, en general, en la metafísica. Ella ha sido dividida en: Lógica de la historia, que investiga los fundamentos, supuestos y métodos de la historia como ciencia. Metafísica de la historia, que trata de indagar la causa y la esencia de la historia y, sobre todo, de darle un sentido global. Los griegos ahondaron en algunos temas  como las llamadas teorías de la decadencia o las del  curso cíclico. San Agustín (454-430) la enmarcó dentro del sentido teológico, enunciada en su obra “La ciudad de Dios”, expone toda una filosofía del Estado, en la que la historia depende de Dios. Para él, la historia de la humanidad es, en su  totalidad, la lucha entre el reino de Dios y el reino del mundo (civitas dei-civitas terrena). Los pensadores de la Ilustración, como:
 a) Johann Gottfried Herder (1744-1803)  - fundador del pensamiento filosófico-histórico alemán - , empezó con una visión del campo histórico como un conjunto efectivamente infinito de hechos particulares, cuyos orígenes se suponían  totalmente incognoscible por la razón (1959). Basado en extensos  estudios que hizo de la historia de varios pueblos, en especial de las  culturas antiguas, tanto   europeas  como orientales,  analizó, en primer lugar, el encuentro de esas culturas para explicar la civilización europea de su época y, en segundo lugar, desarrolló una doctrina del progreso de la historia y del avance de la sociedad hacia el humanismo, basado en  sus estudios acerca del progreso de la naturaleza, es decir,  definió como fin de esa evolución una sociedad que debe tener como base la  justicia y la  razón . 
  b) Condorcet (1743-1794) en  su teoría de la historia, el imperio de la razón debe ser objeto de la evolución histórica. Esta evolución puede ser regresiva cuando el hombre  no se esfuerza en practicar la verdadera filosofía, que consiste en la aclaración  del saber en la moralidad.
 c) Montesquieu (1689-1755) afirmaba de que las leyes de cada país son reflejo del pueblo que las obedece, distinguió tres  clases de constitución que se repiten en la historia: despotismo, monarquía y república.
 d) Voltaire (1694- 1778) – de él procede la denominación “filosofía de la historia” (1765) - , planteaba una confianza optimista, la lucha contra el mal y contra el oscurantismo, contra el prejuicio y la inútil  frondosidad de la historia. Para él la importancia de la historia  en el campo de la filosofía era la necesidad de buscar en la primera  los escasos momentos en los cuales se ha producido la unión de la debilidad del espíritu  con la fortaleza del déspota. (1990).
            Condorcet, Montesquieu y Voltaire, combatieron  la teologización de la historia e introdujeron ideas como la de la causalidad, la de la influencia del  medio social y geográfico sobre el hombre y vieron el proceso histórico como una unidad. Los Idealistas concibieron la  historia como la realización  de una idea divina y los naturalistas (por ejemplo,  en el positivismo de Comte), como un aspecto  necesario de las leyes naturales. Hegel la concibió como un proceso único, sujeto a la ley, internamente necesario, del autodesarrollo del espíritu, de la idea o curso deveniente del espíritu objetivo. Para el marxismo, la historia tiene sentido  cuando se ajusta al desarrollo de las fuerzas productivas del hombre que lo impulsa a una  sociedad sin clases.
            Historicidad: Este vocablo utilizado para indicar la razón  que eleva un suceso a historia y constituye ésta en cuanto tal. Es importante subrayar que el  concepto difiere del de historia, pues la historicidad se refiere a aquello que  le da fundamento al cambio histórico e involucra al  ser (como ser histórico); por tanto, la historicidad se constituye en un paso previo a la historia como tal. Pensadores, a quienes se llamó historicistas, como: Wilhelm Dilthey (1833-1911), Karl Mannheim (1893-1947) y Ernst Troeltsch (1865-1923); ahondaron en este tema y consideraron que sólo en este proceso se revelan las posibilidades ocultas de la naturaleza humana. (2). Martin Heidegger (1889-1976), planteó el problema de la historicidad en un  sentido ontológico-existenciario, consideró  a la historia  como un resultado de ésta y enmarcó el concepto  de historicidad  dentro de la posibilidad de construir la historia; en otras palabras, el ser-ahí (dasein) no es temporal por  estar en la historia, sino que existe históricamente por ser temporal (1968).
