Por: Luis Rafael
García Jiménez.
Resumen
La ideología siempre ha estado presente en
todo discurso y en especial en el histórico. El presente trabajo pretende
analizar la ideología desde el origen de la palabra como tal, hasta llegar a un
análisis de su utilización por parte de los historiadores.
I
Antes
de conocer como la ideología está
presente en el discurso histórico, es necesario analizar el desarrollo
histórico – filosófico del término ideología.
La palabra o categoría Ideología
proviene del griego eidea = idea y logos = razón. Para algunos autores el
término fue creado por Codillac y para otros por Antoine Destutt de Tracy. De
acuerdo al DRAE (1992): Doctrina filosófica centrada en el estudio del origen
de las ideas. Y, conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento
de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o
político. En su acepción más generalizada, el término se utiliza con un
contenido que se refiere a las ideas políticas, o a un sistema de concepciones
políticas. Napoleón Bonaparte (1769 – 1821) fue el primero en hacer de ella un
arma de combate, convirtió el término de ideología en un término de polémica y burla. Acusaba a los ideológicos de
ser una amenaza para el orden social. Él y sus seguidores usaron también el
término con un sentido peyorativo para referirse a los partidarios de la
república.
Henri
Lefebvre (1968) la define como el sistema integrado de ideas que es externo a
los individuos y resulta coercitivo para ellos. Kart Mannheim (1966), define
ideología como un sistema de ideas que busca ocultar y conservar el presente interpretándolo
desde el punto de vista del pasado. Para Edgar Morin (1994), de una
sencillamente compleja, la palabra ideología tiene un sentido totalmente
neutro: una ideología es un sistema de ideas. Cuando se habla de ideología no
denuncia ni designa las ideas de otros. Él lleva una teoría, una doctrina, una
filosofía a su grado cero, que es el de ser un sistema de ideas. En el presente
análisis quedarán fuera de la síntesis autores como: Jacques Ellul, Maurice
Lagueux, Barthes, Marcase, Gadamer y Habermas entre otros, ya que sobrepasaría
los límites establecidos en la investigación.
A
principios del siglo XIX, existió un grupo de pensadores que trataron de
mantener viva la tradición ilustra del siglo XVIII a través del análisis de las
sensaciones, y que conformó la corriente denominada de los ideólogos (llamada así
por ellos mismos), para éstos, la ideología era un análisis de las ideas
formadas por el espíritu humano.
Condillac
(1715 – 1780) se interesó especialmente por el análisis de los problemas
sicológicos sobre todo por la explicación del origen de los conocimientos
intelectuales. Definió a la ideología como una disciplina filosófica que tenía
por objetivo el análisis de las ideas y de las sensaciones. Los enciclopedistas
franceses señalaron la utilidad de la razón, que acepta o asiste con respecto a
determinadas ideas (ideologías), como
medio de superarse, aunque advirtieron sobre el peligro que este asentimiento
pudiera ser utilizado para asegurar el dominio de manera intencional.
Antoine
Destutt de Tracy (1754 – 1836) en su
obra “Elements d’ Ideologie” (Elementos de ideología) – 1802- consideraba que
la palabra fue creada como designación de una disciplina filosófica destinada a
formar la base de todas las ciencias, así como par referirse a la investigación
de las ideas; esta investigación partía de las ideas generales hasta llegar a
las sensaciones de las cuales procedían dichas ideas (Barth, 1951). Fue un
moderado y uno de los miembros principales o el más destacado de la corriente
de los ideólogos, corriente que entronca con la Ilustración, en especial a
través de las sensaciones. Muy influido por Condillac; afirmaba que todas las
potencias espirituales (percepción, memoria, juicio y voluntad) se reducen y se
beben a la sensibilidad. Dividió las sensaciones en táctiles y de movimiento, y
sostuvo que estas últimas se debe a la idea que el hombre tiene del mundo
exterior. Como todo está regido por el sistema nervioso, entonces los
sentimientos morales y sociales que rigen la ética y la política son la
ideología aplicada, que se deriva de las impresiones de la sensibilidad. La
ideología es el medio para entender de donde provienen las ideas así como el
proceso de formación, y esa comprensión
se hace mediante al análisis de las potencias espirituales. Esas cuatro
facultades o potencias son originarias e invisibles. La ideología debe también
se aplicad a las demás esferas del conocimiento. La etapa siguiente
correspondería al estudio de la expresión de las ideas (gramática y lógica),
basado en la facultad del juicio, el examen de los deseos (economía y moral)
corresponde a la esfera de la voluntad. (Martínez E., 1997:131). Para Thompson
(1990), la concepción de ideología de Destutt es neutral. Ludovico Silva se
formuló la siguiente pregunta: “¿por
cuál malhadado azar histórico e le ocurriría a Destutt de Tracy forjar
ese vocablo contrahecho, hiperfilosófico, que no puede producir sino
confusión?”. Pero, el sentido atribuido al termino por los ideológicos del
siglo XVIII es afín a la concepción de semiótica como critica genética de las
ideologías, plantead por Humberto Eco (1991).
