domingo, 18 de noviembre de 2018

EVOLUCIÓN DE LAS MANERAS DE PENSAR Y LAS IDEAS DE EDGAR MORIN SOBRE LA EDUCACIÓN DEL FUTURO.





Ponencia presentada en el II Congreso Internacional de Investigación e Innovación. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Dirección de Investigación y Producción Intelectual. Universidad de Carabobo. 02 de julio de 2018.




Por: Luis Rafael García Jiménez.
FACES-UC
Cátedra  de Historia Contemporánea.

RESUMEN INFORMATIVO
El presente trabajo titulado: Evolución de las maneras de pensar y las ideas de Edgar Morin sobre la educación del futuro ha sido dividido en tres partes. La primera; la aventura de las maneras de pensar en donde se analiza el pensamiento arcaico, el mágico, el religioso y el racional (Moderno). En la segunda se realiza un breve bosquejo sobre el pensamiento complejo y en la tercera: las idas de Edgar Morin sobre la educación del futuro explicadas a través de los siete saberes. La educación es la única vía para poder enfrentar este mundo de la mundialización, la nanotecnología, la inteligencia artificial, la robótica, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en definitiva la cuarta revolución industrial.

Palabras Claves: Pensamiento, Complejidad, Educación, Saberes.

INTRODUCCIÓN.
El hombre ha evolucionado físicamente y en su manera de pensar. Desde el hombre primitivo hasta el hombre tardomoderno ha avanzado en su manera de ver e interpretar el mundo en un constante aprendizaje. El pensar es una manera de comprender la cotidianidad y la realidad que lo rodea y construye. Cuando una manera de pensar le   explica su mundo de certezas  está en armonía, pero, cuando las nuevas realidades no le pueden  explicar las nuevas realidades entra en el umbral de las crisis de paradigmas y cuando desarrolla una nueva manera de pensar  rompe con el pasado produciendo una ruptura epistemológica e inicia un nuevo camino, es decir, asciende un escalón en su proceso civilizatorio.
Desde hace varias décadas se ha estado hablando de una nueva crisis de paradigmas, esto quiere decir que la  manera de pensar en la Modernidad ya no explica las nuevas realidades. Por tal motivo se ha iniciado la búsqueda de nuevas maneras de pensar entre ellas el pensamiento complejo.
La Educación no escapa a las nuevas realidades y los nuevos retos de un mundo interconectado, globalizado y en donde la tecnología, la inteligencia artificial  están arropando y dejando  atrás las actuales maneras de pensar. Una de las posibles respuestas a los retos del futuro, que es hoy, son los planteamientos o ideas  sobre la educación expresadas por Edgar Morin y sus siete saberes, que serían las claves para afrontar las nuevas realidades.
  