Historicismo: Es una tendencia dentro de la explicación de los hechos, a  atribuir el primer lugar a la historia. El término se refiere al conocimiento de los fenómenos históricos y sus nexos con las condiciones que los determinan. Muchos filósofos han sido historicistas en lo que se  refiere  a sus análisis del ser y de su trascendencia como tal. El historicismo es una corriente de pensamiento que reconoce el supremo valor de la historia como componente fundamental de la naturaleza y del sujeto humano.  Esta doctrina o corriente tiene antigua raíces, entre ellas, a  los sofistas griegos y a  Giambattista Vico (1668-1744) quien soñó y creyó haber encontrado, una poética de la historia, principios de una nueva ciencia (1978) -adelantándose  a Bachelard y a Feyerabend- .  Los historicistas, plantearon la importancia de la historia para comprender la sociedad; pero adquirió una especial relevancia en el siglo XIX, con el desarrollo del nacionalismo.
Dilthey es el principal historicista dentro de la  filosofía de nuestro tiempo; escribió también  varias  obras de carácter histórico y numerosos análisis de la  filosofía de la historia (1944a – 1944b). Describe al hombre como un ser cuya lucha primordial se desarrolla en el campo de la historia con el propósito primordial de  que el mundo sea dominado por el espíritu. El conocimiento del hombre se basa en el conocimiento de sí mismo, ya que nuestras propias vivencias son  susceptibles  de ser investigadas. Este conocimiento debe hacerse mediante un estricto método analítico,  ni metafísico ni apriorístico, que sólo puede lograr la psicología: la estructura del hombre interior revela y explica los cambios históricos y la conexión existente entre los fenómenos diversos de la historia. También la filosofía está determinada en su evolución por  los cambios externos a ella misma, por  el concepto histórico que permite  fijar posiciones y utilizar elementos que se dan a partir  de las interpretaciones propias de cada una de las formas que adopta cada civilización; lo único que  proporciona al pensamiento especulativo unidad es la voluntad de definir claramente la posición del hombre para poder establecer su propia supremacía. 

A partir  de la tesis desarrollada por Dilthey se despertó un creciente interés  por el análisis de los problemas que presenta el método de la historia y el significado de la misma, del  cual formaron parte importantes filósofos e historiadores como: Max Weber (1864-1920) su sociología es a la vez  una filosofía de la historia, en la cual se intenta comprender cada período combinando el examen  empírico de la construcción del tipo ideal (1958. 1974). Oswald Spengler (1880-1936) describe  la  historia como una sucesión de culturas, en las que  la fuerza es el único factor que determina el  triunfo de una sobre otra, y que están constituidas, tal como un organismo biológico, por  culturas abocadas al desgaste y la decadencia; esta interpretación de la cultura y de la historia es relativista y naturalista. 
El concepto de historicismo admite diferentes interpretaciones, y debe ser matizado en cada uno de sus usos. Conviene tener en cuenta que una de las doctrinas  más significativas que se hacen contra el historicismo proviene de su carácter relativista: al estar todo condicionado por la evolución histórica, no parece posible defender una verdad sustancial de tipo determinado. Del análisis al historicismo que Karl Raimund Popper (1902-1994) hizo en su obra La miseria del historicismo, se desprende que: “... no podemos predecir el curso futuro de la historia humana... No puede haber una teoría científica del desarrollo histórico que sirva de  base para  la predicción histórica...” (1981,12).
Historiadores modernos.   Como es sabido, la Modernidad se instaura sobre las “cenizas” de la antigüedad. La visión que hemos tenido hasta ahora, de la denominada Edad Media o medioevo ha sido a través de los  ojos parcializados del Renacimiento, éste, aunque nunca se lo propuso, fue el puente entre la  Edad Media y la denominada Modernidad. 
Para los renacentistas la Edad Media fue eminentemente oscura, fanática, religiosa en extremo, atrasada, intolerante entre otros calificativos  peyorativos. Cuando en honor a la verdad, si bien  los cambios fueron lentos, fue un transito histórico necesario de la civilización occidental. El Renacimiento (como transición) supuso un cambio súbito de actitud frente al mundo. Pero más aún frente  al pasado inmediato; durante el  Renacimiento el imaginario colectivo pareció darse  cuenta de que ha habido una ruptura de la continuidad vivida hasta entonces. Ese pasado inmediato era necesario borrarlo en la memoria y la mejor manera era ver sólo lo negativo del período anterior. Giacomo Marramao (1989), nos dice al respecto: La idea de la ruptura renacentista como eliminación del distanciamiento medieval del hombre de la civitas terrena y del mundo natural, y por tanto como retorno a la formula clásica, ha constituido como es sabido, un topos historiográfico ampliamente difundido y que ha perdurado largamente.