Para
Carlos Marx los productos intelectuales
que resultan del desenmascaramiento del carácter interesado de las ideas que
sustenta la burguesía, el cual se manifiesta en la filosofía, el derecho, la
política y otras, son ideología y logra que la pretensión de poder de esa clase
burguesa se vuelva relativo. Para los marxistas-leninistas es todo sistema de
ideas que versan sobre la sociedad. Aunque es necesario recordar, que Marx
solía hablar de ideologías, en plural, en el sentido en el que hablaba de las
clases y la falsa conciencia (como meros reflejos de la base material), no hay
duda de que la ideología adquirió una existencia independiente en el seno de su
sistema. Sobre las ideologías de Marx, se desprenden tres ideas fundamentales (Ritzer, 2001): a) representar
los intereses de la clase dominante, pero esto no significa que estas ideas no
tengan una influencia recíproca de los intereses materiales. b) Constituyen un
reflejo invertido y truncado de la realidad (Lefebvre, 1968:64). c) Las
ideologías tienen una existencia independiente.
Max
Scheler (1874-1928) analizó todo el inmenso contenido, subjetivo y objetivo, de
la vida humana desde el punto de vista de su determinación efectiva, con el fin
de superar el relativismo historicista y el apriorismo formalista. Para él, la
sociología del saber es también en
muchos aspectos sociologías de las ideas
(ideologías).
Karl
Mannheim (1893-1947) las ideologías
son los reflejos de una situación a la vez escondida y revelada en ellas.
Expresaba que; el concepto de ideología reflejaba el descubrimiento que surgió
como consecuencia del conflicto político, esto es, el hecho de que los grupos dominantes puedan estar en su
pensar tan interesante apegadas a cierta situación de intereses, que ya no les
sea simplemente posible ver ciertos hechos que
socavarían su sentido de dominación (1996). Definía a la ideología como
un conjunto de ideas que ocultaban el presente intentando comprenderlo en
términos del pasado. Los que usan ideologías intentan defender el status quo
oscureciendo ciertas cosas sobre él. Distinguió dos concepciones ideológicas:
Primera: las ideologías particulares, que se hacen referencia a las ideas de
nuestros adversarios y típicamente se consideran distorsiones conscientes. Sólo
una porción del sistema de ideas del adversario se considera ideológica. Los
grupos en conflicto siguen compartiendo algunas ideas, como los criterios
básicos de validez. Segunda: las ideologías totales, son las ideas de u grupo
sociohistórico concreto o incluso de toda una era o época, y típicamente no se las
considera distorsiones conscientes. Toda la ideología de un adversario se
considera ideología. Los grupos en
conflicto difieren en todo; son sistemas de pensamiento básicamente
divergentes. Mannheim, distinguía entre ideología y utopía: Es siempre el grupo
dominante que está plenamente de acuerdo con el orden existente el que
determinaba lo que debe considerarse utópico, mientras el grupo en auge que se
opone a las cosas tal y como son es el que determina lo que debe considerarse
ideológico.
Para
Sartre (1905-1980) ideológico es el filósofo no creador, es decir, que no ha
construido sistemas filosóficos (mundos en los que vive la praxis que los
engendró) como lo hicieron, Hegel, Max y otros. En cambio, los ideológicos solo
explotan y exploran en los mundos que fueron ya abiertos por los filósofos,
como es el caso de Jaspers o Kierkegaard Sören (1813-1855), con esta base,
Sastre juzga que el marxismo es una filosofía, en cambio, el existencialismo es
una ideología.