I.- LA AVENTURA DE LAS  MANERAS DE PENSAR:         
            Pensar es cuando una persona forma sus ideas y representaciones de la realidad (cotidianidad) en su mente y las relaciones de unas con otras. El pensamiento se deriva del pensar y condiciona las acciones humanas. A través del pensamiento el hombre tiene su visión del mundo que le toca vivir y lo explica.
            El hombre ha evolucionado físicamente, espiritualmente  y mentalmente. Pero sobre todo ha evolucionado por millones de años en su manera de pensar. El pensamiento ha evolucionado desde el homo sapiens (el hombre que sabe) hasta el homo sapiens sapiens  (el hombre que sabe que sabe). El hombre pensó al hombre, es decir, se preguntó quién soy yo. La actual manera de pensar, se basa exclusivamente en la razón hija de la modernidad que afloró  a finales del siglo XVII y se consolidó en el siglo XVIII. Pero debido a los cambios acelerados con la tecnología y la informática, ya la razón Moderna no está logrando explicar las nuevas realidades que tenemos que afrontar diariamente. Ya los paradigmas (entendidos como visión del mundo) modernos no están explicando las nuevas realidades y la visión del mundo es cada día más confusa, llenándose de  incertidumbre. Por tal motivo, la humanidad está emprendiendo nuevas maneras de pensar.
             Ahora bien ¿cómo han evolucionado las maneras de pensar?:
1.- El hombre primitivo o arcaico: Esta primera etapa de la humanidad  se caracterizó cuando el hombre captó que es impotente frente a ciertos hechos o fenómenos de la naturaleza que indudablemente lo superan: la noche con su luna, el día con su sol,  los truenos, las tormentas, los rayos, los terremotos, los cambios climáticos le resultan incomprensibles. El hombre se encuentra en un mundo ya dado que es anterior a él; se encuentra en un mundo de cosas (naturaleza) que se presentan extraños, enigmáticos, llenos de peligros. Entonces genera en su mente la noción de fuerza, de influencia externa, que él no puede controlar ni  comprender, que lo atemorizan, que lo hacen sentir vulnerable a su ambiente, él será causa y efecto de la naturaleza. Rodeado de un mundo de cosas por conocer y comprender, solo el instinto le dará las respuestas a las múltiples preguntas. La naturaleza será su todo y comenzará paulatinamente a buscar las respuestas determinadas por el estado emocional como una proyección imaginativa de sus impulsos.
2.- El hombre de pensamiento mágico: Este  hombre y el arcaico serán nómadas, practicando  la recolección, la caza y la pesca. El surgimiento del pensamiento mágico  significó  un paso transcendental  en el desarrollo del pensamiento abstracto. El hombre intenta dominar los  poderes de la naturaleza, dominar  esas  fuerzas, para conseguir un beneficio para sí,  el hombre se enfrenta con lo desconocido, es el dominio de las fuerzas supranaturales, pero será  a través de una tercera persona (un intermediario) que interpretará esa realidad. Cualquiera no puede tener la capacidad de manejar los poderes, debe ser alguien especial de la tribu o el clan y esa persona será: el chamán, el hechicero, que manejará las fuerzas del bien o el brujo que manejará las fuerzas del mal. Irrumpirá  una persona que se auto-elegirá o el resto del clan lo elige a él porque recibió la señal de que era el agente intermediario entre el hombre y los poderes de la naturaleza, naciendo la máxima: “Saber es Poder”. Este intermediario se enfrentará a la naturaleza y explicará las realidades cotidianas a través de pensamiento mágico buscando producir resultados contrarios a las leyes naturales basándose en la imaginación.
            3.- El hombre del pensamiento religioso: Ya en este período en hombre descubre la agricultura y se convierte en sedentario (permitiendo la aparición del ocio) se desplaza al matriarcado y se impone el patriarcado: “los dioses solo escuchan a los hombres”. Además del ocio, irrumpe la propiedad privada (lo mío) y la aparición de las primeras ciudades y las estructura social piramidal, a partir de estos hechos el pensamiento mágico no logra explicar las nuevas realidades, el hombre entra en una crisis de paradigmas (ya los chamanes y brujos no logran explicar cabalmente las cotidianidades) y cuando consigue una nueva manera de pensar (lo religioso)  surge una ruptura epistemológica y rompe  con el pasado (mágico).
El hombre pasará del  pensamiento mágico al religioso y no a la inversa, porque lo religioso es la estructuración de lo mágico. Este pensamiento religioso tendrá dos fases: la primera el politeísmo (muchos dioses –hombres y mujeres-), y la segunda el moteísmo (un solo dios –hombre-).  En el pensamiento religioso hay una estructuración, un ordenamiento y una jerarquización, en donde todos los dioses llegaron del cielo, ninguno es terrenal, siendo el hombre un intermediario. (García, 2017 http://luisrgarciaj.blogspot.com/2016_06_01_archive.html). Esos nuevos intermediarios entre los hombres y los dioses, ahora son el sacerdote, el rabino, el imán, el pastor, los oráculos, los ministros del dios. Y luego, algo más importante todavía, hay una base doctrinaria, aparece el dogma. Éste  se convertirá en el “amo” y el hombre en su esclavo absoluto. Toda la realidad del hombre será explicada a través del dogma, la visión del mundo solo será a través del dogma llevando inclusive a casos extremos como la santa inquisición.  Este pasamiento le permitió al hombre sentir confianza, certidumbre y fe respecto  a las cosas que no podía comprobar ni explicar: “todo es cuestión de fe” y la realidad se explicará a través de los libros sagrados.  
4.- El hombre Moderno y el pensamiento racional: Algunos historiadores ubican el origen del pensamiento racional en Grecia con Tales de Mileto, 600 años a.C. A pesar que el pensamiento de la mayoría griega era politeísta Tales buscaba el principio de la realidad última de las cosas, prescindiendo de toda fundamentación religiosa o mística. A finales del siglo XVII ya es evidente la crisis de paradigmas, el dogma no está logrando explicar las nuevas realidades, se desarrolló la ruptura epistemológica y aparece la Razón en escena como una nueva manera de pensar, a partir de allí la razón será el amo y nosotros los esclavos. Con la razón nace la era Moderna de la mano de la Ciencia. En la Razón el hombre moderno había encontrado todas las respuestas a sus realidades, su visión del mundo era a través de una lógica científica, marxistas y positivistas acabaran con los dioses. Ahora el hombre luchará contra la naturaleza hasta vencerla.
5.- El hombre tardomoderno: En la actualidad estamos viviendo una crisis de paradigmas, la  visión del mundo está llena de incertidumbres. Las teorías que aparecieron en la Modernidad ya no llegan explicar las nuevas realidades, el hombre está dedicado a explorar el espacio exterior, ya planifica vivir en Marte, ya supone la probabilidad de vida en otros planetas o en otras galaxias. Ya la ciencia tradicional ha sido superada con las nuevas realidades.  Finalizando el año  2016 fue proclamada la Cuarta Revolución Industrial, el 40% de los trabajos o empleos van han desparecer en los próximos veinte años. De acuerdo con Klaus Schwab (2016): "Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes".(http://www.bbc.com/mundo/noticias-37631834). En estos momentos el hombre quiere convivir en armonía con la naturaleza. Las nuevas realidades  van a llevar a emprender nuevas maneras de pensar o cambiamos o nos cambian. La actual manera de pensar está siendo superada por la realidad.
II. EL PENSAMIENTO COMPLEJO:
