viernes, 25 de marzo de 2016

PROBLEMÁTICA DE LA SUBRREGIÓN VALENCIANA O CARABOBEÑA EN EL CONTEXTO DE LA NACIÓN.

Por: Luis Rafael García J.


Como es sabido, la historia regional y local responde a tres necesidades básicas del hombre en su cotidianidad: que conozca su procedencia, que tome conciencia de la pertenencia y que tenga certidumbre de la permanencia; aunque esté último punto es difícil de alcanzar en esta modernidad tardía llena de incertidumbre, azar, caos, y globalizada.

Creo que en la actualidad uno de los aspectos más significativos de la Historia regional y local; es la reivindicación de la cotidianidad: cada persona es un experto en lo que tiene que ver con su vida cotidiana, recordemos a Carlos Marx cuando expresaba que el ser humano (hombre o mujer), hace la historia con decisiones y sus actos cotidianos, pero los hechos se desarrollan independientemente de su voluntad.

La historia regional y local es la memoria colectiva de los pueblos, como una suma de perspectivas individuales; dando nacimiento a las tradiciones y costumbres, que les da identidad permitiendo una voluntad de vivir en un espacio geográfico determinado.

Como ya se sabe la región histórica (subrregión y microrregión) ha existido y existe independientemente del discurso histórico, independientemente de la visión y concepción que tenga el historiador de ella. La región histórica está determinada y delimitada por la acción del hombre, su presencia a través de su actividad política, económica, social y cultural; esa acción del hombre trasciende o no las regiones geográficas y administrativas. La única ingerencia que tiene el historiador es darle un nombre a esa región, subrregión y microrregión y delimitarla en el espacio y el tiempo.

Uno de los problemas que he podido detectar en algunos trabajos de investigación de pre y postgrado sobre las regiones históricas; es que confunden la región geográfica y la región administrativa con la región histórica. La región geográfica está caracterizada por la homogeneidad natural, por ejemplo: los Andes, Guayana, los Llanos. La región administrativa es una demarcación política producto de la voluntad de los poderes del Estado. La región histórica está caracterizada por la heterogeneidad natural formada por la voluntad y acción económica – política del hombre, los límites de la región histórica se va estableciendo como resultado de la acción del hombre sobre la región geográfica o administrativa; la región histórica puede estar conformada por una o varias  regiones geográficas o administrativas, como también una o varias regiones históricas pueden compartir una región geográfica o administrativa.

Cuando el historiador delimita una región, una subrregión o una microrregión histórica, sencillamente lo que está estudiando y delimitando es al hombre, su radio de acción y su huella representada por su memoria colectiva o la suma de memorias individuales.

De acuerdo con Lameiras  (1998), las regiones tienen un ritmo, una alternancia periódica de los elementos de un proceso hechos en el tiempo, mediante la sucesión periódica de acontecimientos, situaciones y coyunturas.
Ya hemos visto la región desde la perspectiva de los historiadores, veamos como conciben la región los biológicos, economistas, geógrafos y sociólogos.

Siguiendo lo planteado por José Lameiras (1998), para los biólogos, el concepto de región se asocia estrechamente a los de nicho ecológico y ecosistema. Su interés son los procesos y los acoplamientos por los cuales agregados más o menos heterogéneos de seres vivos coexisten y se adaptan a un territorio y sus recursos naturales. Para los economistas, propiamente tratando de dividir un espacio territorial en términos, recursos y población; observan las comunicaciones y los centros de producción, distribución y articulación de mercados. Para los geógrafos los espacios no son solo ocupados sino también percibidos, interpretados y realizados históricamente por sus habitantes, en los términos de cumplir en ellos lo que las apariencias daban lugar a esperar. Tales realizaciones constituyen una cadena que va desde la práctica hacia la experiencia y el conocimiento. El hábitat, usar y experimentar un espacio lleva a un conocimiento acumulado y a una planificación cotidiana que origina tanto continuidades como cambios.  La percepción del espacio comienza en los lugares vividos en la vida diaria y familiar, continúa en los espacios sociales que son significativos para los habitantes de las localidades, y llega igualmente a través de representaciones, a una conciencia, tanto práctica como “reflexiva” de lo regional. Todos estos niveles de percepción del espacio, que poseen su propia lógica y especificidad, manifiestan una forma de estructuración regional. Y para los sociólogos,  han inferido a partir de una zona específica condiciones o representaciones sobre la sociedad global (...) lo macro no existe sin la suma atropellada e infinita de microcirscunstancias y de actores individuales supuestos en el tiempo (Briceño – León, 1990; 14-15). La escogencia de una localidad ha sido una estrategia investigativa en la sociología que dio lugar a los llamados “estudios de comunidades”; por ejemplo se tienen las obras de Robert Redfield (1930); Paul Lazarfeld, Marie Jahoda y Hans Zeidel (1991).

