Por: Luis
Rafael García J.
Como es sabido, la historia regional y local responde a tres necesidades
básicas del hombre en su cotidianidad: que conozca su procedencia, que tome
conciencia de la pertenencia y que tenga certidumbre de la permanencia; aunque
esté último punto es difícil de alcanzar en esta modernidad tardía llena de
incertidumbre, azar, caos, y globalizada.
Creo que en la actualidad uno de los aspectos más significativos de la
Historia regional y local; es la reivindicación de la cotidianidad: cada
persona es un experto en lo que tiene que ver con su vida cotidiana, recordemos
a Carlos Marx cuando expresaba que el ser humano (hombre o mujer), hace la
historia con decisiones y sus actos cotidianos, pero los hechos se desarrollan
independientemente de su voluntad.
La historia regional y local es la memoria colectiva de los pueblos,
como una suma de perspectivas individuales; dando nacimiento a las tradiciones
y costumbres, que les da identidad permitiendo una voluntad de vivir en un
espacio geográfico determinado.
Como ya se sabe la región histórica (subrregión y microrregión) ha
existido y existe independientemente del discurso histórico, independientemente
de la visión y concepción que tenga el historiador de ella. La región histórica
está determinada y delimitada por la acción del hombre, su presencia a través
de su actividad política, económica, social y cultural; esa acción del hombre
trasciende o no las regiones geográficas y administrativas. La única ingerencia
que tiene el historiador es darle un nombre a esa región, subrregión y
microrregión y delimitarla en el espacio y el tiempo.
Uno de los problemas que he podido detectar en algunos trabajos de
investigación de pre y postgrado sobre las regiones históricas; es que
confunden la región geográfica y la región administrativa con la región
histórica. La región geográfica está caracterizada por la homogeneidad natural,
por ejemplo: los Andes, Guayana, los Llanos. La región administrativa es una
demarcación política producto de la voluntad de los poderes del Estado. La
región histórica está caracterizada por la heterogeneidad natural formada por
la voluntad y acción económica – política del hombre, los límites de la región
histórica se va estableciendo como resultado de la acción del hombre sobre la
región geográfica o administrativa; la región histórica puede estar conformada
por una o varias regiones geográficas o
administrativas, como también una o varias regiones históricas pueden compartir
una región geográfica o administrativa.
Cuando el historiador delimita una región, una subrregión o una
microrregión histórica, sencillamente lo que está estudiando y delimitando es
al hombre, su radio de acción y su huella representada por su memoria colectiva
o la suma de memorias individuales.
De acuerdo con Lameiras (1998),
las regiones tienen un ritmo, una alternancia periódica de los elementos de un
proceso hechos en el tiempo, mediante la sucesión periódica de acontecimientos,
situaciones y coyunturas.
Ya hemos visto la región desde la perspectiva de los historiadores,
veamos como conciben la región los biológicos, economistas, geógrafos y
sociólogos.
Siguiendo lo planteado por José Lameiras (1998), para los biólogos, el
concepto de región se asocia estrechamente a los de nicho ecológico y
ecosistema. Su interés son los procesos y los acoplamientos por los cuales
agregados más o menos heterogéneos de seres vivos coexisten y se adaptan a un
territorio y sus recursos naturales. Para los economistas, propiamente tratando
de dividir un espacio territorial en términos, recursos y población; observan
las comunicaciones y los centros de producción, distribución y articulación de
mercados. Para los geógrafos los espacios no son solo ocupados sino también
percibidos, interpretados y realizados históricamente por sus habitantes, en
los términos de cumplir en ellos lo que las apariencias daban lugar a esperar.
