lunes, 21 de marzo de 2016

DIMENSIONES IDEOLÓGICAS EN EL DISCURSO HISTÓRICO



Por: Luis Rafael García Jiménez.


Resumen

La ideología siempre ha estado presente en todo discurso y en especial en el histórico. El presente trabajo pretende analizar la ideología desde el origen de la palabra como tal, hasta llegar a un análisis de su utilización por parte de los historiadores.

I
            Antes de  conocer como la ideología está presente en el discurso histórico, es necesario analizar el desarrollo histórico – filosófico del término ideología.
            La palabra o categoría Ideología proviene del griego eidea = idea y logos = razón. Para algunos autores el término fue creado por Codillac y para otros por Antoine Destutt de Tracy. De acuerdo al DRAE (1992): Doctrina filosófica centrada en el estudio del origen de las ideas. Y, conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político. En su acepción más generalizada, el término se utiliza con un contenido que se refiere a las ideas políticas, o a un sistema de concepciones políticas. Napoleón Bonaparte (1769 – 1821) fue el primero en hacer de ella un arma de combate, convirtió el término de ideología en un término de  polémica y burla. Acusaba a los ideológicos de ser una amenaza para el orden social. Él y sus seguidores usaron también el término con un sentido peyorativo para referirse a los partidarios de la república.
            Henri Lefebvre (1968) la define como el sistema integrado de ideas que es externo a los individuos y resulta coercitivo para ellos. Kart Mannheim (1966), define ideología como un sistema de ideas que busca ocultar y conservar el presente interpretándolo desde el punto de vista del pasado. Para Edgar Morin (1994), de una sencillamente compleja, la palabra ideología tiene un sentido totalmente neutro: una ideología es un sistema de ideas. Cuando se habla de ideología no denuncia ni designa las ideas de otros. Él lleva una teoría, una doctrina, una filosofía a su grado cero, que es el de ser un sistema de ideas. En el presente análisis quedarán fuera de la síntesis autores como: Jacques Ellul, Maurice Lagueux, Barthes, Marcase, Gadamer y Habermas entre otros, ya que sobrepasaría los límites establecidos en la investigación.
            A principios del siglo XIX, existió un grupo de pensadores que trataron de mantener viva la tradición ilustra del siglo XVIII a través del análisis de las sensaciones, y que conformó la corriente denominada de los ideólogos (llamada así por ellos mismos), para éstos, la ideología era un análisis de las ideas formadas por el espíritu humano.
            Condillac (1715 – 1780) se interesó especialmente por el análisis de los problemas sicológicos sobre todo por la explicación del origen de los conocimientos intelectuales. Definió a la ideología como una disciplina filosófica que tenía por objetivo el análisis de las ideas y de las sensaciones. Los enciclopedistas franceses señalaron la utilidad de la razón, que acepta o asiste con respecto a determinadas ideas (ideologías),  como medio de superarse, aunque advirtieron sobre el peligro que este asentimiento pudiera ser utilizado para asegurar el dominio de manera intencional.