En la Modernidad se han identificado los siguientes tipos de pensamiento: analítico, deductivo, inductivo, creativo, divergente, convergente, sistemático, crítico e interrogativo, todos basados en la razón. Pero acá se hará referencia al pensamiento complejo que nace en la Modernidad pero se enfrenta a ella. Hace 25 siglos atrás, el poeta griego Eurípides expresaba: “lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta”  Partiendo del hecho que “Yo soy mi”, el “yo” es subjetivo y el “mí” objetivo, a través de mi “yo” hay un nosotros que habla, hay un “sé” que habla; esto sería el primer principio de la incertidumbre y ésta es uno de los elementos del pensamiento complejo (Morin, 1994).
La noción de complejidad surge hace más de 30 años,  busca la comprensión del mundo fenoménico a través de una integración de sus eventos, pues concibe la realidad como un tejido de constituyentes heterogéneos inseparables y asociados donde se encuentra presente la paradoja de lo uno y lo múltiple, como un holograma. La complejidad intenta abordar las relaciones entre lo empírico, lo lógico y lo racional, oponiéndose al esquema clásico de las ciencias de la modernidad, separadas en disciplinas y especializaciones, la complejidad propone, a su vez, una visión integradora y multidimensional que a través de un trabajo transdisciplinario da cuenta de la complejidad de lo real. La transdisciplinariedad es superar la parcelación y fragmentación del conocimiento que reflejan las disciplinas particulares y su consiguiente hiperespecialización. La transdisciplinariedad camina hacia la autotransformación y hacia la creación de un nuevo arte de vivir y una nueva manera de pensar.
La idea del pensamiento complejo significa que no hay una respuesta sencilla o predeterminada para actuar. No es más que el reconocimiento de un principio de incompletud y de incertidumbre en el seno del conocimiento y la vida cotidiana. Nada es sencillo, todo es complejo. El pensamiento complejo prepara para vivir lo inesperado aceptando la incertidumbre. El hombre actual debe prepararse para el mundo del mañana que es hoy. Están apareciendo nuevas manera de pensar que superaran  la degradación de la civilización moderna, al individualismo y al hombre anónimo.
III. LA EDUCACIÓN DEL FUTURO Y LAS IDEAS DE MORIN:
La educación en el marco de la crisis de paradigmas y en el nuevo mundo de la inteligencia artificial, la robótica y las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información que se están configurando en la actualidad, consiste en la probabilidad para todo  ser humano  de seguir aprendiendo a lo largo de su vida, aprendizaje de múltiples y distintas  fuentes, que desarrolle las capacidades de auto-aprendizaje para desenvolverse en cualquier medio en estos tiempos de cambios permanentes y casi inmediatos. Para llegar a la nueva manera de pensar es necesario borrar las formas de crear conocimiento en la actual civilización occidental.
 En esta parte no se hablará de una teoría de la educación, ya que una teoría no es el conocimiento; ella  permite el conocimiento. Una teoría no es una llegada; es la posibilidad de una partida. Una teoría no es una solución, es la posibilidad de tratar un problema y muchas veces las teorías no llegan a solucionar  problemas, de allí la crisis de los paradigmas. El saber no  hace mejores ni más felices a los hombres, pero la educación puede ayudar a ser mejor y, si no feliz, enseñar a asumir la parte prosaica y a vivir la parte poética de la vida. Pero la educación de hoy es “disciplinada” y los problemas del mundo son indisciplinados. La educación en la Modernidad educa para la vida, entonces, el hombre reta la muerte. Si la educación educara para la muerte, el hombre retara la vida.
Cada persona debe ser plenamente consciente que su propia vida es una aventura, incluso cuando cree que está encerrada en una seguridad; todo destino humano implica incertidumbre irreductible. Cómo iba a imaginarse el último Emperador chino, que pasaría el resto de su vida como jardinero.
Los educadores y educandos tienen que saber que los hombres no matan solamente en la noche de sus pasiones, sino también en la luz de su racionalización. Los educadores deben enseñar (como bien lo expresa Luis González González 1973) que la historia universal y las historias nacionales están pobladas de gente “importante”: estadistas y militares famosos por sus matanzas, explotadores ilustres o intelectuales soberbios y cobardes. Los autores de la vida menuda y cotidiana, rara vez merecen los apelativos de sabios, héroes y santos. Se debe erradicar el culto a la personalidad.
La reforma de la enseñanza debe conducir a la reforma del pensamiento y la reforma del pensamiento debe conducir a la reforma de la enseñanza. Así como también no se puede reformar la institución sin haber reformado previamente las mentes, pero no se pueden reformar las mentes si no se reforma previamente las instituciones. Como se puede ver, la “cosa” es compleja. La posible solución estaría en una minoría de educadores, animados por la convicción en la necesidad de reformar el pensamiento y en regenerar la enseñanza. Serán educadores que ya sienten el sentido de su misión (más en estos tiempos que se educa por vocación y no por remuneración).  La educación debe contribuir a la autoformación de la persona (aprender y asumir la condición humana, aprender a vivir) y a que aprenda a convertirse en un ciudadano, en una democracia. Más aún, cuando hoy en día vivimos el desencuentro del marxismo y el desencuentro del neoliberalismo.
La educación en la Modernidad solo enseña  conocimientos, pero no se da una idea de que es el conocimiento en sí; se pide el concepto de las cosas pero no el concepto del concepto; no enseña la dificultad de entender el mundo y su complejidad; se enseña solo las certezas y no las incertidumbres; no se enseña a aprender; lo que hoy es una verdad mañana será una falsedad.
Los Saberes: El desarrollo de la aptitud para contextualizar y totalizar los saberes se convierte en un imperativo de la educación, Por ello se presentan los “siete saberes necesarios a la educación del futuro” expuesto por Edgar Morin (1999).
3. 1.- Las cegueras del conocimiento: Todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión. La educación del futuro debe contar siempre con esa posibilidad. El conocimiento humano es frágil y está expuesto a alucinaciones, a errores de percepción o de juicio, a perturbaciones y ruidos, a la influencia distorsionadora de los afectos, al imprinting (la marca sin retorno que imponen las primeras experiencias) de la propia cultura, al conformismo, a la selección meramente sociológica de las ideas.
Se podría pensar que, despojándose  del afecto, en todo conocimiento, elimina el riesgo de error. Es cierto que el amor, la amistad o el odio pueden enceguecer, pero también es cierto que el desarrollo de la inteligencia es inseparable del de la afectividad. La afectividad puede oscurecer el conocimiento pero también puede fortalecerlo.
Se podría también creer que el conocimiento científico garantiza la detección de errores y milita contra la ilusión perceptiva. Pero ninguna teoría científica está inmunizada para siempre contra el error. Incluso hay teorías y doctrinas que protegen con apariencia intelectual sus propios errores. Cuando se ocultan las incertidumbres afloran las ideologías.
La primera e ineludible tarea de la educación es enseñar un conocimiento capaz de criticar el propio conocimiento. Se debe enseñar a evitar la doble enajenación: la de nuestra mente por sus ideas y la de las propias ideas por nuestra mente. La búsqueda de la verdad exige reflexibilidad, crítica y corrección de errores. Pero, además, se necesita una cierta convivencia con las ideas y con los  mitos.