Tales realizaciones constituyen una cadena que va desde la práctica hacia la experiencia
y el conocimiento. El hábitat, usar y experimentar un espacio lleva a un
conocimiento acumulado y a una planificación cotidiana que origina tanto
continuidades como cambios. La
percepción del espacio comienza en los lugares vividos en la vida diaria y
familiar, continúa en los espacios sociales que son significativos para los
habitantes de las localidades, y llega igualmente a través de representaciones,
a una conciencia, tanto práctica como “reflexiva” de lo regional. Todos estos
niveles de percepción del espacio, que poseen su propia lógica y especificidad,
manifiestan una forma de estructuración regional. Y para los sociólogos, han inferido a partir de una zona específica
condiciones o representaciones sobre la sociedad global (...) lo macro no
existe sin la suma atropellada e infinita de microcirscunstancias y de actores
individuales supuestos en el tiempo (Briceño – León, 1990; 14-15). La
escogencia de una localidad ha sido una estrategia investigativa en la
sociología que dio lugar a los llamados “estudios de comunidades”; por ejemplo
se tienen las obras de Robert Redfield (1930); Paul Lazarfeld, Marie Jahoda y
Hans Zeidel (1991).
Cuando analizamos a la región histórica en el contexto nacional
venezolano, no podemos caer en el error (ya común) en “ver” a las regiones
históricas desde la cima del Avila, es decir, no podemos “ver” a la región
histórica con la visión caraqueña de la historia nacional producto de las
clases dominantes o elites. Tampoco podemos caer en el error sutil, de mezclar o
“ver” como uno solo el tiempo nacional (el caraqueño) con el tiempo de las
regiones, microrregiones o una localidad. Más aún, cuando en una región podemos
ver diferentes tiempos, diferentes ritmos. Se ha caído también en el error de
medir todo bajo un tiempo cronológico determinado, y no percibimos los tiempos
estacionarios, lentos y rápidos producidos en la economía, la cultura, en lo
social y en lo político; como lo han visto y analizado los seguidores de la
Escuela de los Annales.
En lo referente a que sí somos una región o una subrregión, que la
llamamos Valenciana o Carabobeña; podemos decir que; la denominación sería lo
de menos, lo importante sería tener claro que una región tiene un carácter
dialéctico y cambiante, evoluciona o involuciona, dicho de otra manera: una
región puede ampliarse o reducirse en determinado período o época, es decir, lo
que ayer fue una región, hoy será una subrregión; mañana, y quizás una
microrregión.
Como se verá a continuación en el período pre – colonial, se puede hablar
de una región valenciana. En el período colonial hasta el siglo XIX Valencia
luchará por la capitalidad, dando origen a una subrregión que hemos denominado
también valenciana, dentro de la región centro norte costera venezolana.
De acuerdo a los estudios realizados por arqueólogos, y antropólogos se
puede inferir que durante la época indígena (precolonial) la actual región
centro norte costera tenía como centro jerarquizante a la cuenca del Lago de
Tacarigua (Valencia), dicha región precolonial la podemos denominar en la
actualidad como valenciana. Esta región “... incluía el Valle de Caracas, la
cuenca del Lago de Valencia y Archipiélago de los Roques y posiblemente parte de los estados Yaracuy y Cojedes,
ocupada por una sociedad jerárquica cacical muy avanzada, posiblemente de
lengua caribe...” (Vargas y Sanoja, 1993;92). Los indígenas de la cuenca del
Lago viajaban por temporadas al archipiélago de Los Roques (Mar Caribe), en
busca de recursos alimenticios: peces, tortugas marinas, botuto o Guarura y la
Sal.
En esta región primogénita, al
igual que las restantes regiones que conformarían el territorio actual de
Venezuela, eran: “... producto de la dinámica social de las etnias antiguas
venezolanas. No perdieron su vigencia luego del siglo XVI. Por el contrario,
sus contenidos reformulados, resemantizados dentro de una formación social
clasista, constituyen, en líneas generales, el basamento de la división
territorial en provincias que caracterizará a la Capitanía General del siglo
XVIII y la regionalización administrativa republicana de fines del siglo XX...”