            Antoine Destutt de Tracy (1754 – 1836) en su obra “Elements d’ Ideologie” (Elementos de ideología) – 1802- consideraba que la palabra fue creada como designación de una disciplina filosófica destinada a formar la base de todas las ciencias, así como par referirse a la investigación de las ideas; esta investigación partía de las ideas generales hasta llegar a las sensaciones de las cuales procedían dichas ideas (Barth, 1951). Fue un moderado y uno de los miembros principales o el más destacado de la corriente de los ideólogos, corriente que entronca con la Ilustración, en especial a través de las sensaciones. Muy influido por Condillac; afirmaba que todas las potencias espirituales (percepción, memoria, juicio y voluntad) se reducen y se beben a la sensibilidad. Dividió las sensaciones en táctiles y de movimiento, y sostuvo que estas últimas se debe a la idea que el hombre tiene del mundo exterior. Como todo está regido por el sistema nervioso, entonces los sentimientos morales y sociales que rigen la ética y la política son la ideología aplicada, que se deriva de las impresiones de la sensibilidad. La ideología es el medio para entender de donde provienen las ideas así como el proceso de formación, y esa  comprensión se hace mediante al análisis de las potencias espirituales. Esas cuatro facultades o potencias son originarias e invisibles. La ideología debe también se aplicad a las demás esferas del conocimiento. La etapa siguiente correspondería al estudio de la expresión de las ideas (gramática y lógica), basado en la facultad del juicio, el examen de los deseos (economía y moral) corresponde a la esfera de la voluntad. (Martínez E., 1997:131). Para Thompson (1990), la concepción de ideología de Destutt es neutral. Ludovico Silva se formuló la siguiente pregunta: “¿por  cuál malhadado azar histórico e le ocurriría a Destutt de Tracy forjar ese vocablo contrahecho, hiperfilosófico, que no puede producir sino confusión?”. Pero, el sentido atribuido al termino por los ideológicos del siglo XVIII es afín a la concepción de semiótica como critica genética de las ideologías, plantead por Humberto Eco (1991).
            Para Carlos Marx los productos intelectuales que resultan del desenmascaramiento del carácter interesado de las ideas que sustenta la burguesía, el cual se manifiesta en la filosofía, el derecho, la política y otras, son ideología y logra que la pretensión de poder de esa clase burguesa se vuelva relativo. Para los marxistas-leninistas es todo sistema de ideas que versan sobre la sociedad. Aunque es necesario recordar, que Marx solía hablar de ideologías, en plural, en el sentido en el que hablaba de las clases y la falsa conciencia (como meros reflejos de la base material), no hay duda de que la ideología adquirió una existencia independiente en el seno de su sistema. Sobre las ideologías de Marx, se desprenden tres ideas  fundamentales (Ritzer, 2001): a) representar los intereses de la clase dominante, pero esto no significa que estas ideas no tengan una influencia recíproca de los intereses materiales. b) Constituyen un reflejo invertido y truncado de la realidad (Lefebvre, 1968:64). c) Las ideologías tienen una existencia independiente.
            Max Scheler (1874-1928) analizó todo el inmenso contenido, subjetivo y objetivo, de la vida humana desde el punto de vista de su determinación efectiva, con el fin de superar el relativismo historicista y el apriorismo formalista. Para él, la sociología del saber es  también en muchos aspectos  sociologías de las ideas (ideologías).
            Karl Mannheim (1893-1947) las ideologías son los reflejos de una situación a la vez escondida y revelada en ellas. Expresaba que; el concepto de ideología reflejaba el descubrimiento que surgió como consecuencia del conflicto político, esto es, el hecho de  que los grupos dominantes puedan estar en su pensar tan interesante apegadas a cierta situación de intereses, que ya no les sea simplemente posible ver ciertos hechos que  socavarían su sentido de dominación (1996). Definía a la ideología como un conjunto de ideas que ocultaban el presente intentando comprenderlo en términos del pasado. Los que usan ideologías intentan defender el status quo oscureciendo ciertas cosas sobre él. Distinguió dos concepciones ideológicas: Primera: las ideologías particulares, que se hacen referencia a las ideas de nuestros adversarios y típicamente se consideran distorsiones conscientes. Sólo una porción del sistema de ideas del adversario se considera ideológica. Los grupos en conflicto siguen compartiendo algunas ideas, como los criterios básicos de validez. Segunda: las ideologías totales, son las ideas de u grupo sociohistórico concreto o incluso de toda una era o época, y típicamente no se las considera distorsiones conscientes. Toda la ideología de un adversario se considera ideología. Los grupos en  conflicto difieren en todo; son sistemas de pensamiento básicamente divergentes. Mannheim, distinguía entre ideología y utopía: Es siempre el grupo dominante que está plenamente de acuerdo con el orden existente el que determinaba lo que debe considerarse utópico, mientras el grupo en auge que se opone a las cosas tal y como son es el que determina lo que debe considerarse ideológico.