El primer objetivo de la educación del futuro será dotar a los alumnos de la capacidad para detectar y subsanar los errores e ilusiones del conocimiento y, al mismo tiempo, enseñarles a convivir con sus ideas, sin ser destruidos por ellas. Se debe llevar una lucha crucial contra las ideas, pero no puede hacerse más que con la ayuda de las ideas. Uno de los objetivos de la educación para el futuro es que los hombres no sigan siendo juguetes inconscientes de sus ideas y de sus propias mentiras.
La educación en razón de que no ha proyectado sus instrumentos persuasivos debe motivar a las personas a conocer “qué es conocer”. La persona va comprendiendo la vida y sus relaciones como producto de ideas vagas y superficiales, no atendiendo a interpretar la realidad por sí misma. Es necesario desarrollar un estudio de las características biológicas y humanas de los procesos mentales del hombre para ver el entorno y sus relaciones con incertidumbre y no con ilusiones.
3. 2.-  Los principios de un conocimiento pertinente: Ante el aluvión de informaciones es necesario discernir cuáles son las informaciones claves. Es necesario recordar que el exceso de información desinforma y mucha de esa información es manipulada por los centros de poder y el poder solo dice lo que él quiere que se sepa.
Ante el número ingente de problemas es indispensable diferenciar los que son problemas claves. Pero, ¿cómo seleccionar la información, los problemas y los significados pertinentes? Sin duda, develando el contexto, lo global, lo multidimensional y la interacción compleja. Como consecuencia, la educación debe promover una “inteligencia general” apta para referirse al contexto, a lo global, a lo multidimensional y a la interacción compleja de los elementos. Esta inteligencia general se construye a partir de los conocimientos existentes y de la crítica de los mismos. Su configuración fundamental es la capacidad de plantear y resolver problemas, es decir, inteligencia es la capacidad de solucionar problemas; para ello, la inteligencia utiliza y combina todas las habilidades particulares. El conocimiento pertinente es siempre y al mismo tiempo general y particular. En este punto, se introduce una “pertinente” distinción entre la racionalización (construcción mental que sólo atiende a lo general) y la racionalidad (que atiende simultáneamente a lo general y a lo particular).
Los principios de un conocimiento pertinente, en donde se destaca que el papel del conocimiento es apreciar el entorno y sus relaciones de forma integral y global, en el que el ser humano sea no solo capaz de identificar los objetos, sino aprehenderlos y su lugar en el marco de la naturaleza. Hay que desarrollar la aptitud natural de la inteligencia humana, la cual no es otra que la ubicación de las informaciones en un sistema de interrelaciones que le dé sentido de pertenencia con el todo, pero que, a la vez, devele la profundidad y razón de ser de las partes.
3. 3.-  Enseñar la condición humana: Una aventura común ha embarcado a todos los humanos de la presente era. Todos ellos deben reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad cultural inherente a todo lo humano. Conocer al ser humano es situarlo en el universo y, al mismo tiempo, separarlo de él. Al igual que cualquier otro conocimiento, el del ser humano también debe ser contextualizado:
Quiénes son es una cuestión inseparable de dónde están, de dónde se viene y a dónde va. Lo humano es y se desarrolla en bucles: a) cerebro-mente-cultura; b) razón-afecto-impulso; y, c) individuo-sociedad-especie. Todo desarrollo verdaderamente humano significa comprender al hombre como conjunto de todos estos bucles y a la humanidad como una y diversa. La unidad y la diversidad son dos perspectivas inseparables fundamentales de la educación.
La cultura en general no existe sino a través de las culturas. La educación deberá mostrar el destino individual, social, global de todos los humanos y nuestro arraigamiento como ciudadanos planetarios. El destino del planeta, es nuestro destino. Éste será el núcleo esencial formativo del futuro. El ser humano es a la vez físico, químico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico; toda esa composición del hombre está dispersa en la educación a través  de las disciplinas, impidiendo una verdadera unidad que permita reunir y organizar los conocimiento dispersos en las ciencias de la naturaleza, las ciencias humanas, la literatura, la filosofía, por mencionar algunas. La unión entre la unidad y la diversidad del todo, es lo que se traduce en la condición humana.
3. 4.-  Enseñar la identidad terrenal: La historia humana comenzó en África con una dispersión, una diáspora de todos los humanos hacia regiones que permanecieron aisladas durante milenios, produciendo una enorme Torre de Babel con diversidad de lenguas, religiones y culturas. En estos tiempos tardomodernos o hipermodernos se ha producido la revolución tecnológica que permite volver a relacionar estas culturas, volver a unir lo disperso. La población media de los países industrializados, los llamados del primer mundo, se encuentran ya en un circuito mundial de confort, circuito que aún está vedado a tres cuartas partes de la humanidad. Es necesario introducir en la educación una noción mundial más poderosa que el desarrollo económico y esa noción es el desarrollo intelectual, afectivo y moral a escala terrestre.
La perspectiva planetaria es imprescindible en la educación. Pero, no solo para percibir mejor los problemas, sino para elaborar un auténtico sentimiento de pertenencia al planeta, considerado como última y primera patria. El término “patria” incluye referencias etimológicas y afectivas, tanto paternales como maternales. En esta perspectiva de relación paterno-materno-filial en la que se construirá a escala planetaria una misma conciencia antropológica, ecológica, cívica y espiritual. Así como Bolívar decía (en el siglo XIX) que la Patria era América, ahora se debe decir (en el siglo XXI) la Patria es el Planeta Tierra.
El ser humano del siglo XXI no podrá entender su realidad sólo comprendiendo su condición humana, sino interpretando e internalizando la condición del mundo que hoy se muestra en una era planetaria, cuya fase actual debería ser la mundialización y no la globalización. Existe la necesidad de un pensamiento policéntrico, que tenga la condición de un universalismo no abstracto, sino conciente de la unidad-diversidad de la condición humana. Un pensamiento que siendo alimentado por las culturas humanas respete sus límites individuales y profundice sus lazos comunicantes.
3. 5.-  Enfrentar las incertidumbres: Todas las sociedades creen que la perpetuación de sus modelos se producirá de forma natural.  En los siglos pasados, las grandes civilizaciones, siempre creyeron que el futuro se conformaría de acuerdo con sus creencias e instituciones. El Imperio Romano, tan dilatado en el tiempo, es el paradigma de esta seguridad de pervivir. Sin embargo, cayeron, como todos los imperios anteriores y posteriores, el musulmán, el bizantino, el austrohúngaro y el soviético. La cultura occidental dedicó varios siglos a tratar de explicar la caída de Roma. Todo centro de poder irremediablemente lleva en sí su propia destrucción. El siglo XX ha derruido totalmente la predictividad del futuro como extrapolación del presente y ha introducido vitalmente la incertidumbre sobre nuestro futuro.
La educación debe hacer suyo el principio de incertidumbre, tan válido para la evolución social como la formulación de la nueva manera de ver la ciencia. La historia avanza por atajos y desviaciones y, como pasa en la evolución biológica, todo cambio es fruto de una mutación, a veces de civilización y a veces de barbarie. Todo ello obedece, en gran medida, al azar o a factores impredecibles; la extinción es la regla, la evolución es la excepción.