(Vargas y Sanoja, 1993; 104). “La Administración colonial, y correspondiendo
con más precisión a fines del siglo XVIII el espacio venezolano estaba
organizado siguiendo las pautas de la organización prehispánica...” (Medina R,
s/f; 39). De aquí se desprende la importancia y necesidad de estudiar en
profundidad la evolución de las regiones precoloniales establecidas por las
etnias indígenas y el actual territorio venezolano y sus regiones históricas.
De lo anteriormente expresado se desprende que: la consolidación de los
pueblos, villas y ciudades de blancos y sus áreas económicas – políticas de
influencia, solo fue posible por la presencia previa de un conglomerado que
actuaron como soporte de su establecimiento y despegue económico (García, Z.,
1992; 345). La exterminación de las etnias
indígenas en la región valenciana precolonial y futura subrregión
carabobeña, no implicó que la participación del indígena en el establecimiento
de la sociedad colonial, fue de importancia trascendental y en la mayoría de
las ocasiones desconocidas o subestimadas en la actualidad.
En lo que respecta al origen de la región centro norte costera, la
penetración (invasión) española inicia su lenta gestación y fraguado con la
instalación de núcleos primeros y primarios (fundaciones) a partir del siglo
XVI; partiendo desde el Tocuyo hasta Caracas (quedando Valencia como una
especie de encrucijada), es decir, el proceso será entonces desde el occidente
hacia el centro del actual territorio venezolano, aunque hubo intentos del
Oriente hacia el centro, pero no cristalizaron.
Recordando a manera de síntesis el proceso, tenemos que: poco después de
la instalación de El Tocuyo, a finales de 1546, Pérez de Tolosa reparte a sus hombres
en varias expediciones una de ellas la que dirige Juan de Villegas, atraviesa
el actual territorio de Nirgua, llegando el 24 de diciembre de 1547 al Lago de
Tacarigua, hoy de Valencia (centro jerarquizante indígena); prosiguió al norte
y el 24 de febrero de 1548 instaló el núcleo primero y primario de Borburata, convirtiéndose en el primer
establecimiento poblacional – colonial en el actual territorio de la subrregión
carabobeña; recordemos que aquella Borburata (no la actual) se convertirá en
una posesión estratégica en la ruta de penetración y conquista (Guevara, 1983).
Vicente Díaz, en el año de 1553, estableció al Sur de la futura ciudad
de Valencia un hato de ganado, alrededor de éste se formará un incipiente
núcleo poblacional, lo cual permitiría las condiciones para que el Gobernador
Arias de Villacinda, ordenará “la fundación” de un poblado ejecutada por Díaz
Moreno (Oviedo y Baños, 1982; 214-299). La estabilidad del núcleo poblacional
en Valencia, permitirá, ayudará y facilitará la penetración española hacia el
centro del territorio: Caracas, 1567 y San Sebastián de los Reyes en 1585.
La región centro norte costera y subrregión valenciana, debido a su
excelente ubicación geográfica, clima y suelos fértiles (cuenca del lago) con
respecto al resto del actual territorio venezolano; sumado con la presencia de
comunidades indígenas que desarrollaban sus actividades en un amplio espacio;
el contacto con el “mundo exterior” (proximidad al Mar Caribe) a través de
Puerto Cabello, permitió la concentración de importantes centros poblados,
instituciones y los organismos públicos y privados desde el período de
implantación colonial hasta la actualidad. Esto ha traído como consecuencia la
conformación de “elites” política – económicas – sociales – culturales, lo cual
trajo como consecuencia la centralización del poder, ejerciendo la hegemonía
sobre el resto del territorio venezolano. Dicha centralización se ha
consolidado hasta en la memoria colectiva del pueblo, ya que la historia
nacional (monumental) ha sido desde la perspectiva caraqueña o ha girado en torno a ella. (García L., 1966; 161).