            Para Sartre (1905-1980) ideológico es el filósofo no creador, es decir, que no ha construido sistemas filosóficos (mundos en los que vive la praxis que los engendró) como lo hicieron, Hegel, Max y otros. En cambio, los ideológicos solo explotan y exploran en los mundos que fueron ya abiertos por los filósofos, como es el caso de Jaspers o Kierkegaard Sören (1813-1855), con esta base, Sastre juzga que el marxismo es una filosofía, en cambio, el existencialismo es una ideología.
            Kart Jaspers (1883-1969) la ideología como comunicación inconsciente de código aparece descrita por  Jaspers como el conjunto de  pensamientos y representaciones que se  presenta como una verdad absoluta al sujeto pensante con lo que produce un autoengaño, un  ocultamiento, una fuga.
            Desenmascarar  ideologías fue un concepto muy usado a finales del siglo XIX y principios del XX por varios filósofos, entre ellos: Nietzsche,  Sorel y Pareto.   Federico Nietzsche (1844-1900): odiaba todo sistema, pues todo sistema implica estancamiento, así como la ontología, las concepciones abstractas, la ciencia pura y  la lógica fría.  George Sorel (1847-1922): sostuvo que el devenir humano es una sucesión de violentos tránsitos de un estado a otro, en la que el  nuevo estadio no solo es distinto del  anterior, sino opuesto a él, separado del mismo por una  verdadera fractura.  Wilfredo  Pareto  (1848-1923): quien formuló la teoría sobre las élites y su  concepción de  la existencia de un proceso cíclico que lleva a la sustitución de las élites a través del tiempo. Para él, la ideología es una teoría científica que consiste en un  conjunto de normas que tienen como objeto la acción (1973).
            La ideología es uno de los conceptos mas debatidos en sociología. De acuerdo con Verón (1971), en cuanto al estudio  de las ideologías, difícilmente podrá hallarse en la sociología otro campo con una tradición intelectual más venerable y mayor confusión conceptual. Sociológicamente, puede definirse provisionalmente, de una manera muy general, como las creencias, actitudes y opiniones que forman un conjunto, ya se relacionan estrechamente o vagamente.
            El término se ha utilizado con tres importantes sentidos (Abercrombie et al, 1998): cuando hace referencia a creencias muy específicas. Cuando hace referencia a creencias distorsionadas o falsas. Cuando hace referencia a creencias muy general.
            Creencias muy específicas: la ideología en este sentido figura principalmente en los escritores estadounidenses sobre la ciencia política y se define como  un cuerpo de creencias de gran coherencia interna organizada en torno a unos cuantos principios y valores fundamentales. Son ejemplos de ella el comunismo, el facilismo y algunas variedades de nacionalismo. Las ideologías en este sentido están frecuentemente en oposición a las instituciones dominantes y juegan un papel en la organización de sus defensores en sectas o partidos. La investigación de estos tipos de creencias adopta, normalmente, la forma de estudio de la personalidad ideológica o de las funciones sociales que realiza la ideología, como, por ejemplo, en la industrialización de una sociedad. Daniel Bell (1964) afirmaba que las ideologías apocalípticas de clase estaban en decadencia en las sociedades capitalistas industrializadas. Y Bendix Reinhard (1963) realizo un estudio comparativo entre la ideología y la autoridad en el mundo de los negocios en las sociedades en vías de industrialización en Europa y América. 