Kart
Jaspers (1883-1969) la ideología como comunicación inconsciente de código
aparece descrita por Jaspers como el
conjunto de pensamientos y
representaciones que se presenta como
una verdad absoluta al sujeto pensante con lo que produce un autoengaño,
un ocultamiento, una fuga.
Desenmascarar ideologías fue un
concepto muy usado a finales del siglo XIX y principios del XX por varios
filósofos, entre ellos: Nietzsche, Sorel
y Pareto. Federico Nietzsche (1844-1900): odiaba todo sistema, pues
todo sistema implica estancamiento, así como la ontología, las concepciones
abstractas, la ciencia pura y la lógica
fría. George Sorel (1847-1922): sostuvo que el devenir humano es una sucesión de
violentos tránsitos de un estado a otro, en la que el nuevo estadio no solo es distinto del anterior, sino opuesto a él, separado del
mismo por una verdadera fractura. Wilfredo Pareto
(1848-1923): quien formuló la teoría
sobre las élites y su concepción de la existencia de un proceso cíclico que lleva
a la sustitución de las élites a través del tiempo. Para él, la ideología es
una teoría científica que consiste en un
conjunto de normas que tienen como objeto la acción (1973).
La
ideología es uno de los conceptos mas debatidos en sociología. De acuerdo con
Verón (1971), en cuanto al estudio de
las ideologías, difícilmente podrá hallarse en la sociología otro campo con una
tradición intelectual más venerable y mayor confusión conceptual. Sociológicamente,
puede definirse provisionalmente, de una manera muy general, como las
creencias, actitudes y opiniones que forman un conjunto, ya se relacionan
estrechamente o vagamente.
El
término se ha utilizado con tres importantes sentidos (Abercrombie et al,
1998): cuando hace referencia a creencias muy específicas. Cuando hace
referencia a creencias distorsionadas o falsas. Cuando hace referencia a
creencias muy general.
Creencias
muy específicas: la ideología en
este sentido figura principalmente en los escritores estadounidenses sobre la
ciencia política y se define como un
cuerpo de creencias de gran coherencia interna organizada en torno a unos
cuantos principios y valores fundamentales. Son ejemplos de ella el comunismo,
el facilismo y algunas variedades de nacionalismo. Las ideologías en este
sentido están frecuentemente en oposición a las instituciones dominantes y
juegan un papel en la organización de sus defensores en sectas o partidos. La
investigación de estos tipos de creencias adopta, normalmente, la forma de
estudio de la personalidad ideológica o de las funciones sociales que realiza
la ideología, como, por ejemplo, en la industrialización de una sociedad.
Daniel Bell (1964) afirmaba que las ideologías apocalípticas de clase estaban en
decadencia en las sociedades capitalistas industrializadas. Y Bendix Reinhard
(1963) realizo un estudio comparativo entre la ideología y la autoridad en el
mundo de los negocios en las sociedades en vías de industrialización en Europa
y América.
Creencias
distorsionadas o falsas: esta
concepción de la ideología se asocia a los escritos marxistas. Hay muchas
concepciones diferentes, pero los argumentos fundamentales son que: El carácter de las ideologías esta determinado
en gran medida por las disposiciones económicas de una sociedad. Este argumento
esta representado en las nociones de base y superestructura y en la idea de que
la partencia a una clase social determina la ideología. En las sociedades de
clase, tales como el capitalismo, las ideologías están distorsionadas por los
intereses de clase. Expresa a menudo en los conceptos de ideología dominante y
de falsa conciencia. La tesis de la ideología dominante ha sido criticada tanto
en términos teóricos en el sentido de que no es una interpretación correcta de
lo que Marx creía realmente, con en términos empíricos, en el sentido de que a
lo largo de la historia, los grupos subordinados han desarrollado sus propias
creencias y han rechazado frecuentemente las de las clases dominantes. Y con
respecto a la falsa conciencia: la ideología como conmutación consciente de código
es la que Federico Engels (1820-1895) llamaba un proceso que el supuesto
pensador realiza conscientemente, pero con falsa conciencia. Desde el punto de
vista marxista dicha conciencia falsa nace como ocultamiento teórico (con
pretensiones de objetividad científica) de relaciones materiales y concretas de
la vida. (Eco, 1991).