Durante la evolución histórica de la
región centro norte costera, de la subrregión valenciana y la barquisimetana
nos encontramos que:
De acuerdo con Brito F.: “... en la
segunda mitad del siglo XVII Valencia y Puerto Cabello figuraban como ciudades
mercantiles de singular importancia, zona de intercambio de la producción
agropecuaria de los llanos de San Carlos, de una parte de los valles y tierras
bajas occidentales y de la mercancía legal o ilegalmente importada”. (1978,
240). El actual territorio cojedeño, desde el siglo XVII ha sido un hintelar
llanero de la subrregión carabobeña; en 1678 vecinos de Valencia desarrollaron
el núcleo primero y primario de San Carlos de Austria.
Ahora bien, Puerto Cabello no será solamente el puerto y punto de
contacto de la subrregión valenciana
(luego carabobeña), sino que lo será también de la barquisimetana: “...la
expansión económica de la depresión yaracuyana, bajo jurisdicción
barquisimetana desde la segunda mitad del siglo XVII, motivó que el flujo
comercial se dirigió al este y no al oeste y la consolidación de Borburata y
posteriormente de Puerto Cabello con los centros portuarios de la región, hacia
cuyo interior se comunicaban por vía fluvial; va a ser fundamental la
utilización del Río Yaracuy como vía de comunicación” (Rojas, 1992; 199-202). A partir de 1730 con
la instalación de la Compañía Güipuzcoana, Puerto Cabello profundizará su
preponderancia en las dos subrregiones.
Durante el siglo XVIII se evidencia el establecimiento de dos centros
jerarquizantes en pugna (Valencia y Caracas), con sus respectivos contactos con
el exterior (Puerto Cabello y La
Guaira). El área de influencia de la ciudad de Valencia y Puerto Cabello,
permitirá con el tiempo definir la consolidación de la subrregión valenciana
formando parte de la región centro norte costera.
La región en el siglo XVIII “... estaba conformada por dos ejes
económicos estrechamente vinculados en lo comercial y financiero: un circuito
agroexportador organizado en torno a Puerto Cabello que abarcaba los extensos
valles de Aragua, cuenca del Lago de Valencia e incluía parte de la producción
de los Valles del Tocuyo y Barquisimeto, donde destacaban como centros de acopio
Barquisimeto, San Felipe, Maracay, San Mateo, La Victoria y Cagua, más Valencia
como centro de operaciones mercantiles” (Cunill, 1987; 1456-1461) y, “... otro
circuito en torno al eje comercial La Guaira – Caracas que incluía la
producción (...) de los valles de Tuy, hasta Barlovento” (Urdaneta, 1992; 30).
“... La Guaira se transformó en el puerto de la ciudad capital Caracas, mientras Puerto Cabello se
consideraba como parada marítima de las ciudades de Valencia, Maracay, La
Victoria, Barquisimeto...” (Moreno, 1994; 75).
La región, la subrregión y la microrregión giran alrededor de una ciudad
que ejerce una función jerarquizante, su función será homogénica; la actual
región centro norte costera en la época indígena giraba alrededor del núcleo o
centro poblado estableciendo en la cuenca del Lago de Tacarigua; pero en el
período colonial la región girará en torno a dos ciudades jerarquizantes:
Valencia y Caracas. Finales del siglo XVIII (creación de la Capitanía General
de Venezuela) al radicarse jurídica y administrativamente las actividades
civiles, administrativas y eclesiásticas españolas en Caracas, el poder y las
decisiones quedarán centralizadas hasta el presente, a pesar de los deseos de
autonomía; todo quedará en una federación nominal. Esto no impedirá la
consolidación de la subrregión.
A partir del período colonial en la región, se fue consolidando
progresivamente una “elite social” (agroexportadora), con intereses propios a
través de un gobierno local con deseos de autonomía, representado por el
cabildo. Las relaciones sociales de la región no fue siempre armoniosa, la
unidad estaba conformada más por la conveniencia y necesidad que por voluntaria
decisión.