Para Kant (1983), en la Edad Media el dogmatismo reinaba como un déspota, pero como ha quedado demostrado, en la Modernidad quien ha reinado  como una déspota ha sido la razón. No solamente la razón (que explica y ordena al mundo) ha reinado; el modo de pensar estuvo, caracterizado  también por: el orden, la jerarquía, la universalidad, la certidumbre, la verdad, el progreso, un pensamiento único y disciplinario, el dominio de la naturaleza y los paradigmas como estaciones de saberes (positivismo, marxismo...). La Modernidad se ha identificado con el primado del sujeto, el humanismo y el historicismo.
Federico Nietzsche (1979), expresaba que nuestra época esta orgullosa de su sentido histórico. Durante la Modernidad “... fue realizado el traspaso del concepto de transcendencia desde el campo de la religión al de la historia, y por supuesto, al de la política, como medio de realización de la historia, en dirección de una utopía pre-establecida...” (Mires, 1996; 162). La historia judeo-cristiana, hegelianismo, positivismo, progresismo, evolucionismo (...), todos los cuales aspiraban a conducir a la humanidad a una salvación única y segura (Hottis, 199; 447). Vattimo caracteriza a la  Modernidad como:
 ...un fenómeno dominado por la historia del pensamiento, entendida como una progresiva ‘iluminación’ que se desarrolla sobre la base de un  proceso cada vez más lento de apropiación y  reapropiación de los ‘fundamentos’, los cuales a  menudo  se conciben como los ‘orígenes’, de suerte que las revoluciones, teóricas y prácticas de la historia occidental se presenta y se legitiman por lo común como ‘recuperaciones’, renacimientos, retornos... (1987; 10). 
      Los historiadores modernos lucharon durante siglos para que la historia fuera considerada  una disciplina científica, por todos los medios  trataron de demostrar la objetividad absoluta de la historia  y del historiador. La investigación histórica comenzó a seguir al pie de la letra los pasos científicos, inclusive llegaron a proponer leyes históricas, pasando a ser más naturalistas que los naturalistas; siendo la historia la primera ciencia  social que lograra una existencia  autónoma en la república de las ciencias.
La historia moderna ha girado en torno a la idea del progreso, tanto positivistas como marxistas  fijaron al progreso como su objetivo terminal o meta. De acuerdo a  Hannah Arendt “... la idea de progreso no denota cualidad objetiva de la historia o la naturaleza: es el resultado inevitable de la acción humana...” (1996,73).      
           
La Modernidad será la época de la  legitimación metafíco-historicista; la historicidad lineal, progresiva y la fenitud fundarán  la contextura del saber moderno. Los  historiadores cuando definen la historia siempre coinciden en considerarla  como una ciencia encargada de estudiar el pasado. Pero no consideran  que el pasado es una  construcción hecha  en el presente, con toda su carga de prejuicios y de valores preestablecidos, cada generación de historiadores dará su versión del pasado. Entre las definiciones  más conocidas se tienen: La historia se ocupa de las acciones humanas  en el pasado (Collingwood, 1990). La historia es el estudio del pasado humano (Aron, 1989).

 La historia apunta a las actividades humanas en el pasado – y el historiador  debe estar allí donde está la carne humana – (Bloch, 1987). La historia no se ocupa del hombre sino de las  sociedades humanas, de los grupos organizados (Febvre, 1975). La historia engloba y registra todo lo que hemos hecho, los seres humanos que den finalmente en averiguar mediante sucesivas aproximaciones  muestra lo que  la especie ha llevado a cabo,  y por qué (Novack, 1975). La historia será: un proceso continuo de  interacción entre el historiador  y sus hechos, un diálogo sin fin entre el presente y  pasado (Carr, 1973). La historia no es sino un  fragmento de un conjunto que abarca también el presente y el porvenir. No es más que un  caso particular del problema general del hombre (...)  tanto mayor conoce el hombre su pasado, menos  es su esclavo. Allí reside la verdadera  grandeza de la historia (Halkin, 1968). La historia es el  registro de las creaciones del espíritu humano  en cada terreno, tanto teórico como práctico. Y estas creaciones espirituales están siempre en los corazones y mentes de los hombres de genio, los artistas, los pensadores, los hombres de acción, los reformadores  morales y religiosos (Novack, 1975). La historia significa nada menos que conocer los cimientos de nuestra  vida actual, saber de dónde venimos, quienes somos y aumentar las probabilidades de saber a donde vamos  (Tuñón, 1981).