De
acuerdo con Cabrera:
“… en lo que atañe, particularmente, a la nación de ideología, como falsa conciencia, esta tendría que ser erradicada de la investigación histórica, pues implica la existencia de un ser social que, aunque pueda estar velado o activarse sólo simbólicamente, es discernible en última instancia y tiene la capacidad de encarnarse en conciencia y de proyectarse en acción….” (2001; 60)
Las
áreas del debate giran en torno al grado de determinación y a las consecuencias
de sostener que las ideologías están necesariamente distorsionadas en la
sociedad capitalista. Se ha sostenido que algunos tipos de ideología
(referentes al arte, por ejemplo) se ven relativamente poco afectadas por la economía
o la pertenencia a una clase. Una vez más, grupos sociales diferentes de la
clase han demostrado tener influencia en el carácter de la ideología. Se han
presentado diversos argumentos respecto al mecanismo por el cual se producen
ciencias distorsionadas. Por ejemplo, se dice que el interés de clase estrecha
y constriñe las percepciones del mundo, y también se han involucrado las ideas
de Marx sobre el fetichismo de la mercancía. El fetiche de la mercancía no es
“el reflejo de las relaciones reales, sino el de un mundo ya transformado,
encantado. Reflejo de reflejo, fantasma de fantasma”. (Kofman, 1973:25). Sin
embargo, dichos argumentos plantean la dificultad de como se obtiene el
conocimiento objetivo.
Se
debe a Marx la primera teoría social de la ideología; aunque en honor a la
verdad se puede diferenciar en él varias concepciones de ideología: 1.- el
joven Marx, para explicar la ideología se sirve de la metáfora de la inversión
de la imagen en una cámara oscura (punto de partida de la fotografía), es
decir, producir una imagen invertida de la realidad, que seria una distorsión,
de una deformación por inversión. La ideología seria un error que nos hace
tomar la imagen por lo real, el reflejo por lo original. 2.- en “La ideología
Alemana” -1845- , tributaria de la creencia en una sociedad futura transparente
en si misma, restringe la ideología al status de la “falsa conciencia” propia
de las sociedades alienadas. 3.- en los textos llamados de la madurez: “El
Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” -1852- y “Critica de la Economía Política”
-1859- de orden mucho más general designa por ideología aquellas formas de la
“conciencia social” que dan a los agentes sociales la familiaridad con su mundo
y organizan su experiencia vivida. En este caso la ideología es un nivel
cuantitativo de toda sociedad. El Manifiesto de 1848 es un ejemplo excelente de
ideología que se presenta como tal, explicita sus premisas, “tiene en cuenta la
ideología adversaria y demuestra que se sostiene hasta el punto en que hay que
aclarar la premisa basilar: el comunismo desea abolir la propiedad burguesa,
porque el sujeto de la historia son las masas proletarias excluidas” (Eco,
1991:415).
Louis
Althusser (1918-1992) en su interpretación del marxismo (1968 b) distinguió dos
periodos en Marx: uno humanista y otro científico; afirmo que este ultimo
periodo se inicio en 1845 cuando Marx rompió con su humanismo anterior al que
consideraba como una ideología, y basó
su pensamiento en los conceptos nuevos tales como la economía y la contradicción o dialéctica. Althusser (1968)
intentó redefinir la naturaleza de la ideología. Arguyó que la ideología debe
ser considerada como una relación social real o como una practica, no como una ilusión,
que es como la consideran los análisis convencionales. También estuvo dedicado,
sin mucho éxito, a tratar definir la ideología como un concepto epistemológico
por medio de sus contrastes con la ciencia. La más influyente de las propuestas
específicas de Althusser en su concepto de aparatos ideológicos estatales (se
refiere a una de los medios por los cuales queda asegurada la denominación de
la clase capitalista), una noción que deriva de Antonio Gramsci. Para que las
sociedades capitalistas continúen a través del tiempo las relaciones de
producción deben reproducirse, una exigencia que es satisfecha por medio de los
aparatos ideológicos de Estado; de las cuales son ejemplo las instituciones
religiosas y educativas, los medios de comunicación, la familia, incluso, los
sindicatos y los partidos políticos, funcionan incorporando a todas las clases
sociales dentro de una ideología dominante. La hegemonía de las clases
dominantes puede también asegurarse por medio de aparatos represivos del estado
que operan por medio de la fuerza y no de ideología.