En el cabildo de Valencia también se fue consolidando una “elite”
económicamente poderosa (basada en el despojo territorial indígena), con
intereses eminentemente locales a quienes poco importaba lo que acontecía en el
resto de la región centro norte costera y especial con Caracas. La “elite”
valenciana se enfrentaría a la “elite” caraqueña. Ejemplo de ello lo tenemos en
el año de 1715, ante proposición presentada al Rey por dos oficiales reales,
proponían dividir a la región en dos gobernaciones: la de Caracas con sede del
gobierno en Caracas y comprendería: Guarenas, San Sebastián, El Tuy y los
Llanos Centrales. Y la otra gobernación con sede de su gobierno en Valencia y
comprendería: Coro, Nirgua, Barquisimeto, Tocuyo y Trujillo.
La división estará presente durante la primera república (1810-1812),
lograda en derecho pero no de hecho, no representaba la totalidad del
territorio de la Capitanía. Recordemos que unas provincias (siete) se unen con
la esperanza de formar una nación; mientras que otras se mantendrán al lado de
la corona (Maracaibo, Coro y Guayana), pero esa fidelidad estaba más impregnada
de sentimiento regional que al de obediencia o lealtad. Y cuando constamos que
las provincias que conformarían el Proyecto de Nación, establecían en su
constitución el sistema federal como forma de organización del Estado; ese
sentimiento federalista se mantendrá hasta la actualidad. El centralismo
siempre ha sido el recurso idóneo de la clase dominante caraqueña (“elite”)
desde el siglo XVIII, en contraposición con el sentimiento autonomista de las
regiones.
Los valencianos entre 1815 y 1816, durante la denominación monárquica de
la región centro norte costera, solicitan la capitalidad de la región. De
acuerdo con Idelfonso Leal: “... Valencia basaba sus aspiraciones en cuatro
puntos fundamentales; 1º Destrucción de
Caracas por el terremoto de 1812; 2º Ventajas de Puerto Cabello sobre La
Guaira; 3º Situación céntrica de Valencia con relación con las demás
provincias; 4º La fidelidad de todos los naturales de Valencia al monarca
español durante la guerra de la Independencia...” (1985; 41). Las razones que
esgrimieron los caraqueños para negarle la capitalidad estaba; la gran cantidad
de bachacos en la ciudad, el calor y el charco insalubre (el lago).
Hasta Alejandro Humboldt había analizado la factibilidad de Valencia
como capital de la provincia por su situación geográfica y a su cercanía al excelente puerto de Puerto
Cabello, pero: “... a pesar de todas estas ventajas, no pudo competir con
Caracas que durante dos siglos le arrebató gran número de sus habitantes. Las
familias de las mantuanos prefirieron la mansión en la capital a la de una
ciudad de provincia” (1991, Tomo III;
138). La lucha de la valencianidad por capitalidad, tuvo sus frutos en 1812,
1830 y 1854, pero de manera interina y producto de momentos coyuntuales.
A finales del siglo XIX, para el año de 1870: “... tanto Caracas como la
ciudad de Valencia, en menor medida, concentran el mayor número de pobladores
urbanos (Yépez, 1997; 11). Históricamente, estas ciudades habían mantenido una
porción privilegiada por ser asiento fundamental de los sectores que manejaban
el poder económico y político (Ríos y Carvallo, 1990). Las transformaciones que experimenta Caracas
durante el septenio guzmancista, entre otras causa, se debe a la intención de
reafirmar su capitalidad y “... aumentar el poder centralizador de la
burocracia caraqueña...” (Yépez, 1997).
Dos gobernantes han vestido a Caracas como capital de la República, a
espensas de las regiones: Guzmán Blanco (siglo XIX) y Pérez Jiménez (siglo XX).
Mientras que Juan Vicente Gómez jerarquizará a Maracay, produciendose una
especie de muro de contención.
Hasta el siglo decimonónico, Valencia luchaba por la capitalidad de
Venezuela, a finales del siglo XX la lucha la dirigió hacia la
descentralización.
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