Cuando analizamos a la región histórica en el contexto nacional venezolano, no podemos caer en el error (ya común) en “ver” a las regiones históricas desde la cima del Avila, es decir, no podemos “ver” a la región histórica con la visión caraqueña de la historia nacional producto de las clases dominantes o elites. Tampoco podemos caer en el error sutil, de mezclar o “ver” como uno solo el tiempo nacional (el caraqueño) con el tiempo de las regiones, microrregiones o una localidad. Más aún, cuando en una región podemos ver diferentes tiempos, diferentes ritmos. Se ha caído también en el error de medir todo bajo un tiempo cronológico determinado, y no percibimos los tiempos estacionarios, lentos y rápidos producidos en la economía, la cultura, en lo social y en lo político; como lo han visto y analizado los seguidores de la Escuela de los Annales.

En lo referente a que sí somos una región o una subrregión, que la llamamos Valenciana o Carabobeña; podemos decir que; la denominación sería lo de menos, lo importante sería tener claro que una región tiene un carácter dialéctico y cambiante, evoluciona o involuciona, dicho de otra manera: una región puede ampliarse o reducirse en determinado período o época, es decir, lo que ayer fue una región, hoy será una subrregión; mañana, y quizás una microrregión.

Como se verá a continuación en el período pre – colonial, se puede hablar de una región valenciana. En el período colonial hasta el siglo XIX Valencia luchará por la capitalidad, dando origen a una subrregión que hemos denominado también valenciana, dentro de la región centro norte costera venezolana.

De acuerdo a los estudios realizados por arqueólogos, y antropólogos se puede inferir que durante la época indígena (precolonial) la actual región centro norte costera tenía como centro jerarquizante a la cuenca del Lago de Tacarigua (Valencia), dicha región precolonial la podemos denominar en la actualidad como valenciana. Esta región “... incluía el Valle de Caracas, la cuenca del Lago de Valencia y Archipiélago de los Roques y posiblemente  parte de los estados Yaracuy y Cojedes, ocupada por una sociedad jerárquica cacical muy avanzada, posiblemente de lengua caribe...” (Vargas y Sanoja, 1993;92). Los indígenas de la cuenca del Lago viajaban por temporadas al archipiélago de Los Roques (Mar Caribe), en busca de recursos alimenticios: peces, tortugas marinas, botuto o Guarura y la Sal.

En esta región primogénita, al igual que las restantes regiones que conformarían el territorio actual de Venezuela, eran: “... producto de la dinámica social de las etnias antiguas venezolanas. No perdieron su vigencia luego del siglo XVI. Por el contrario, sus contenidos reformulados, resemantizados dentro de una formación social clasista, constituyen, en líneas generales, el basamento de la división territorial en provincias que caracterizará a la Capitanía General del siglo XVIII y la regionalización administrativa republicana de fines del siglo XX...” (Vargas y Sanoja, 1993; 104). “La Administración colonial, y correspondiendo con más precisión a fines del siglo XVIII el espacio venezolano estaba organizado siguiendo las pautas de la organización prehispánica...” (Medina R, s/f; 39). De aquí se desprende la importancia y necesidad de estudiar en profundidad la evolución de las regiones precoloniales establecidas por las etnias indígenas y el actual territorio venezolano y sus regiones históricas. De lo anteriormente expresado se desprende que: la consolidación de los pueblos, villas y ciudades de blancos y sus áreas económicas – políticas de influencia, solo fue posible por la presencia previa de un conglomerado que actuaron como soporte de su establecimiento y despegue económico (García, Z., 1992; 345). La exterminación de las etnias  indígenas en la región valenciana precolonial y futura subrregión carabobeña, no implicó que la participación del indígena en el establecimiento de la sociedad colonial, fue de importancia trascendental y en la mayoría de las ocasiones desconocidas o subestimadas en la actualidad.

En lo que respecta al origen de la región centro norte costera, la penetración (invasión) española inicia su lenta gestación y fraguado con la instalación de núcleos primeros y primarios (fundaciones) a partir del siglo XVI; partiendo desde el Tocuyo hasta Caracas (quedando Valencia como una especie de encrucijada), es decir, el proceso será entonces desde el occidente hacia el centro del actual territorio venezolano, aunque hubo intentos del Oriente hacia el centro, pero no cristalizaron.

Recordando a manera de síntesis el proceso, tenemos que: poco después de la instalación de El Tocuyo, a finales de 1546, Pérez de Tolosa reparte a sus hombres en varias expediciones una de ellas la que dirige Juan de Villegas, atraviesa el actual territorio de Nirgua, llegando el 24 de diciembre de 1547 al Lago de Tacarigua, hoy de Valencia (centro jerarquizante indígena); prosiguió al norte y el 24 de febrero de 1548 instaló el núcleo primero y primario  de Borburata, convirtiéndose en el primer establecimiento poblacional – colonial en el actual territorio de la subrregión carabobeña; recordemos que aquella Borburata (no la actual) se convertirá en una posesión estratégica en la ruta de penetración y conquista (Guevara, 1983).