            Creencias distorsionadas o falsas: esta concepción de la ideología se asocia a los escritos marxistas. Hay muchas concepciones diferentes, pero los argumentos fundamentales son que:  El carácter de las ideologías esta determinado en gran medida por las disposiciones económicas de una sociedad. Este argumento esta representado en las nociones de base y superestructura y en la idea de que la partencia a una clase social determina la ideología. En las sociedades de clase, tales como el capitalismo, las ideologías están distorsionadas por los intereses de clase. Expresa a menudo en los conceptos de ideología dominante y de falsa conciencia. La tesis de la ideología dominante ha sido criticada tanto en términos teóricos en el sentido de que no es una interpretación correcta de lo que Marx creía realmente, con en términos empíricos, en el sentido de que a lo largo de la historia, los grupos subordinados han desarrollado sus propias creencias y han rechazado frecuentemente las de las clases dominantes. Y con respecto a la falsa conciencia: la ideología como conmutación consciente de código es la que Federico Engels (1820-1895) llamaba un proceso que el supuesto pensador realiza conscientemente, pero con falsa conciencia. Desde el punto de vista marxista dicha conciencia falsa nace como ocultamiento teórico (con pretensiones de objetividad científica) de relaciones materiales y concretas de la vida. (Eco, 1991).
            De acuerdo con Cabrera:
“… en lo que atañe, particularmente, a la nación de ideología, como falsa conciencia, esta tendría que ser erradicada de la investigación histórica, pues implica la existencia de un ser social que, aunque pueda estar velado o activarse sólo simbólicamente, es discernible en última instancia y tiene la capacidad de encarnarse en conciencia y de proyectarse en acción….” (2001; 60)
            Las áreas del debate giran en torno al grado de determinación y a las consecuencias de sostener que las ideologías están necesariamente distorsionadas en la sociedad capitalista. Se ha sostenido que algunos tipos de ideología (referentes al arte, por ejemplo) se ven relativamente poco afectadas por la economía o la pertenencia a una clase. Una vez más, grupos sociales diferentes de la clase han demostrado tener influencia en el carácter de la ideología. Se han presentado diversos argumentos respecto al mecanismo por el cual se producen ciencias distorsionadas. Por ejemplo, se dice que el interés de clase estrecha y constriñe las percepciones del mundo, y también se han involucrado las ideas de Marx sobre el fetichismo de la mercancía. El fetiche de la mercancía no es “el reflejo de las relaciones reales, sino el de un mundo ya transformado, encantado. Reflejo de reflejo, fantasma de fantasma”. (Kofman, 1973:25). Sin embargo, dichos argumentos plantean la dificultad de como se obtiene el conocimiento objetivo.
            Se debe a Marx la primera teoría social de la ideología; aunque en honor a la verdad se puede diferenciar en él varias concepciones de ideología: 1.- el joven Marx, para explicar la ideología se sirve de la metáfora de la inversión de la imagen en una cámara oscura (punto de partida de la fotografía), es decir, producir una imagen invertida de la realidad, que seria una distorsión, de una deformación por inversión. La ideología seria un error que nos hace tomar la imagen por lo real, el reflejo por lo original. 2.- en “La ideología Alemana” -1845- , tributaria de la creencia en una sociedad futura transparente en si misma, restringe la ideología al status de la “falsa conciencia” propia de las sociedades alienadas. 3.- en los textos llamados de la madurez: “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” -1852- y “Critica de la Economía Política” -1859- de orden mucho más general designa por ideología aquellas formas de la “conciencia social” que dan a los agentes sociales la familiaridad con su mundo y organizan su experiencia vivida. En este caso la ideología es un nivel cuantitativo de toda sociedad. El Manifiesto de 1848 es un ejemplo excelente de ideología que se presenta como tal, explicita sus premisas, “tiene en cuenta la ideología adversaria y demuestra que se sostiene hasta el punto en que hay que aclarar la premisa basilar: el comunismo desea abolir la propiedad burguesa, porque el sujeto de la historia son las masas proletarias excluidas” (Eco, 1991:415).