Pero la incertidumbre no versa sólo sobre el presente y el futuro. Existe también la incertidumbre sobre la validez del conocimiento. Y existe, sobre todo, la incertidumbre derivada de las  propias decisiones. Una vez que tomamos una decisión, empieza a funcionar el concepto de ecología de la acción, es decir, se desencadena una serie de acciones y reacciones que afectan al sistema global y que no podemos predecir los resultados. Ahora bien, se ha educado aceptablemente bien en un sistema de certezas, pero la educación para la incertidumbre es deficiente. Se navega en un océano de incertidumbres en el que hay algunos archipiélagos de certeza, no viceversa.
Enfrentar la incertidumbre, es un llamado a la educación, como sistema, a que se preocupe más por comprender el campo de las incertidumbres pero desde la óptica de la certeza, esto quiere significar que el educador asuma la responsabilidad de generar estrategias alternativas ante los acontecimientos o hechos inesperados, muy a la par de poner en práctica el liderazgo transformacional para enfrentar con plenitud los cambios. Toda la enseñanza tiende al programa, el objetivo es cumplir el programa, en tanto que la vida  solicita la estrategia y, si es posible, la serendipia (descubrimiento infortunado e inesperado que se ha realizado accidentalmente). La estrategia busca sin cesar juntar informaciones y verificarlas, y modifica sus acciones en función de las informaciones recogidas y de las casualidades con las que se encuentra en el camino.
3. 6.-  Enseñar la comprensión: La comprensión se ha tornado una necesidad crucial para los humanos. Por eso la educación tiene que abordar de manera directa y en los dos sentidos: a) comprensión interpersonal e intergrupal; y b) comprensión a escala  planetaria. La comunicación no implica comprensión. Esta última siempre está amenazada por la incomprensión de los códigos éticos de los demás, de sus ritos y costumbres, de sus opciones políticas. A veces se confrontan cosmovisiones incompatibles. Los grandes enemigos de la comprensión son el egoísmo, el etnocentrismo y el sociocentrismo. Enseñar la comprensión significa enseñar a no reducir el ser humano a una o varias de sus cualidades que son múltiples y complejas. Impedimos la comprensión al marcar a determinados grupos con una etiqueta: tierrúo, escuálido, ladrones, corruptos. Pero, positivamente, se tiene que ver las posibilidades de mejorar la comprensión mediante: a) la apertura empática hacia los demás; y, b) la tolerancia hacia las ideas y formas diferentes, mientras no atente a la dignidad humana.
La verdadera comprensión exige establecer sociedades democráticas. Fomentar la laicidad, que es la racionalidad crítica opuesta a los dogmas, a los cultos de la personalidad; es la pluralidad opuesta al monopolio de la verdad. Por eso, la educación del futuro deberá asumir un compromiso sin fisuras por la democracia plena y no de élites de poder, porque no cabe una comprensión a escala planetaria entre pueblos y culturas más que en el marco de una democracia abierta.
Enseñar a comprender, es la respuesta a la necesidad de que el ser humano aprecie con sus sentidos el conocimiento y no se quede en superficialidades. El diálogo es una vía expedita para que el hombre cultive su intelecto y comprenda la heterogeneidad y complejidad de su mundo. A pesar de existir, hoy más que nunca hay una profunda amplitud en el ámbito de la información y la comunicación. Hay una gran debilidad en la comprensión de los mensajes y, por ello, es preciso enseñar a comprender, a eliminar el egoísmo propio de los hombres y transmitir eficientemente el conocimiento, elevando de ese modo la moral en las relaciones humanas y superando los obstáculos propios de la condición de imperfección de los hombres.
3. 7.-  La ética del género humano: En la ética del género humano, como ya es sabido, existen éticas particulares, pero la enseñanza de una ética válida para todo el género humano, es una exigencia de nuestro tiempo y está presente en el bucle individuo-sociedad-especie como base para enseñar la ética venidera. En el bucle individuo-sociedad surge el deber ético de enseñar la democracia. Ésta implica consenso-discenso y aceptación de reglas democráticas. Pero también necesita diversidades y antagonismos de consenso y disenso. El contenido ético de la democracia afecta a todos esos niveles. El respeto a la diversidad significa que la democracia no se identifica con la dictadura de la mayoría. En el bucle individuo-especie se fundamenta la necesidad de enseñar la ciudadanía terrestre. La humanidad dejó de ser una noción abstracta y lejana para convertirse en algo concreto y cercano con interacciones y compromisos a escala terrestre.
La educación debe conducir a un proceso constante de interacción y comunicación entre el individúo, la sociedad y la especie; cada ser humano lleva en sí mismo esa triple realidad de la que debe ser consciente, remarcándose la condición de dos finalidades ético-políticas inherentes “al hombre y a su circunstancia” como decía Ortega y Gasett: una, el establecimiento de una relación de control mutuo entre la sociedad y los individuos, teniendo como estructura expedita el sistema democrático; y otra, concebir la condición humana como comunidad planetaria, en la cual ya no solo es importante lo terrestre como influencia en el hombre, sino el universo como potencialidad compleja e incierta de nuevos escenarios humanos.
CONCLUSIONES.
El pensamiento le ha permito al hombre a través del tiempo, tener una visión del mundo para comprender la realidad que él ha construido, no siendo más que su cotidianidad. Desde el hombre de las cavernas hasta el hombre llamado “postmoderno”, desde el pensamiento arcaico o primitivo, el pensamiento racional hasta el hombre actual sumergido en una crisis de paradigmas. Los paradigmas nacidos y desarrollados durante la modernidad ya no explican las nuevas realidades: el hombre explorando el espacio, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la robótica, la nanotecnología y la cuarta revolución industrial. Las nuevas realidades están llevando al hombre a replantearse todo el sistema educativo, solo la Educación nos llevará  a entender las nuevas realidades.
La crisis de paradigmas nos ha llevado a buscar soluciones o alternativas y entre ellas ha sobresalido el pensamiento complejo que intenta abordar las relaciones entre lo empírico, lo lógico y lo racional oponiéndose al esquema clásico de las ciencias de la Modernidad. Para enfrentar la crisis Edgar Morin ha planteado ideas para la Educación del futuro y para ello ha desarrollado los sietes saberes: Las cegueras del conocimiento, los principios de un conocimiento pertinente, enseñar la condición humana, enseñar la identidad terrenal, enfrentar las incertidumbres, enseñar la compresión y la ética del ser humano. A través de la Educación el hombre se convertirá en un ser planetario.
REFERENCIAS.
Klaus Schwab (2016) Qué es la cuarta revolución industrial (y por qué debería preocuparnos). (http://www.bbc.com/mundo/noticias-37631834
González G, Luis (1973). Invitación a la microhistoria. México. Sep/setenta. Secretaria de Educación Pública. 
García J, Luis R (2017) El papel de las religiones: ¿la lucha por la tolerancia? En: http://luisrgarciaj.blogspot.com/2016_06_01_archive.html)
Morin, Edgar (1999). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. Paris. Organización de la Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Tecnología.
Morin, Edgar (1994). Introducción al pensamiento complejo. Barcelona. Editorial Gedisa.