Para Wright Mills (1974) la tarea del historiador consiste en mantener completo el archivo humano; pero esta es, verdaderamente, una simple y engañosa declaración de propósitos. El historiador representa la memoria organizada de la humanidad, y esa memoria, como historia escrita, es enormemente maleable. (1974; 158) 
 El problema del  estudio  del pasado en la historia será resuelto por Enrique Moradiellos, cuando señala:
En su calidad de ciencia humana, la Historia (mejor: las disciplinas históricas en plural) tiene un campo de trabajo peculiar que no es, ni puede ser, el “pasado”. Y ello porque el pasado, por definición, no existe, es tiempo finito, perfecto acabado y como tal incognoscible científicamente porque no tiene presencia física actual y material. De ahí deriva la imposibilidad  radical de conocer  el pasado tal y como realmente fue (en frase  memorable de Leopold von Ranke) y la consecuente  incapacidad  para alcanzar una verdad absoluta sobre cualquier suceso pretérito... (1994, 7).
Es evidente que la labor del historiador  no es una  mera descripción de los hechos del pasado. El final del siglo XX se ha caracterizado  por un cambio del panorama de la concepción de la historia tanto teórica como práctica. A sí que:
 “... La  época de las grandes propuestas paradigmáticas,  las del marxismo, de Annales, del estructural-cuantitativismo, a la que hemos  asistido  entre los años cuarenta y ochenta, ha dado paso a una época de crisis de paradigmas y de búsqueda de formas nuevas de investigación y de expresión...” (Aróstegui, 1995; 129). 
La  crisis de los paradigmas ha originado el planteamiento del fin de la historia, pero este fin no es patrimonio de los llamados posmodernos ya que entre algunos   modernos y tardomodernos encontramos dicho planteamiento; aunque otros lo niegan: “No  acepto la polémica contra la modernidad. Me parece fruto del resentimiento, y el resentimiento es desde luego la primera de las malas pasiones del ser humano (Negri; 2000).

EL FIN DE LA HISTORIA.

Es necesario iniciar este punto con lo expresado por Rigoberto Lanz:
Se puede precisar con claridad lo que no es la metáfora del ‘fin de la  historia’: 1ro. No es el fin de las valoraciones, las elecciones éticas o los intereses. 2do. No es la desaparición del tiempo como coordenada básica de toda práctica social. 3ro.  No es la liquidación de la memoria colectiva (‘pasado’) sin la que resultaría incomprensible cualquier  fenómeno sociocultural. 4to.  No es la supresión de todo horizonte de ‘mañana’, sin lo cual la vida inerte implosionaría por efecto de su tediosa circularidad. (1999; 2).
            Modernos: Pensadores de la modernidad, cuestionaron la  Ilustración. Kant realizó una crítica al iluminismo e hizo un esfuerzo en  establecer los límites de la razón. Hegel no dejó de hacer críticas a la Ilustración. La  misma Iglesia a través de Pio IX criticó  a la Ilustración y al modernismo.
La modernidad: Se puede  caracterizar, como un fenómeno   dominado por la idea de la historia  del pensamiento, entendida como una progresiva ‘iluminación’ que se desarrolla sobre la base  de un proceso cada vez más lento de  apropiación  y reapropiación de los ‘fundamentos’ ,  los cuales a menudo conciben como los  ‘orígenes’,  de suerte que las revoluciones, teóricas y prácticas, de la historia se presenta y legitiman por lo común  como recuperaciones, reconocimientos, retornos. (Vattimo, 1987; 10).
Georg Wilhelm F. Hegel (1770-1831):La historia es, para Hegel,  la evolución de espíritu objetivo en su proceso hacia la conciencia de su propia libertad y en ella se realiza la tesis de la racionalidad de lo real y de la realidad, de la racional: las pasiones de la historia no son más que astucias de la razón. Consideraba que le pasado que podemos recoger de la cima de nuestro presente es la totalidad, es decir, la historia total y la verdad total. (1980).
            Después de Hegel, la derecha hegeliana acepta la trascendencia del absoluto en el mundo de la historia; y, la izquierda hegeliana la niega.  La izquierda hegeliana, transformó el sistema hegeliano en algo bien diferente, e impregnado de gran espíritu crítico, y trasladó su interés a quien consideraron como verdadero protagonista del proceso de la historia: el hombre individual. Es con Hegel cuando se comienza a hablar de historicismo en sentido estricto. Él decía que la historia del mundo es el juicio del mundo, en tal sentido se tiene que:
         Esto quiere decir que es la historia misma la que se erige en juez de los asuntos humanos, que el supremo ‘tribunal’ de la realidad esta constituido por el curso de los acontecimientos (...) es el propio acontecer histórico el que, con su proceder, absuelve o condena, separando a los que tenían razón de quienes estaban equivocados. Pero queda por explicar qué es este acontecer histórico, qué se entiende por historia.  Para Hegel, la historia era una teofanía, un relevarse progresivo de Dios en el mundo. Vale decir que para Hegel el proceso histórico era la ejecución  de los decretos  de la Divina Providencia. Visto de este modo, el que la historia del mundo se erija en tribunal del mundo equivale a decir que Dios se comunica en la historia con los hombres y les notifica su voluntad a través de lo que acaece. (Sartori, 2000; 24-25).