            Louis Althusser (1918-1992) en su interpretación del marxismo (1968 b) distinguió dos periodos en Marx: uno humanista y otro científico; afirmo que este ultimo periodo se inicio en 1845 cuando Marx rompió con su humanismo anterior al que consideraba como una  ideología, y basó su pensamiento en los conceptos nuevos tales como la economía y la  contradicción o dialéctica. Althusser (1968) intentó redefinir la naturaleza de la ideología. Arguyó que la ideología debe ser considerada como una relación social real o como una practica, no como una ilusión, que es como la consideran los análisis convencionales. También estuvo dedicado, sin mucho éxito, a tratar definir la ideología como un concepto epistemológico por medio de sus contrastes con la ciencia. La más influyente de las propuestas específicas de Althusser en su concepto de aparatos ideológicos estatales (se refiere a una de los medios por los cuales queda asegurada la denominación de la clase capitalista), una noción que deriva de Antonio Gramsci. Para que las sociedades capitalistas continúen a través del tiempo las relaciones de producción deben reproducirse, una exigencia que es satisfecha por medio de los aparatos ideológicos de Estado; de las cuales son ejemplo las instituciones religiosas y educativas, los medios de comunicación, la familia, incluso, los sindicatos y los partidos políticos, funcionan incorporando a todas las clases sociales dentro de una ideología dominante. La hegemonía de las clases dominantes puede también asegurarse por medio de aparatos represivos del estado que operan por medio de la fuerza y no de ideología.
            Los marxistas modernos explican frecuentemente la pasividad política de las clases subordinadas como consecuencia de la incorporación ideológica. Interpretan que Marx afirmó que la clase dirigente establece por todas partes su ideología como dominante en la  sociedad y que esto adoctrina a los subordinados, que la acepta acríticamente como  verdadera. Para Lefebvre: “El papel de las ideologías es asegurar la conformidad de los oprimidos y explotarlos. Las ideologías ofrecen a estos últimos una imagen de si mismos, y de la riqueza material, deformada, que trabaja a favor en su aceptación espiritual de la situación, e incluso su apoyo a ella” (1968: 76). Y para séller: “… siempre han existido ideologías políticas; sobre todo las clases, los estratos y las capas dominantes han tenido desde siempre a su disposición teorías y formulas de autolegitimacion” (1998: 179). 
            Antonio Gramsci (1891-1937) su obra de más importancia la centró en el problema de la relación marxista entre la “base” y la “superestructura”, es decir, entre el proletariado y la intelectualidad. Para él, el filosofo real no es y no puede ser otra cosa que el político y todas las personas poseen una filosofía espontánea surgida de la acción, del obrar humano, lo que hace que la filosofía no sea el monopolio de unos pocos especialistas, frente a los cuales es necesario que el hombre se haga como ellas, esto es, que se transforme en alguien consciente de poseer la nueva concepción del mundo. (Mouffe, 1979). Para Gramsci (1978), la estabilidad de las sociedades capitalistas dependía fundamentalmente de la dominación ideológica de clase trabajadora. Sugería que esta dominación no podía ser completa, sin embargo, porque la clase obrera tenía una conciencia dual, de la cual, una parte era impuesta por la clase capitalista, mientras que la otra parte consciente en conocimiento del sentido común deducido de la experiencia cotidiana del mundo que tienen los obreros.
            Cuando hace referencia a creencias en general: La noción de ideología como constituida por cualquier creencia, verdadera o falsa, se encuentra en la sociología del conocimiento. La idea es aquí, simplemente, que todas las creencias están determinadas socialmente, de una u otra forma, aunque no se presupone que cualquier factor singular, la economía, por ejemplo, sea el más importante. Se ha argüido, por ejemplo,  que las burocracias engendran estilos peculiares de pensamiento. Hay, por tanto, espacio para la discusión respecto al grado de determinación social y respecto a qué grupos sociales engendran ideologías. (Hill, 1973). Algunos escritores han sostenido que el principio de que las creencias tienen causas sociales crea problemas en el sentido de que esto parece significar que esas creencias son falsas. En contra de ello, se han sugerido que la causación social no entraña falsedad, y mostrar que una proposición es falsa y que está causada socialmente son dos actividades totalmente distintas. Otros escritores, operando dentro de  la tradición de la hermenéutica, han sostenido que es incorrecto hablar de que los factores sean causa de creencia.