Vicente Díaz, en el año de 1553, estableció al Sur de la futura ciudad de Valencia un hato de ganado, alrededor de éste se formará un incipiente núcleo poblacional, lo cual permitiría las condiciones para que el Gobernador Arias de Villacinda, ordenará “la fundación” de un poblado ejecutada por Díaz Moreno (Oviedo y Baños, 1982; 214-299). La estabilidad del núcleo poblacional en Valencia, permitirá, ayudará y facilitará la penetración española hacia el centro del territorio: Caracas, 1567 y San Sebastián de los Reyes en 1585.

La región centro norte costera y subrregión valenciana, debido a su excelente ubicación geográfica, clima y suelos fértiles (cuenca del lago) con respecto al resto del actual territorio venezolano; sumado con la presencia de comunidades indígenas que desarrollaban sus actividades en un amplio espacio; el contacto con el “mundo exterior” (proximidad al Mar Caribe) a través de Puerto Cabello, permitió la concentración de importantes centros poblados, instituciones y los organismos públicos y privados desde el período de implantación colonial hasta la actualidad. Esto ha traído como consecuencia la conformación de “elites” política – económicas – sociales – culturales, lo cual trajo como consecuencia la centralización del poder, ejerciendo la hegemonía sobre el resto del territorio venezolano. Dicha centralización se ha consolidado hasta en la memoria colectiva del pueblo, ya que la historia nacional (monumental) ha sido desde la perspectiva caraqueña o ha girado en torno a ella.  (García L., 1966; 161).
Durante la evolución histórica de la región centro norte costera, de la subrregión valenciana y la barquisimetana nos encontramos que:
De acuerdo con Brito F.: “... en la segunda mitad del siglo XVII Valencia y Puerto Cabello figuraban como ciudades mercantiles de singular importancia, zona de intercambio de la producción agropecuaria de los llanos de San Carlos, de una parte de los valles y tierras bajas occidentales y de la mercancía legal o ilegalmente importada”. (1978, 240). El actual territorio cojedeño, desde el siglo XVII ha sido un hintelar llanero de la subrregión carabobeña; en 1678 vecinos de Valencia desarrollaron el núcleo primero y primario de San Carlos de Austria.

Ahora bien, Puerto Cabello no será solamente el puerto y punto de contacto de la subrregión  valenciana (luego carabobeña), sino que lo será también de la barquisimetana: “...la expansión económica de la depresión yaracuyana, bajo jurisdicción barquisimetana desde la segunda mitad del siglo XVII, motivó que el flujo comercial se dirigió al este y no al oeste y la consolidación de Borburata y posteriormente de Puerto Cabello con los centros portuarios de la región, hacia cuyo interior se comunicaban por vía fluvial; va a ser fundamental la utilización del Río Yaracuy como vía de comunicación”  (Rojas, 1992; 199-202). A partir de 1730 con la instalación de la Compañía Güipuzcoana, Puerto Cabello profundizará su preponderancia en las dos subrregiones.


Durante el siglo XVIII se evidencia el establecimiento de dos centros jerarquizantes en pugna (Valencia y Caracas), con sus respectivos contactos con el exterior (Puerto Cabello y  La Guaira). El área de influencia de la ciudad de Valencia y Puerto Cabello, permitirá con el tiempo definir la consolidación de la subrregión valenciana formando parte de la región centro norte costera.

La región en el siglo XVIII “... estaba conformada por dos ejes económicos estrechamente vinculados en lo comercial y financiero: un circuito agroexportador organizado en torno a Puerto Cabello que abarcaba los extensos valles de Aragua, cuenca del Lago de Valencia e incluía parte de la producción de los Valles del Tocuyo y Barquisimeto, donde destacaban como centros de acopio Barquisimeto, San Felipe, Maracay, San Mateo, La Victoria y Cagua, más Valencia como centro de operaciones mercantiles” (Cunill, 1987; 1456-1461) y, “... otro circuito en torno al eje comercial La Guaira – Caracas que incluía la producción (...) de los valles de Tuy, hasta Barlovento” (Urdaneta, 1992; 30). “... La Guaira se transformó en el puerto de la ciudad  capital Caracas, mientras Puerto Cabello se consideraba como parada marítima de las ciudades de Valencia, Maracay, La Victoria, Barquisimeto...” (Moreno, 1994; 75).