            Fue Hegel quien primero escribió que en principio la historia ha terminado. Y excluía de la verdadera historia a todos los pueblos de Asía, del Africa y de las Américas. Los pueblos  Orientales son geografía, naturaleza, pero no son ni tienen historia. Ranke expresaría también que China y la India no tenían historia; su condición pertenece más bien  a la historia natural (1979). De manera apodíctica  Hegel (1989), nos dice que: “América debe ser eliminada del ámbito en el que se ha  movido hasta hoy la  historia mundial. Lo que allá ha sucedido  hasta ahora es sólo un eco del viejo mundo”. Concepción eurocentrista de la historia, mantenida hasta la actualidad por muchos historiadores. “Y como tierra del futuro no nos interesa en absoluto. Pues en la historia tenemos que ver con lo que ha sido y lo que es, y en la filosofía no con lo que sólo ha sido y  sólo será, sino  con lo que es y es eternamente: con  la razón.  Y con ésta ya tenemos suficientemente  que hacer”.  Aquí se desprende que para Hegel la historia es simplemente pasado y presente, lo que ha sucedido y lo que sucede. Con respecto  al “Nuevo Mundo” es interesante acotar lo siguiente:
 El ‘Nuevo Mundo’ está geográficamente separado del Viejo Continente por el océano Atlántico. Sin embargo, el autentico ‘Nuevo Mundo’ no es América, sino la modernidad, y el océano más grande  no es el Atlántico, sino la división histórico-metahistórica entre lo premoderno y lo moderno. (Heller, 2000; 215).
Francis Fukuyama: Aunque muchos  piensan que es posmoderno, por haber planteado el fin de la historia y de hablar de una época poshistórica. Pero su pensamiento y su obra están ubicados en la modernidad. La tesis de Fukuyama se encuentra en Hegel y es explotada por un hegeliano francés llamado A. Kojéve. Fukuyama define la historia como la pugna humana por encontrar el sistema político más razonable; la democracia liberal capitalista, que, según él, siempre ha sido la mejor opción a seguir. Y al llegar a su punto optimo  la democracia liberal, el sistema de libre empresa y en neoliberalismo económico la historia ha llegado a su final. Dicho final es el de la historia real y no el de la ciencia histórica. Solamente falta que dicho sistema se extiende en todo el planeta, por que ya no hay nada nuevo que inventar.
            Derrida ataca de una manera contundente la posición de Fukuyama, en tal sentido expresa: “En lugar de cantar el advenimiento del ideal de la democracia y del mercado capitalista en la euforia del fin de la historia, en lugar de celebrar el fin de las ideologías y el fin de los grandes discursos emancipatorios, no seamos negligentes jamás  con esta evidencia macroscópica hecha de innumerables sufrimientos singulares”. (1994 b).
            Tardomodernos: Los tardomodernos asumen ante la modernidad una  posición sumamente crítica, pero no rompen con la modernidad. Están conscientes que se está viviendo una modernidad tardía y que existe una crisis paradigmática, pero su pensamiento no parte de cero ya que sus raíces se encuentran en los pensadores modernos.
            Jacques Derrida. (El-Bihar,  Argelia 1930): El  método adoptado por Derrida se ha denominado “deconstrucción”, que consiste  en fragmentar o deconstruir los textos de la tradición filosófica, acentuando el  carácter  no representativo del lenguaje. Según él, el lenguaje tiene que disolverse para dar lugar a la escritura. El saber de la escritura, la gramatología, es  un saber de lo que está escrito, y  esto es independientemente del logos (palabra, concepto, discurso, expresión, pensamiento, habla) y de la verdad, ya que no se trata de elaborar una ciencia, sino de hacer  aparecer el horizonte histórico en el cual la escritura tiene lugar. Su pensamiento es un pensamiento histórico, sus conceptos claves  están todos del lado de la historicidad: huella, signo, la verdad como conservación, tradición, escritura, texto, etc. Derrida expresa: “Todas las cuestiones a propósito de ser o del no ser (...) son cuestiones de herencia (...) Somos hechos (...) El ser de lo que  somos  es, ante todo, herencia, lo que queremos o no,  lo sepamos o no. (1994 b). Derrida ha criticado el logocentrismo occidental, pero ha sido bien claro en afirmar que sólo podemos criticar la razón utilizando la razón. Critica la posiciones escatológicas (3) asumida por los posmodernos:
         ... El Occidente ha estado dominado por un  poderoso programa que ha sido también  un contrato intransgredible entre los discursos sobre el fin. Los temas del fin de la historia y de la  muerte de la filosofía no aparecen sino bajo las formas más globales, masivas y  concentradas. (...) Y cualquier otro vendrá a refinar aún más, a anunciar lo mejor de lo mejor, o sea el fin del fin, el fin del final, porque el fin  siempre ha comenzado ya, porque hay que distinguir aún entre la clausura y el fin, ya  que aquella habría de participar, quiéralo o no, en el  concierto, puesto que se trata, además del fin del metalenguaje a propósito del lenguaje escatológico. Aunque  también cabe  preguntarse si la escatología es un tono, y no la voz misma. (Derrida, 1994 a; 48-49).