            Los debates europeos contemporáneos sobre la ideología han fundido las propuestas: para referirse a creencias que son en algún sentido distorsionadas o falsas, y, para referirse a cualquier conjunto de creencias. (Larrain, 1979. Abercrombie, 1980. Bellsey, 1989). Ha habido un movimiento general contra el determinismo económico y hacia el reconocimiento de que la ideología puede ser relativamente independiente de la clase o de la estructura económica.
            Muchos escritores recientes han argüido en contra de la noción de que la ideología consiste en “ideas en las cabezas de las personas”. Se sugiere que la ideología no debería verse sólo como un producto intelectual, sino como algo que incluye también las ideas de los hombres y las mujeres corrientes. Algunos escritores han sostenido que las ideologías no son en absoluto ideas, sino que deberían más bien considerarse como practicas implicadas en la actividad de cada día, por todo el mundo, de una forma totalmente irreflexiva.
            De modo más abstracto, el papel del sujeto, el agente humano individual, en la creación y la función de la ideología, ha sido tema de un extenso debate, particularmente allí donde la ideología se supone a otras disciplinas, como la lingüística. 
En el sentido semiótico: Umberto Eco: Cuando nos habla de la ideología como categoría semiótica expresa que: 
“la ideología aparecería como un residuo extrasemiótico  capaz de determinar la semiosis y que actúa como catalizador en los procesos abductivos, pero es ajeno a la codificación (…) la ideología en si misma, tema de la presuposición, es una visión del mundo organizada, que puede estar sujetada al análisis semiótico” (1991: 404).
 Continúa el autor: 
“La ideología es visión del mundo parcial e inconexa: al ignorar las múltiples interconexiones del universo semántico, oculta también las razones prácticas por las que algunos signos se han producido junto con sus interpretaciones. Así, el olvido produce falsa conciencia” (pp. 415). 
Cuando se ignora u oculta las contradicciones, estamos en presencia de una manipulación ideológica, que es definida por Eco como: a) Inventio (1) Ideología una serie de asertos semióticos, basados en puntos de vistas anteriores, ya sean o no explicativos, o en la elección de selección circunstanciales que atribuyen una propiedad determinada a una semema, al tiempo que ignoran u ocultan otras propiedades contradictorias, que son igualmente predicables de dicho semena a causa de la naturaleza no lineal y contradictoria del espacio semántico” (pp. 408). B) Dispositio (2) Ideológica, que sería: “una argumentación que, si bien elige explícitamente una de las posibles elaciones circunstanciales del semena como premisa, no presenta de forma explicita el hecho de que existen otras premisas contradictorias o premisas aparentemente complementarias que conducen a una conclusión contradictoria, con lo que oculta el carácter contradictorio del espacio semántico” (pp. 409). Define cambien como Dispositio Ideológica: “a una argumentación que, cuando compara dos premisas diferentes, escoge las  que no poseen marcas contradictorias, con lo que el modo conscientes o inconscientes en que dichas premisas podrían comprometer el carácter lineal de la argumentación” (pp. 409). El discurso ideológico oculta las contradicciones; el discurso  no ideológico, es un aserto metasiomiótico que muestra la naturaleza contradictoria del espacio semántico a que se refiere.