EL LENTO FRAGUADO Y GESTACIÓN DE LA NACIÓN VENEZOLANA EN LOS INICIOS DEL SIGLO XIX.




Ponencia presentada en el II Congreso Internacional de Investigación e Innovación. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Dirección de Investigación y Producción Intelectual. Universidad de Carabobo. 02 de julio de 2018.
Por: Luis Rafael García Jiménez.
FACES-UC
Cátedra de Historia Contemporánea.
RESUMEN INFOMATIVO
La crisis de la sociedad colonial se manifiesta a finales del siglo XVIII y la ruptura del nexo colonial se realiza en los primeros veinte años del siglo XIX. La idea de nación en los habitantes del actual territorio venezolano comenzó su gestación y  lento fraguado, es decir, después de casi trescientos años de dominio español. La nación será comunidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre la base de una comunidad de idiomas, de territorio, de vida económica, cultural y  psicológica. Aun cuando la lucha anticolonial contribuyó a generar amplios sentimientos nacionales, los intentos de creación de un orden político oligárquico (de participación restringida) obstaculizaron,  en poca medida, la transferencia de las lealtades políticas de los sectores populares hacia los nuevos centros de autoridad, a las formas de un nuevo Estado.
Palabras Claves: nación, constitución, estado, país.

INTRODUCCIÓN.
La nación, hoy llamada Venezuela, comenzó su lento fraguado y gestación a finales del siglo XVIII, cuando la Corona española crea jurídicamente la Capitanía General de Venezuela que establecería las bases territoriales de la futura nación.
En los primeros años del siglo XIX se inician los primeros intentos de independencia y será en 1812 cuando se dicta la primera Constitución, originando la idea de nación, luego vendrá la constitución de 1819 (crea la Ley fundamental de Colombia) y en el año de 1830 en Valencia la constitución que nos separará de Colombia. Con la separación nace la nación venezolana.
Aunque hoy en día siga el proceso de formación y consolidación de la nación muchas personas siguen confundiendo los términos de: Estado, país, pueblo y nación. Pero en todos los casos está  inmerso el sentido de pertenencia.
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I.
Es común que muchas veces se confundan los términos: Estado, país, pueblo y nación. En tal sentido se tiene que:
Estado: Derivado de stato, participio del verbo stare y que designa una «organización estable».  Indica y describe una forma específica de ordenamiento político que empezó a adquirir cuerpo a partir del siglo XIII, desarrollándose a través de los conflictos entre iglesia, baronía, señorío, monarcas y burguesía mercantil en torno a la unificación de las estructuras de poder territorialmente fragmentadas.
País: Es una determinada área geográfica y una entidad políticamente independiente, que cuenta con su propio gobierno, administración, leyes, fuerzas de seguridad y, por supuesto, población. De todas formas, un Estado puede estar formado por distintos países o naciones. La palabra país comparte significado con nación (del latín nātio), en especial con su aceptación como nación política. Es decir, se trata del ámbito jurídico-político y de la soberanía constituyente de un Estado. Los países se encuentran divididos por líneas imaginarias que determinan su territorio. A estas líneas se las conoce como fronteras y son las encargadas de delimitar el espacio en el que cada Estado tiene su jurisdicción.
Pueblo: La palabra pueblo proviene del término latino populus y permite hacer referencia a tres conceptos distintos: a los habitantes de una cierta región (estas personas constituyen una comunidad gracias a que comparten una cultura similar), a la entidad de población de menor tamaño que una ciudad y a la clase de una  Sociedad.
Nación: La natio ―vista en la antigüedad romana como equivalente a gens y populus y en oposición a civitas— se refiere originariamente a comunidades integradas básicamente por asentamiento y vecindad, en términos espaciales o geográficos, y por lengua, costumbre y tradiciones comunes, en términos de unidad histórica o cultural, pero no organizadas bajo formas estatales, en términos de unidad formal o política. Dicho de otro modo: en sus orígenes natio expresaba una realidad prepolítica o, con más precisión, una integración cultural a partir de una unión de personas con la misma procedencia, con la misma identidad colectiva y con la misma experiencia histórica. Ese sentido llegará al siglo XV, en el que el término «nación» pasa a ser empleado cada vez con más propósitos políticos, designando «una cantidad considerable de población que vive en cierta extensión de territorio, comprendido dentro de cierto límites, y que obedece al mismo gobierno».
 A partir del siglo XVIII, período marcado por las tres grandes revoluciones burguesas (la inglesa, la norteamericana y la francesa), la nación incluye societas civilis (los ciudadanos con derecho a participaren la elaboración de leyes, así como en la construcción y en la conducción de las instituciones de gobierno) y la idea de «conciencia nacional» se transforma gradualmente en una poderosa fuerza movilizadora, de cohesión y de afirmación social. Éste es el momento histórico en el que la nación pasa a ser identificada como fuente de soberanía. Es decir, como la consecuencia concreta del derecho de una comunidad dada o de un pueblo a autodeterminarse políticamente y a hacer valer, dentro de su territorio, la universalidad de sus decisiones, como resultado objetivo de la capacidad de una sociedad históricamente integrada para constituirse libremente y para organizarse de modo
Cuando se habla de nación se piensa en un conjunto de seres humanos que asociados a características específicas conforman un ente  social independiente, constituyendo así la forma más amplia de comunidad. Estas características comunes serán entre otras: territorio, cultura y unidad jurídica, social y de defensa. La idea de nación en los habitantes del actual territorio venezolano comenzó su gestación y  lento fraguado a finales del siglo XVIII, es decir, después de casi trescientos años de dominio español.
La idea de nación debió estar presente en la élite que aspiraba dirigir  la ruptura  del nexo colonial. Los llamados “blancos criollos” (mantuanos o grandes cacaos) quienes conformarían la cúspide de la pirámide de la sociedad colonial, serán los llamados a llevar a cabo la materialización de la creación de la futura nación a la conformación de un Estado Republicano libre e independiente.
El primer intento de conformación se encontrará en los constituyentes de 1811 quienes en la Carta Magna (primera en América Latina y segunda de América) establecerán la creación de la Confederación Americana de Venezuela, como se sabe esta experiencia durará escasos meses cuando se inicia la reacción  monárquica. El inicio de la guerra  por la independencia, la conformación de Colombia (la unión de la Capitanía General de Venezuela, Cundinamarca y Quito) obligará a suspender por veinte años la creación de una nación en el antiguo territorio de la Capitanía  General. La aceptación de la República de Colombia (la grande) fue a medias y por conveniencias tácticas del conflicto bélico independentista  por parte de la gran mayoría de la clase dirigente y dominante, hubo una resistencia constante en contra de la unión colombiana.
Cuando la élite vio la independencia segura y libre de enemigos ultramarinos y continentales, retoma sus ideas autonomistas y se enfrentan abiertamente  con Simón Bolívar artífice de la unidad colombiana. La última batalla significativa, dirigida por Bolívar, se realiza en 1821  en el Campo de Carabobo (faltarán la toma de Puerto Cabello y la Batalla Naval del Lago) pasando Páez a ser el jefe supremo del “Departamento de Venezuela”, y ya para el año de 1826 se encuentra la primera muestra de separación con la “Cosiata” (desarrollada en la ciudad de Valencia) y en el año de 1829 se inicia abiertamente el proceso de separación con la convocatoria del Congreso Constituyente de Valencia (reunidos en la Casa de la Estrella) y  en mayo de 1830 se materializa la separación absoluta y definitiva con la República de Colombia. A partir de ese año comenzamos a ser venezolanos, si la élite no traiciona el pensamiento unitario de Bolívar todavía fuésemos colombianos habitantes del Departamento de Venezuela y la capital, como es lógico, sería Bogotá.
Finalizando el siglo XV, Colón avista las costas orientales del actual territorio de Venezuela y en el siglo XVI se inicia el proceso de invasión del territorio y el proceso de dominación y consolidación del dominio español. De acuerdo con Carrera Damas (1997), sólo hasta muy avanzado el siglo XVIII se podrá hablar de integración territorial en Venezuela. Hasta ese entonces, las provincias que forman la nación estaban sometidas a diversas autoridades y tenían una historia propia: la Provincia de Venezuela – 1528 -  incluía al actual Distrito Capital y los hoy estados Miranda, Aragua, Carabobo, Lara, Falcón, Trujillo, Cojedes y Portuguesa, y hasta 1676 lo que hoy es Zulia. La provincia de Venezuela así formada tenía gobierno metropolitano y capitanía general propios, y dependían en lo jurídico de la Real Audiencia de Santo Domingo, como también la Provincia de Margarita(1525), pero ésta no era solo de carácter jurídico sino también política y militarmente. Las hoy isla de Trinidad y estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro formaban la provincia de Trinidad y Guayana (1569): si bien tenían capitanía general propia,  en lo jurídico dependían de la Real Audiencia de Santafé de Bogotá. Los actuales estados Sucre, Anzoátegui y  Monagas formaban la Provincia de Nueva Andalucía o Cumaná (1568) y, si bien  militar y políticamente tenían gobierno propio, jurídicamente estaban bajo la dependencia de la Real Audiencia de Santo  Domingo. La Provincia de Mérida (1622) y La Grita (1570-1608): estaban allí comprendidos los hoy estados Mérida,  Táchira, Barinas, parte de Apure y Zulia. En 1607 se convierten en gobernación y capitanía general de Mérida, anexándose Maracaibo en 1676) de lo cual comienza a llamársele Provincia de Maracaibo. Por tal motivo hablar de la Venezuela colonial, inclusive, por lo menos hasta 1777, no tiene sentido si no se precisa que no puede confundirse su territorio con lo que hoy constituye la Nación.
En el año de 1777  (seis -6- años antes que naciera Bolívar) la Corona Española crea la Capitanía General de Venezuela en donde los poderes se centralizan en la ciudad de Caracas (se deja de depender de las Audiencias Reales de Santo Domingo y Santafé de Bogotá), bajo la autoridad de un Capitán General. En el período colonial se diseñó un tejido bastante particular de pequeñas entidades autónomas  que, a la cabeza de cada ciudad, se consideraban independientes unas de otras. En aquella época se  asumían los gentilicios locales y regionales: valencianos, caraqueños y, en esencia, los colonos eran súbditos de España;  ella era la patria. La constitución sancionada en 1811 (con una vigencia  de siete meses: promulgada el 4-12-1811 hasta el 21-07-12) establecía un sistema de gobierno federal y  las siete provincias conformarían  la Confederación Americana de Venezuela (que en la práctica no funcionó). Recuérdese que las provincias de Maracaibo, Coro y Guayana se mantuvieron fieles a la Regencia española), esto quiere decir que en el imaginario colectivo la idea de una nación venezolana no llegó a existir.
En 1812 se inicia el proceso bélico entre independentistas – que deseaban una república – y monárquicos que deseaban que continuara el status español. De acuerdo con Febres (2012): “el estudio de los documentos que caracterizó a la historia positivista en Venezuela reveló que los realistas, en muchos casos, eran tan venezolanos como los patriotas y que la guerra de independencia fue  sobre todo una guerra entre hermanos” (p. 292). En el año de 1819, bajo la inspiración de Bolívar, se promulga una Constitución (centralista) y se dicta la Ley Fundamental de Colombia; es decir, la unión de la Capitanía General de Venezuela, el Virreinato de Santafé de Bogotá (Cundinamarca) y la Presidencia de Quito (actuales: Venezuela Colombia y Ecuador). Esta Ley es la base jurídica para que los habitantes, del actual territorio de Venezuela, comiencen a llamarse colombianos. Aunque es necesario recordar que Bolívar durante la Campaña Admirable (1813) en todo su documentario comienza a llamar a los habitantes de estas tierras colombianos. En el Congreso de Cúcuta de 1821 se ratifica la Ley y nace  constitucionalmente la República de Colombia (llamada por los historiadores post-independentistas: Colombia la grande o Gran Colombia).
Es a partir de mayo de 1830 con el Congreso Constituyente de Valencia cuando los habitantes  de este territorio comenzaran a llamarse venezolanos, se puede decir sin ánimo de ofender: que Bolívar nos liberó de España y Páez de Colombia.  Este camino que se inició en Valencia se irá consolidando poco a poco superando innumerables problemas y obstáculos, Tomás Straka (2012) plantea:

… muchos de los problemas esenciales del proceso de fundación de un orden republicano y liberal en Venezuela, que finalmente cuaja en 1830, pero que en realidad no llega a consolidarse hasta un siglo después, se explican por las numerosas torceduras y transacciones que  es necesario darle al proyecto con aquello que pareciera su contrario –la anti-república, el personalismo, el caudillismo – aunque al final termina viviendo con él  (p.107).

II.
La nación será comunidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre la base de una comunidad de idiomas, de territorio, de vida económica, cultural y  psicológica. Partiendo de la definición anterior se puede inferir que pueden existir varias naciones o pueblos dentro de un Estado, en tal sentido se puede mencionar al actual Estado español que está conformado por varias naciones, países, pueblos, por ejemplo: los vascos, los catalanes, gallegos entre otros. Y en la actual Venezuela se ubican las naciones conformadas, entre otros por: pemones, yanomami. Por tal motivo además de tener claro que es nación también conocer lo que es país (región, provincia, territorio), pueblo (conjunto de personas de un lugar), república (organización del Estado) y Estado (conjunto de órganos de  gobierno de un país soberano).
Como se puede observar  cuando se habla  de nación entran una serie de elementos o categorías  que la hacen compleja ya que están inmersos: país, idioma, territorio, tradición, pueblo, república, Estado. Más interesante aun cuando se observa que la idea de nación y por consiguiente el llamado sentimiento nacional aparece muy avanzada en la edad Moderna.
De acuerdo con Alfredo Margarino (1981), durante mucho tiempo, los pueblos se  pensaron como conglomerados rivales, sin más relación  que las que se operaban por intermedio del soberano. La gente se consideraba como originaria, nativa o habitante de una región, de una ciudad, de un feudo, mientras que los monarcas del siglo XVIII consideraban a sus pueblos no ya como, por ejemplo: valencianos,  caraqueños, limeños o mejicanos sino como leales súbditos de su Majestad. En Europa, la transformación de estas relaciones a impulsos del mercantilismo, cuando el Estado centralizado interviene con objetivos nacionales, modificó la situación; la región y la ciudad siguen siendo puntos de referencia para el hombre y para la comunidad, pero las decisiones se  adoptan a otro nivel, el de la nación formada por el conjunto de las comunidades y, en su caso, de las nacionalidades. La noción de ciudadanos, aunque no elimina a la región, hace hincapié en la pertenencia a esta comunidad general. En otras palabras, el ciudadano puede sentirse (en la época colonial) cumanés, maracucho, pero es ante todo, súbdito español  (primero) o colombiano después (1819-1830). Es interesante acotar que el término nacionalismo aparece (probablemente de origen británico) a principio del siglo XVII, pero los diccionarios sólo lo acogen definitivamente  en el siglo XIX.
La crisis de la sociedad colonial se manifiesta a finales del siglo XVIII y la ruptura del nexo colonial se realiza en los primeros veinte años del siglo XIX. Cuando se estudia la estructura social de la colonia (estamentos) se puede apreciar que una minoría  era la que poseía el poder económico,  político (en los cabildos), social y cultural (eran los únicos que tenían acceso a una educación formal) y la posibilidad de viajar Europa a continuar su formación intelectual. Por tal motivo, la posibilidad de una idea de nación y creación de  la misma sería un producto de los “blancos criollos”, es decir, de los descendientes de los primeros colonos españoles, de ellos heredaron la propiedad de la tierra (origen de la riqueza) lo cual les permitió el control de la economía (gracias al contrabando la mayoría de las veces) y  este estamento  conformaba una élite totalmente diferenciada de las masas o del pueblo. De acuerdo con Akzin (1983):

…el pensamiento democrático sirve así para reforzar el nacionalismo donde quiera que un grupo gobernante es étnicamente diferente  de las masas de los gobernados y ésta es una situación con que se ha enfrentado una parte apreciable de la raza humana en los últimos siglos (p.59).