            Con respecto al llamado fin de la historia, plantea dos afirmaciones: Que hay un fin de la metafísica de la historia. Que no se puede renunciar a la historia, sin ella no hay futuro. “De lo que hay que desconfiar, repito, es del concepto metafísico de historia. El  concepto de la historia como historia del sentido” (1977; 74).        
            Gilles  Deleuze. (1925-1995). En 1972, a raíz de su colaboración con Felix Guattari, se inauguró una nueva fase  del pensamiento deleuziano referente a lo múltiple y a lo intempestivo. En el  texto “Antiedipo: capitalismo y esquizofrenia”, ambos autores se fijaron en el psicoanálisis, que devuelve la fuerza del deseo a la  única instancia del Edipo, pedestal invariable de la neurosis. Opinaban, en cambio, que el deseo es la creación de  vida, fuerza de invención y de experiencia, quebranto de las normas. La filosofía de Deleuze, supone un elogio y permanece atenta a los movimientos singulares  de los  cuerpos en el espacio social, un cuerpo sin órganos en el espacio liso del cual emana. No  renuncia al concepto de la historia,  dibuja una historia que no es hegeliana sino fundamentalmente nietzscheana-marxista; en donde se expresan las relaciones de poder que toman centro alrededor del estado y del capital.
            Michel Foucault (1926-1984): Desde su perspectiva, el saber, en la medida en que es capaz de inventar la verdad, se hace  poder y éste avala la verdad inventada. Su antihumanismo califica como arqueológico el estudio del  hombre y su  saber; éste es una invención reciente en la historia del pensamiento, un  repliegue cuya desaparición ya está insinuada (muerte del hombre); el estudio del hombre y tiene  un objeto que  depende de las estructuras epistemológicas en que  se  originan  los momentos históricos y sociales, las cuales se transforman bajo reglas o leyes  propias. Así se generan historias diferentes con ritmos diferentes; debido a estas  rupturas y cambios es necesario analizar lo específico y constitutivo del cambio o transformación. Esta concepción de la historia lo sitúa en el ámbito del antihistoricismo. Michel Foucault considera que la historia es el eje de lo que él denomina episteme del siglo XIX, pero que estaría a punto de concluir para entrar en algo que aún no sabemos. Dibuja un concepto de historia alejado del hegelianismo. Una historia  de rupturas, discontinuidades, no lineal ni finalista, sino contengentista  y dibujada  según diagramas de fuerza que dominan periódicamente. No se trata, como ya se dijo, de la historia hegeliana, sino de la historia efectiva de quien también habla  Nietzsche. La genealogía es desarrollada como un método histórico. Expresa que no se hace la crítica del logos desde fuera del logos. “Cuando un pensamiento prevé el fin de la historia, el otro anuncia lo infinito de la vida” (1981, 293).  

  La  obra de Foucault es toda  ella historia, no se opone a la historia sino a cierta forma de historiografía (evolucionista y a la hegeliana), a una historia unilineal, teleológica,  fundada unilateralmente en la idea de progreso. Rechaza el determinismo mecanicista y en su lugar privilegia el azar: “Las fuerzas presentes  en la historia no obedecen ni a un destino, ni a una mecánica, sino al azar de la lucha”. (1978; 20). Encuentra líneas históricas con  ritmos de desarrollo desigual: una acelerada de la política, otra  de las ideas científicas, otra de las reflexiones  filosóficas y otra de la  civilización material. Con esta posición está reconociendo lo planteado por  historiadores de la escuela  francesa de los Annales, quienes modifican el concepto de tiempo, que ya no es considerado como un movimiento unidimensional del pasado al futuro, no existe ya un  solo tiempo, sino tiempos muy diversos; encontrándose un tiempo estacionario (geográfico), uno lento (estructuras sociales y económicas) y el tiempo rápido (acontecimientos políticos).