Los
marxistas modernos explican frecuentemente la pasividad política de las clases
subordinadas como consecuencia de la incorporación ideológica. Interpretan que
Marx afirmó que la clase dirigente establece por todas partes su ideología como
dominante en la sociedad y que esto
adoctrina a los subordinados, que la acepta acríticamente como verdadera. Para Lefebvre: “El papel de las
ideologías es asegurar la conformidad de los oprimidos y explotarlos. Las
ideologías ofrecen a estos últimos una imagen de si mismos, y de la riqueza
material, deformada, que trabaja a favor en su aceptación espiritual de la
situación, e incluso su apoyo a ella” (1968: 76). Y para séller: “… siempre han
existido ideologías políticas; sobre todo las clases, los estratos y las capas
dominantes han tenido desde siempre a su disposición teorías y formulas de
autolegitimacion” (1998: 179).
Antonio
Gramsci (1891-1937) su obra de más importancia la centró en el problema de la
relación marxista entre la “base” y la “superestructura”, es decir, entre el
proletariado y la intelectualidad. Para él, el filosofo real no es y no puede
ser otra cosa que el político y todas las personas poseen una filosofía espontánea
surgida de la acción, del obrar humano, lo que hace que la filosofía no sea el
monopolio de unos pocos especialistas, frente a los cuales es necesario que el
hombre se haga como ellas, esto es, que se transforme en alguien consciente de
poseer la nueva concepción del mundo. (Mouffe, 1979). Para Gramsci (1978), la
estabilidad de las sociedades capitalistas dependía fundamentalmente de la dominación
ideológica de clase trabajadora. Sugería que esta dominación no podía ser
completa, sin embargo, porque la clase obrera tenía una conciencia dual, de la
cual, una parte era impuesta por la clase capitalista, mientras que la otra parte
consciente en conocimiento del sentido común deducido de la experiencia
cotidiana del mundo que tienen los obreros.
Cuando
hace referencia a creencias en general: La
noción de ideología como constituida por cualquier creencia, verdadera o falsa,
se encuentra en la sociología del conocimiento. La idea es aquí, simplemente,
que todas las creencias están determinadas socialmente, de una u otra forma,
aunque no se presupone que cualquier factor singular, la economía, por ejemplo,
sea el más importante. Se ha argüido, por ejemplo, que las burocracias engendran estilos peculiares
de pensamiento. Hay, por tanto, espacio para la discusión respecto al grado de
determinación social y respecto a qué grupos sociales engendran ideologías.
(Hill, 1973). Algunos escritores han sostenido que el principio de que las
creencias tienen causas sociales crea problemas en el sentido de que esto
parece significar que esas creencias son falsas. En contra de ello, se han
sugerido que la causación social no entraña falsedad, y mostrar que una
proposición es falsa y que está causada socialmente son dos actividades
totalmente distintas. Otros escritores, operando dentro de la tradición de la hermenéutica, han
sostenido que es incorrecto hablar de que los factores sean causa de creencia.
Los
debates europeos contemporáneos sobre la ideología han fundido las propuestas:
para referirse a creencias que son en algún sentido distorsionadas o falsas, y,
para referirse a cualquier conjunto de creencias. (Larrain, 1979. Abercrombie,
1980. Bellsey, 1989). Ha habido un movimiento general contra el determinismo
económico y hacia el reconocimiento de que la ideología puede ser relativamente
independiente de la clase o de la estructura económica.
Muchos
escritores recientes han argüido en contra de la noción de que la ideología
consiste en “ideas en las cabezas de las personas”. Se sugiere que la ideología
no debería verse sólo como un producto intelectual, sino como algo que incluye también
las ideas de los hombres y las mujeres corrientes. Algunos escritores han
sostenido que las ideologías no son en absoluto ideas, sino que deberían más
bien considerarse como practicas implicadas en la actividad de cada día, por
todo el mundo, de una forma totalmente irreflexiva.