            Paul Ricceur  la toma de conciencia sobre nuestras tradiciones heredadas del pasado y las iniciativas del presente, será por medio de la imaginación colectiva. Este imaginario (social o cultural) actúa bajo dos formas: la Ideología y la utopía. (2001: 349). En su búsqueda  de criterios del fenómeno ideológico, establece cinco rasgos (2001): 
1.- parte del análisis weberiano del concepto de acción social y de relación social; en donde el fenómeno ideológico aparece en toda su originalidad. Ligado a la necesidad que tiene un grupo social de darse una imagen de si mismo de representarse, en el sentido teatral de la palabra, de ponerse en juego y en escena: “la ideología es función de la  distancia que se separa la memoria social de la llegada de un acontecimiento que se trata, no obstante, de repetir; su papel no consiste sólo en difundir la convicción más allá del círculo de los padres fundadores, para convertirla en el credo del grupo entero, sino también en perpetuar su energía inicial más allá del periodo de efervescencia” (pp. 282).
 2.- la ideología corresponde a lo que se podría llamar una teoría de la motivación social, es a la praxis lo que es un motivo a un proyecto individual: un motivo es a la vez lo que justifica y lo que impulsa. La ideología está movida por la voluntad de demostrar que el grupo que la profesa tiene razón en el ser que es. (pp. 283).
 3.- toda ideología es simplificadora y esquemática. Es la clave, un código,  para permitir una visión de conjunto, no sólo del grupo, sino de la historia y, en último termino, del mundo. Este carácter codificado de la ideología es inherente a su función  justificadora. Todo puede llegar a ser ideológico: la ética, la religión, la filosofía. El nivel epistemológico de la ideología es el de la opinión. (pp. 283-2849.
4.- precisa los caracteres negativos y peyorativos generalmente atribuidos a una ideología. Este rasgo sin embargo en si mismo infamante. Consiste en que el código interpretativo de una ideología es algo en lo cual los hombres habitan y piensan, más que una concepción que ellos ponen ante si. En este rasgo la ideología es por naturaleza una instancia no crítica. Parece que la falta de transparencia de nuestros códigos culturales es una condición de producción de mensajes sociales. 
5.- significa que lo nuevo no puede ser recibido sino a partir de lo típico, surgido por su parte de la sedimentación de la experiencia social.
            Para Ricceur, lo que la  ideología interpreta y justifica es la delación con las autoridades con el sistema de autoridad. El fenómeno de autoridad es en  si mismo coextensivo a la  constitución de un grupo, que se representa ideológicamente, es político en su esencia. La ideología en esencia es la idea de una distorsión, de una formación por inversión. Para el autor, “la ideología es un fenómeno insuperable de la existencia social, en la medida en que la realidad social tiene desde siempre una constitución simbólica e implica una interpretación, en imágenes y representaciones, del propio vínculo social” (pp. 289).
            Teoría del fin de las ideologías: En la década de los años 50, los sociólogos estadounidenses, especialmente Bell (1960) y Lipset (1970), presentaron la teoría de que, a causa de importantes cambios en la naturaleza del capitalismo, la participación democrática de la clase obrera en la política y el aumento del bienestar, las antiguas ideologías de la derecha y la izquierda habían perdido su significación y su fuerza. Las sociedades occidentales, habiendo resuelto sus problemas sociales anteriores, se caracterizaban por un enfoque pragmático  de los problemas restantes de distribución de los recursos (Waxman, 1968). Aunque, hasta cierto punto, la teoría refleja adecuadamente la existencia de consenso y de una política del bienestar en los años 50 y a principios de los 60, posteriormente se pensó que la persistencia del conflicto racial en Estados Unidos, los disturbios estudiantiles en Europa, en especial Francia, la polarización de las actividades durante la guerra de Vietnam y el resurgimiento de los conflictos laborales durante los 70 eran suficiente refutación empírica de la noción del “fin de las ideologías” era en si una ideología de consenso sobre bienestar. Con la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS, volvió a plantearse el fin de las ideologías. Mannheim (19936) lamentaba la progresiva desaparición de las ideologías. La muerte de una ideología provoca una crisis al estrato social que se adhiere a ella. Cuando en la actualidad se plantea en pensamiento único lo que se está planteando es el fin de las ideologías.