            Jean Baudrillar (1929 Reims). Para Baudrillard no se da un fin de la historia, sino una simulación de ese final; el final de  la historia ya ha ocurrido, simuladamente. Después del final de la historia quedan dos  alternativas: - La simulación, mirar en retrospectiva, en  realidad una forma de repetición.- La seducción, uno mismo llega a ser  objetivo, uno mismo  se pierde en objeto, solo seducir es mejor que retornar.
Disimular es fingir  no tener lo que no se tiene. Simular es fingir  tener lo que no se tiene. Lo uno  remite a una presencia, lo otro a una ausencia. Pero la cuestión es más complicada, puesto que simular no es fingir (...) Así , pues, fingir, o disimular, dejan intacto el principio de realidad: hay una diferencia clara, sólo que enmascarada. Por su parte la simulación vuelve a cuestionar la diferencia de la ‘verdadero’ y de lo ‘falso’, de lo ‘real’ y de lo ‘imaginario’. (Baudrillard, 1993; 12).
            Posmodernos: Para Eagleton (1998)  La palabra posmodernismo remite generalmente  a una forma de la cultura contemporánea, mientras que el término posmodernidad alude a un período histórico específico.“...Podría decirse que la posmodernidad es la pérdida de la inocencia de una cultura que tiene la sensación ‘epigonal’ de saber que todo ha sido ya y que no es posible decir y hacer algo nuevo sin pecar de ingenuidad...” (Cano, 1997; 260). “... El pensamiento posmoderno se liberó de la obsesión de unidad y totalidad. La posmodernidad comienza donde el todo termina...”  (Welsch, 1997;39). Ágnes  Heller, recomienda entender el término postmodernidad como equivalente a la conciencia histórica contemporánea de la Edad Moderna. Lo postmoderno no es lo que sigue a la era moderna, sino lo que sigue a la evolución de la modernidad. (2000; 213). 
            Las hipótesis básicas de los  posmodernos serían: el final de la historia, el final de la modernidad, el final de la Ilustración, el final  de los metarrelatos. Pérdida de  la certidumbre  y de la fe, caída del  racionalismo moderno, de la fe en el progreso histórico y la utopía de la revolución. Derrida (1994 a) ha denominado a esta  tendencia de nuestro tiempo de poner fin a muchas cosas como el Apocalipsis o el tomo apocalíptico de nuestra época. Para los posmodernos el final de la historia se refiere al ocaso del metarrelato historicista. Es pues, un tipo de discurso, de ideología, que  ha configurado el saber humano desde hace cerca de dos siglos. El historicismo se aplicó  a todas las ramas del saber humano. Y el final de la historia significa el final del metarrelato historicista.
       Los posmodernos en su crítica del historicismo, toman en cuenta que la idea de la historia universal ha funcionado como una ideología occidentalista, en una historia eurocentrista (totalitarismo historiográfico). Si no hay  una historia única universal, entonces se infiere que hay muchas historias; la historia de cada pueblo, de cada cultura, de  cada nación, es decir, infinidad de historias, de lenguas y de formas de vida. Privilegiando: la diversidad, la especificidad, la  contingencia y las localidades: las formas de vida en toda su autonomía.
            Rescatar las tradiciones orales que muestran la importancia de constituir la historia como diálogo entre la pluralidad de voces, como  mirarse así mismo. Aunque las tradiciones no representan la complejidad de la vida, ella sirve para hacer conscientes a los pueblos de  su propia historia y de la memoria colectiva como suma de individualidades que  les constituye como diferencia. Para (Aronowitz-Giroux 1991), la historia colapsa en el vértigo de las imágenes electrónicas  que  sustituyen a la realidad. En lugar de la  historia se rescata la contramemoria y se  destacan los valores de la vida cotidiana como fuente de potenciación.  
            Jean F. Lyotard. (1924-1998): La obra de Lyotard es considerada ecléctica, una especie de  fusión de las fronteras existentes entre la ética, la política y la estética (la ley, la forma, el acontecimiento) las tres apuntadas  bajo  un claro enfoque teórico que sigue los pasos de Kant. En la condición posmoderna (1979) analizó la caída de lo universal y constató una nueva discusión sobre el pensamiento de Hegel y Marx en el siglo XX. Propuso una política favorable a las memorias  y postuló un horizonte  que conduciría a rechazar toda forma de terror y de totalitarismo. Para Lyotard la historia es un metarrelato, el metarrelato moderno por excelencia. En ese metarrelato, según él, cayeron sobre todo Hegel y Marx,  y sus seguidores; pero no Kant, quien consideraba que la historia es una “novela en formación” (1987), y el entusiasmo revolucionario una locura. Y la filosofía de la historia, es una ilusión nacida de la apariencia de que los signos son ejemplos o esquemas. 