De
modo más abstracto, el papel del sujeto, el agente humano individual, en la
creación y la función de la ideología, ha sido tema de un extenso debate,
particularmente allí donde la ideología se supone a otras disciplinas, como la
lingüística.
En el sentido semiótico: Umberto Eco: Cuando nos habla de la
ideología como categoría semiótica expresa que:
“la ideología aparecería como un residuo extrasemiótico capaz de determinar la semiosis y que actúa como catalizador en los procesos abductivos, pero es ajeno a la codificación (…) la ideología en si misma, tema de la presuposición, es una visión del mundo organizada, que puede estar sujetada al análisis semiótico” (1991: 404).Continúa el autor:
“La ideología es visión del mundo parcial e inconexa: al ignorar las múltiples interconexiones del universo semántico, oculta también las razones prácticas por las que algunos signos se han producido junto con sus interpretaciones. Así, el olvido produce falsa conciencia” (pp. 415).Cuando se ignora u oculta las contradicciones, estamos en presencia de una manipulación ideológica, que es definida por Eco como: a) Inventio (1) Ideología una serie de asertos semióticos, basados en puntos de vistas anteriores, ya sean o no explicativos, o en la elección de selección circunstanciales que atribuyen una propiedad determinada a una semema, al tiempo que ignoran u ocultan otras propiedades contradictorias, que son igualmente predicables de dicho semena a causa de la naturaleza no lineal y contradictoria del espacio semántico” (pp. 408). B) Dispositio (2) Ideológica, que sería: “una argumentación que, si bien elige explícitamente una de las posibles elaciones circunstanciales del semena como premisa, no presenta de forma explicita el hecho de que existen otras premisas contradictorias o premisas aparentemente complementarias que conducen a una conclusión contradictoria, con lo que oculta el carácter contradictorio del espacio semántico” (pp. 409). Define cambien como Dispositio Ideológica: “a una argumentación que, cuando compara dos premisas diferentes, escoge las que no poseen marcas contradictorias, con lo que el modo conscientes o inconscientes en que dichas premisas podrían comprometer el carácter lineal de la argumentación” (pp. 409). El discurso ideológico oculta las contradicciones; el discurso no ideológico, es un aserto metasiomiótico que muestra la naturaleza contradictoria del espacio semántico a que se refiere.
Paul
Ricceur la toma de conciencia sobre
nuestras tradiciones heredadas del pasado y las iniciativas del presente, será
por medio de la imaginación colectiva. Este imaginario (social o cultural)
actúa bajo dos formas: la Ideología y la utopía. (2001: 349). En su
búsqueda de criterios del fenómeno ideológico,
establece cinco rasgos (2001):
1.- parte del análisis weberiano del concepto de acción social y de relación social; en donde el fenómeno ideológico aparece en toda su originalidad. Ligado a la necesidad que tiene un grupo social de darse una imagen de si mismo de representarse, en el sentido teatral de la palabra, de ponerse en juego y en escena: “la ideología es función de la distancia que se separa la memoria social de la llegada de un acontecimiento que se trata, no obstante, de repetir; su papel no consiste sólo en difundir la convicción más allá del círculo de los padres fundadores, para convertirla en el credo del grupo entero, sino también en perpetuar su energía inicial más allá del periodo de efervescencia” (pp. 282).
2.- la ideología corresponde a lo que se podría llamar una teoría de la motivación social, es a la praxis lo que es un motivo a un proyecto individual: un motivo es a la vez lo que justifica y lo que impulsa. La ideología está movida por la voluntad de demostrar que el grupo que la profesa tiene razón en el ser que es. (pp. 283).
3.- toda ideología es simplificadora y esquemática. Es la clave, un código, para permitir una visión de conjunto, no sólo del grupo, sino de la historia y, en último termino, del mundo. Este carácter codificado de la ideología es inherente a su función justificadora. Todo puede llegar a ser ideológico: la ética, la religión, la filosofía. El nivel epistemológico de la ideología es el de la opinión. (pp. 283-2849.