La región, la subrregión y la microrregión giran alrededor de una ciudad que ejerce una función jerarquizante, su función será homogénica; la actual región centro norte costera en la época indígena giraba alrededor del núcleo o centro poblado estableciendo en la cuenca del Lago de Tacarigua; pero en el período colonial la región girará en torno a dos ciudades jerarquizantes: Valencia y Caracas. Finales del siglo XVIII (creación de la Capitanía General de Venezuela) al radicarse jurídica y administrativamente las actividades civiles, administrativas y eclesiásticas españolas en Caracas, el poder y las decisiones quedarán centralizadas hasta el presente, a pesar de los deseos de autonomía; todo quedará en una federación nominal. Esto no impedirá la consolidación de la subrregión.

A partir del período colonial en la región, se fue consolidando progresivamente una “elite social” (agroexportadora), con intereses propios a través de un gobierno local con deseos de autonomía, representado por el cabildo. Las relaciones sociales de la región no fue siempre armoniosa, la unidad estaba conformada más por la conveniencia y necesidad que por voluntaria decisión.

En el cabildo de Valencia también se fue consolidando una “elite” económicamente poderosa (basada en el despojo territorial indígena), con intereses eminentemente locales a quienes poco importaba lo que acontecía en el resto de la región centro norte costera y especial con Caracas. La “elite” valenciana se enfrentaría a la “elite” caraqueña. Ejemplo de ello lo tenemos en el año de 1715, ante proposición presentada al Rey por dos oficiales reales, proponían dividir a la región en dos gobernaciones: la de Caracas con sede del gobierno en Caracas y comprendería: Guarenas, San Sebastián, El Tuy y los Llanos Centrales. Y la otra gobernación con sede de su gobierno en Valencia y comprendería: Coro, Nirgua, Barquisimeto, Tocuyo y Trujillo.

La división estará presente durante la primera república (1810-1812), lograda en derecho pero no de hecho, no representaba la totalidad del territorio de la Capitanía. Recordemos que unas provincias (siete) se unen con la esperanza de formar una nación; mientras que otras se mantendrán al lado de la corona (Maracaibo, Coro y Guayana), pero esa fidelidad estaba más impregnada de sentimiento regional que al de obediencia o lealtad. Y cuando constamos que las provincias que conformarían el Proyecto de Nación, establecían en su constitución el sistema federal como forma de organización del Estado; ese sentimiento federalista se mantendrá hasta la actualidad. El centralismo siempre ha sido el recurso idóneo de la clase dominante caraqueña (“elite”) desde el siglo XVIII, en contraposición con el sentimiento autonomista de las regiones.

Los valencianos entre 1815 y 1816, durante la denominación monárquica de la región centro norte costera, solicitan la capitalidad de la región. De acuerdo con Idelfonso Leal: “... Valencia basaba sus aspiraciones en cuatro puntos fundamentales; 1º  Destrucción de Caracas por el terremoto de 1812; 2º Ventajas de Puerto Cabello sobre La Guaira; 3º Situación céntrica de Valencia con relación con las demás provincias; 4º La fidelidad de todos los naturales de Valencia al monarca español durante la guerra de la Independencia...” (1985; 41). Las razones que esgrimieron los caraqueños para negarle la capitalidad estaba; la gran cantidad de bachacos en la ciudad, el calor y el charco insalubre (el lago).

Hasta Alejandro Humboldt había analizado la factibilidad de Valencia como capital de la provincia por su situación geográfica  y a su cercanía al excelente puerto de Puerto Cabello, pero: “... a pesar de todas estas ventajas, no pudo competir con Caracas que durante dos siglos le arrebató gran número de sus habitantes. Las familias de las mantuanos prefirieron la mansión en la capital a la de una ciudad de provincia”  (1991, Tomo III; 138). La lucha de la valencianidad por capitalidad, tuvo sus frutos en 1812, 1830 y 1854, pero de manera interina y producto de momentos coyuntuales.

A finales del siglo XIX, para el año de 1870: “... tanto Caracas como la ciudad de Valencia, en menor medida, concentran el mayor número de pobladores urbanos (Yépez, 1997; 11). Históricamente, estas ciudades habían mantenido una porción privilegiada por ser asiento fundamental de los sectores que manejaban el poder económico y político (Ríos y Carvallo, 1990). Las  transformaciones que experimenta Caracas durante el septenio guzmancista, entre otras causa, se debe a la intención de reafirmar su capitalidad y “... aumentar el poder centralizador de la burocracia caraqueña...” (Yépez, 1997).

Dos gobernantes han vestido a Caracas como capital de la República, a espensas de las regiones: Guzmán Blanco (siglo XIX) y Pérez Jiménez (siglo XX). Mientras que Juan Vicente Gómez jerarquizará a Maracay, produciendose una especie de muro de contención.

Hasta el siglo decimonónico, Valencia luchaba por la capitalidad de Venezuela, a finales del siglo XX la lucha la dirigió hacia la descentralización.


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