            Richard Rorty (1931 Nueva York): Rorty se inclinó por la filosofía analítica y  se adhirió al llamado giro lingüístico. Posteriormente, el pensamiento antirrepresentacionalista de él ha desembocado en el pragmatismo, según el cual la objetividad no debe ser ligada a ningún tipo de trascendencia, sino que debe ser interpretada, más bien, como intersubjetividad y solidaridad, de manera que se abra el camino hacia una práctica democrática. Para Rorty el conocimiento histórico, no es simplemente la acumulación de hechos observados del pasado; más bien, representa un examen del pasado en función  de los intereses  actuales, como los derechos humanos y la autonomía individual. Por tanto, el pasado se moldea en función preocupaciones actuales, pragmáticas. Rorty es fundamentalmente pragmático, al asumir una concepción de la verdad haciendo hincapié  en la función del  individuo a la hora de alcanzar el conocimiento, al menos, en parte en el contexto.
            Gianni Vattimo (Turín 1936): Ha hecho una gran contribución al conocimiento de la hermenéutica  de Hans-Georg Gadamer (4), planteamiento en el cual se basa para delinear los fundamentos de una “ética de la  interpretación” a partir de la disolución de la  metafísica y el carácter  histórico de la  existencia humana. Considera que la tarea actual del pensamiento consiste en repensar la  filosofía a la vez de una concepción débil del ser: movimiento, devenir, interpretación, historia es lo que se ha  dado en llamar “pensiero  debole” (pensamiento débil). Para Vattimo la historia es historia de palabras, la historia es un acontecer que consiste en  mensajes. O sea, él interpreta la idea de la historia de acuerdo con su  subido  idealismo lingüístico:
Se hace cada vez más urgente mantener las  relaciones con el pasado, construir una continuidad de la experiencia que es la única capaz  de darle sentido. Los a priori lingüísticos que hacen posible nuestra experiencia del mundo no son estructuras eternas de la razón, sino  justamente actos de palabra, trans-misión  de  mensajes que nos llegan del pasado, de la  cultura, y sólo respondiendo a ellos podemos  dar sentido a la experiencia vivida actualmente (1989; 9).
En última instancia la historia son fábulas  (1987) que es necesario, mantener  por una piedad hacia nosotros mismos, pues es en esas  fábulas donde encontramos nuestra precaria identidad. La historia siempre ha sido fábula la diferencia es que ahora tenemos esas fábulas y sabemos que  son fábulas, aunque tengamos que aferrarnos a ella por piedad hacia nosotros: “Lo que queda tras la civilización del mundo verdadero no es el mundo aparente como  único mundo – y, por lo tanto, como mundo verdadero a su turno- sino la historia de las fabulaciones (1991).   

NOTAS.
(1). Meta (metá). Voz griega a la que se dio diversos significados: cambio, mutación, más allá, posterior (después), por el medio. En general se usa para designar el propósito final que se persigue alcanzar por medio de ciertas acciones conducentes al cumplimiento de tal propósito. Los metarrelatos son discursos totalizadores en los que los miembros de una encuentran legitimación y justificación de sus instituciones, sociales, económicas y políticas.(2).  Historicistas   en general fueron denominados a los de la escuela de Baden, desarrollada desde principios del siglo XX, hasta aproximadamente 1914, sirvió de base al Neokantismo, junto con la escuela de Hamburgo sus iniciadores fueron Wilhelm Windelband y  Heinrich Rickert. El campo principal de reflexión fue el de  las ciencias de la cultura y la historia. Dilthey: Su obra añade al neokantismo una tentativa por comprender la vida, la historia y el mundo, que integra toda cosmovisión en la evolución histórica. Mannheim: Representante del historicismo influenciado por Hegel, Marx, Dilthey y Weber. Considerado representante de una sociología radical del saber. Troeltsch: Parte de su obra estuvo dirigida al tema. “El historicismo y sus problemas” (1922). “El historicismo y su superación” (1924). (3).  Para Derrida  lo escatológico significa  ESKHATON, el fin, o más  bien el extremo, el límite, el término,  lo último, aquello que  viene in extremos a clausurar una historia, una genealogía o simplemente una serie nombrable (1994 a; 21).  (4). Realizó una exploración hermenéutica del  ser histórico manifiesto en el lenguaje. La hermenéutica  es para  Gadamer un acontecer histórico y, en especial, un acontecer de la tradición.

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