4.- precisa los caracteres negativos y peyorativos generalmente atribuidos a una ideología. Este rasgo sin embargo en si mismo infamante. Consiste en que el código interpretativo de una ideología es algo en lo cual los hombres habitan y piensan, más que una concepción que ellos ponen ante si. En este rasgo la ideología es por naturaleza una instancia no crítica. Parece que la falta de transparencia de nuestros códigos culturales es una condición de producción de mensajes sociales.
5.- significa que lo nuevo no puede ser recibido sino a partir de lo típico, surgido por su parte de la sedimentación de la experiencia social.
1.- parte del análisis weberiano del concepto de acción social y de relación social; en donde el fenómeno ideológico aparece en toda su originalidad. Ligado a la necesidad que tiene un grupo social de darse una imagen de si mismo de representarse, en el sentido teatral de la palabra, de ponerse en juego y en escena: “la ideología es función de la distancia que se separa la memoria social de la llegada de un acontecimiento que se trata, no obstante, de repetir; su papel no consiste sólo en difundir la convicción más allá del círculo de los padres fundadores, para convertirla en el credo del grupo entero, sino también en perpetuar su energía inicial más allá del periodo de efervescencia” (pp. 282).
2.- la ideología corresponde a lo que se podría llamar una teoría de la motivación social, es a la praxis lo que es un motivo a un proyecto individual: un motivo es a la vez lo que justifica y lo que impulsa. La ideología está movida por la voluntad de demostrar que el grupo que la profesa tiene razón en el ser que es. (pp. 283).
3.- toda ideología es simplificadora y esquemática. Es la clave, un código, para permitir una visión de conjunto, no sólo del grupo, sino de la historia y, en último termino, del mundo. Este carácter codificado de la ideología es inherente a su función justificadora. Todo puede llegar a ser ideológico: la ética, la religión, la filosofía. El nivel epistemológico de la ideología es el de la opinión. (pp. 283-2849.
4.- precisa los caracteres negativos y peyorativos generalmente atribuidos a una ideología. Este rasgo sin embargo en si mismo infamante. Consiste en que el código interpretativo de una ideología es algo en lo cual los hombres habitan y piensan, más que una concepción que ellos ponen ante si. En este rasgo la ideología es por naturaleza una instancia no crítica. Parece que la falta de transparencia de nuestros códigos culturales es una condición de producción de mensajes sociales.
5.- significa que lo nuevo no puede ser recibido sino a partir de lo típico, surgido por su parte de la sedimentación de la experiencia social.
Para
Ricceur, lo que la ideología interpreta
y justifica es la delación con las autoridades con el sistema de autoridad. El
fenómeno de autoridad es en si mismo
coextensivo a la constitución de un
grupo, que se representa ideológicamente, es político en su esencia. La
ideología en esencia es la idea de una distorsión, de una formación por
inversión. Para el autor, “la ideología es un fenómeno insuperable de la
existencia social, en la medida en que la realidad social tiene desde siempre
una constitución simbólica e implica una interpretación, en imágenes y
representaciones, del propio vínculo social” (pp. 289).
Teoría
del fin de las ideologías: En la década de los años 50, los sociólogos
estadounidenses, especialmente Bell (1960) y Lipset (1970), presentaron la
teoría de que, a causa de importantes cambios en la naturaleza del capitalismo,
la participación democrática de la clase obrera en la política y el aumento del
bienestar, las antiguas ideologías de la derecha y la izquierda habían perdido
su significación y su fuerza. Las sociedades occidentales, habiendo resuelto
sus problemas sociales anteriores, se caracterizaban por un enfoque
pragmático de los problemas restantes de
distribución de los recursos (Waxman, 1968). Aunque, hasta cierto punto, la
teoría refleja adecuadamente la existencia de consenso y de una política del
bienestar en los años 50 y a principios de los 60, posteriormente se pensó que
la persistencia del conflicto racial en Estados Unidos, los disturbios
estudiantiles en Europa, en especial Francia, la polarización de las
actividades durante la guerra de Vietnam y el resurgimiento de los conflictos
laborales durante los 70 eran suficiente refutación empírica de la noción del
“fin de las ideologías” era en si una ideología de consenso sobre bienestar.