            El discurso histórico: Si vemos a la historia desde tres perspectivas: como ciencia, no escapa de la ideología ya que ella es elaborada a través de diferentes teorías (idealista, positivista o marxista). Como hecho, todo hecho histórico es ideológico, ya que es producto de la actividad o acción del hombre y éste actúa a través de sus ideologías. Como Producto del historiador, es decir, la historiografía. El historiador reconstruye el pasado desde la perspectiva de su presente, y lo reconstruye de acuerdo a su sistema de ideas, ya que la ideología se expresa y reproduce en el discurso (Van Dijk: 2000). White (1998) señala que las dimensiones ideológicas de una relación histórica reflejan el elemento ético en la  asunción por el historiador de una posición particular sobre el problema de la naturaleza del conocimiento histórico y las aplicaciones que puedan derivarse del estudio de acontecimientos pasados para la comprensión de los hechos presentes.
            La ideología estará presente en el objeto de estudio y en el sujeto que estudia; el problema se complica cuando en  la historia el investigador es sujeto de su disciplina. La ideología es un nivel de significación que puede estar presente en cualquier tipo de Mensajes, aún en el discurso científico (Verón; 1971). El sujeto (historiador) subjetiviza al objeto (hecho histórico o personaje) y éste subjetiviza al sujeto. “…el historiador no prescinde, no puede prescindir, en su labor profesional de un sistema de valores ideológicos o filosóficos, de su experiencia vital, política y social, ni de su grado de formación cultural, como se ha preocupado de demostrar. (Moradiellos, 2001: 73). Todo acontecimiento histórico es un producto ideológico, desde una batalla independentista hasta la vida cotidiana. Y cuando el historiador reproduce fielmente el pasado, a través de  su discurso, lo que está haciendo es la reproducción de la ideología dominante de aquel pasado. Así como la escuela, los sindicatos, los medios de comunicación, entre otros, son aparatos ideológicos de estado, la historia con mayor razón, ya que la clase dominante escribe su historia de acuerdo a sus intereses, para mantener el estado o su Estado. Con razón muchos expresan la historia la escriben los vencedores. Los historiadores oficiales o no siempre expresan que su investigación y los resultados son producto de la  objetividad, cuando en realidad todos conocemos las cargas ideológicas de éstos inmersas en su  subjetividad. Por ejemplo, una biografía de Zamora narrada por Brito Figueroa no sería igual que una narrada por Morón (las concepciones ideológicas de Zamora son analizadas desde otras perspectivas ideológicas). Cuando Venezuela se separa de la Gran  Colombia, dejamos de ser colombianos y comenzamos a ser venezolanos, siendo la primera preocupación de la clase dominante escribir su historia. Esta historia nacional y las  posteriores, serán la concepción caraqueña de lo nacional, ya que olvidaron los ritmos históricos de las regiones históricas del actual venezolano. Será una historia ideológica ya que es parcial e inconexa, ya que ignora a la totalidad; ese olvido intencional es producto de la ideología. Algunos justifican esa postura por la necesidad de un proyecto nacional y buscarle coherencia al país-nación-Estado, no siendo más que una manipulación ideológica.
            El historiador y el investigador en general deben recocer la presencia de la subjetividad y de la ideología, aceptar que nuestro discurso es ideológico estamos reconociendo que ocultamos contradicciones. Si logramos aflorar las contradicciones y nos enfrentamos a ellas estamos dando espacio al discurso no ideológico.
“… el historiador prescinde, no puede prescindir, en una labor profesional de un sistema de  valores ideológicos o filosóficos, de una experiencia vital, política y social, ni de un grado de formación cultural, como se ha preocupado de demostrar. (Moradiellos, 2001:73).

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