Con la caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS, volvió a
plantearse el fin de las ideologías. Mannheim (19936) lamentaba la progresiva
desaparición de las ideologías. La muerte de una ideología provoca una crisis
al estrato social que se adhiere a ella. Cuando en la actualidad se plantea en
pensamiento único lo que se está planteando es el fin de las ideologías.
El
discurso histórico: Si vemos a la
historia desde tres perspectivas: como ciencia, no escapa de la ideología ya
que ella es elaborada a través de diferentes teorías (idealista, positivista o
marxista). Como hecho, todo hecho histórico es ideológico, ya que es producto
de la actividad o acción del hombre y éste actúa a través de sus ideologías.
Como Producto del historiador, es decir, la historiografía. El historiador
reconstruye el pasado desde la perspectiva de su presente, y lo reconstruye de
acuerdo a su sistema de ideas, ya que la ideología se expresa y reproduce en el
discurso (Van Dijk: 2000). White (1998) señala que las dimensiones ideológicas
de una relación histórica reflejan el elemento ético en la asunción por el historiador de una posición
particular sobre el problema de la naturaleza del conocimiento histórico y las
aplicaciones que puedan derivarse del estudio de acontecimientos pasados para
la comprensión de los hechos presentes.
La
ideología estará presente en el objeto de estudio y en el sujeto que estudia;
el problema se complica cuando en la
historia el investigador es sujeto de su disciplina. La ideología es un nivel
de significación que puede estar presente en cualquier tipo de Mensajes, aún en el discurso científico
(Verón; 1971). El sujeto (historiador) subjetiviza al objeto (hecho histórico o
personaje) y éste subjetiviza al sujeto. “…el historiador no prescinde, no
puede prescindir, en su labor profesional de un sistema de valores ideológicos
o filosóficos, de su experiencia vital, política y social, ni de su grado de
formación cultural, como se ha preocupado de demostrar. (Moradiellos, 2001: 73).
Todo acontecimiento histórico es un producto ideológico, desde una batalla
independentista hasta la vida cotidiana. Y cuando el historiador reproduce
fielmente el pasado, a través de su
discurso, lo que está haciendo es la reproducción de la ideología dominante de
aquel pasado. Así como la escuela, los sindicatos, los medios de comunicación,
entre otros, son aparatos ideológicos de estado, la historia con mayor razón,
ya que la clase dominante escribe su historia de acuerdo a sus intereses, para
mantener el estado o su Estado. Con razón muchos expresan la historia la
escriben los vencedores. Los historiadores oficiales o no siempre expresan que
su investigación y los resultados son producto de la objetividad, cuando en realidad todos
conocemos las cargas ideológicas de éstos inmersas en su subjetividad. Por ejemplo, una biografía de
Zamora narrada por Brito Figueroa no sería igual que una narrada por Morón (las
concepciones ideológicas de Zamora son analizadas desde otras perspectivas
ideológicas). Cuando Venezuela se separa de la Gran Colombia, dejamos de ser colombianos y
comenzamos a ser venezolanos, siendo la primera preocupación de la clase
dominante escribir su historia. Esta historia nacional y las posteriores, serán la concepción caraqueña de
lo nacional, ya que olvidaron los ritmos históricos de las regiones históricas
del actual venezolano. Será una historia ideológica ya que es parcial e
inconexa, ya que ignora a la totalidad; ese olvido intencional es producto de
la ideología. Algunos justifican esa postura por la necesidad de un proyecto
nacional y buscarle coherencia al país-nación-Estado, no siendo más que una
manipulación ideológica.
El
historiador y el investigador en general deben recocer la presencia de la
subjetividad y de la ideología, aceptar que nuestro discurso es ideológico
estamos reconociendo que ocultamos contradicciones. Si logramos aflorar las
contradicciones y nos enfrentamos a ellas estamos dando espacio al discurso no
ideológico.
“… el historiador prescinde, no puede prescindir, en una labor profesional de un sistema de valores ideológicos o filosóficos, de una experiencia vital, política y social, ni de un grado de formación cultural, como se ha preocupado de demostrar. (Moradiellos, 2001:73).
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