Cuando se pregunta: ¿quiénes eran los dueños de los esclavos? ¿Quiénes eran los que tenían a los indígenas sometidos en las encomiendas? ¿Quiénes tenían a los pardos de peones o dependientes? La respuesta: los “Blancos Criollos”. El pueblo en el sentido amplio de la palabra (pardos –mayoría de la población- , esclavos –incluyendo libertos manumisos y cimarrones – y los indígenas)  no participó en la toma de decisiones sobre la independencia.  Su opinión no fue oída a pesar que el congreso de 1811 y los posteriores se reunían en nombre de él, recuérdese que la esclavitud fue abolida en 1854 (cuarenta y tres años después de la independencia y veinticuatro años después de la separación de Colombia y de la muerte de Bolívar). Debido a la condición social de  los dirigentes y líderes de la independencia para la mayoría del pueblo   no era vista con buenos ojos el proceso de independencia y la guerra desarrollada por  once años.

Pero, lamentablemente,  históricamente hay una constante:
El pueblo, en cuanto formación cultural, no desempeñó, ni en la antigüedad ni en la Edad Media, papel de importancia en la formación de los grupos políticos. Hasta el siglo XIX no existió ni una teoría ni una práctica de la política construida de manera consciente sobre la peculiaridad cultural del pueblo. Incluso la conciencia occidental empieza en el Renacimiento, en el Oriente europeo a finales del siglo XVIII y  que actualmente se inicia en Asia, no ejerce al principio influjo alguno. (Hermann, 1987; p.174).


            La pregunta lógica: ¿eran los blancos criollos la única clase capaz de llevar a cabo la independencia? De acuerdo a las condiciones de vida de la mayoría impuestas por la minoría SI, más aun la mayoría de la población apoyaba a los Blancos Peninsulares (representantes de la Monarquía). Por tal motivo, la idea de nación es producto de un grupo o clase social muy bien definida: “La conciencia de grupo parece claramente una cuestión  de la instituciones sociales” (Deutsch, 1981; p.36). Aunque parezca paradójico en la  colonia tardía, los únicos que tenían “consciencia de clase” eran los blancos criollos que deseaban desplazar a los blancos peninsulares (representantes de la Corona en América con los cargos burocráticos de poder político). Pero no todos los criollos estaban con la independencia y  un ejemplo emblemático era la hermana de Bolívar y no todos los criollos eran letrados y se conformaban con romper el vínculo político con España conformándose con la autonomía, pocos de esa élite, se infiere,  tenían clara conciencia de crear una nación.
            El proyecto de constituirse en nación en 1811 no llegó a consolidarse (es más el sistema federal establecido aseguraba las autonomías regionales) ya que los diputados abandonaron las tribunas para defender con las armas sus ideas independentistas, al culminar la guerra el grupo  social de los criollos quedó considerablemente maltrecho y disminuido dando paso a nuevos actores, hecho que convirtió la política nacional como la más igualitaria de toda América. En el siglo XIX se consolidaron lo nacional y lo soberano que fue el  “… resultado de la fusión del patriotismo con la conciencia propia de la nacionalidad…” (Hayes, 1966; p.2). Tarea que fue titánica (aun en los últimos años se critica su posición) porque no había patria y menos aún una conciencia de nacionalidad en la mayoría de la población donde  solo existía el discurso de la élite. Más aun cuando en 1813 Bolívar comenzó a llamarnos colombianos. El ejército que se enfrentó a los monárquicos en el Campo de Carabobo (1821) era el ejército  Colombiano dirigido por Bolívar Presidente de Colombia, la patria era Colombia.
            Como es sabido, al iniciarse la confrontación bélica (en la práctica una guerra civil. Había más nativos de estas tierras luchando a favor de los monarcas en la Batalla de Carabobo que en las filas colombianas). Atrás  quedaba el Acta de la Independencia: “Declaramos solemnemente  al mundo que sus provincias unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho Estados libres, soberanos e independientes y que están  absueltos de toda sumisión y dependencia de la corona de España”. (Bolívar –Documentario-, 1983). La idea era que las provincias se unieran para separarse de España aquellos hombres no pensaron en unirse a un antiguo virreinato. Solo Miranda pensaba unir a toda Hispanoamérica (colombeia) y conformar el Incanato (especie de monarquía) y Bolívar logro la unión colombina. Los primeros constituyentes, dejaron establecido su concepto de Estado, en la proclama dirigida a los habitantes de Caracas:

En efecto, Estado independiente y soberano es aquel que no está sometido a otro: que tiene su gobierno, que dicta sus leyes, que establece sus magistrados y que no obedece sino los mandatos de las autoridades públicas constituidas por él según la constitución y reglas que se dan para sus existencia política. (Bolívar –Documentario-, 1983).


Los artífices de la idea de nación constituida en Estado soberano son civiles para ese momento histórico contándose entre ellos Cristóbal Mendoza y Germán Roscio. Pero cuando se busca los antecedentes inmediatos o directos del concepto o la idea de nación y Estado en los primeros constituyentes se encuentran  “a partir de la Revolución Francesa cuando comenzó a utilizarse el concepto de nación como aludiendo  a un cuerpo democrático de individuos, unidos por la posesión de derechos comunes y con una organización de poder político fundamentada en el consenso” (Vargas y Sanoja,1989; p.09) y “tuvo en su origen un sentido completamente universalista” (Habermas.1989;p.117). Recuérdese que la Revolución Francesa fue la primera revolución burguesa, es decir, una élite social económicamente poderosa llamada burguesía que acabó con la monarquía francesa.
            Pero para llegar al concepto práctico y sobre todo jurídico, fue necesario la existencia de unas condiciones previas o condiciones objetivas, en tal sentido se tiene que: “… el desarrollo del concepto de nación y la estructura estatal son procesos inducidos que se dan sobre la base de condiciones socio-históricas producidas por las sociedades aborígenes y la sociedad europea que se convierte en el polo dominador del proceso” (Sanoja, 1987; p.265). Lo que sería posteriormente la nación venezolana está  fundamentado en un sincretismo total (cultural, étnico, político, social, económico imbricados en un objetivo común) representado por los  aborígenes, los invasores españoles, los secuestrados africanos y posteriormente en el siglo XX con la inmigración europea dará origen a lo que hoy días es el gentilicio de ser venezolanos.
            En la colonia tardía, los descendientes de los primeros conquistadores que convirtieron en polo dominador del espacio (geográfico y humano) los ya mencionados criollos, aseguraron su dominación con:

El establecimiento de nuevas formas de gobiernos y marcos jurídicos propios que integren las diferentes áreas del territorio a través de la institucionalización de sus relaciones, ha sido el instrumento idóneo para asegurar los intereses  de esta clase, apoyada en otros elementos integrados de carácter  ideológico: la definición y fortalecimiento  de una conciencia nacional según la cual los intereses  y objetivos de la formación social en su conjunto se definen de acuerdo con el marco referencial de la clase dominante.  (Cendes, 1986; p.101).


            Como ya se expresó anteriormente, esta primogénita  república federal proclamada en  1811 cuya existencia sólo fue de siete meses debido a la reacción monárquica y sellada con la capitulación de Miranda (hecho preso y entregado a los españoles de manos de Simón Bolívar, Miguel Peña y Manuel María de la Casas). El próximo congreso se reunirá en Angostura (hoy Ciudad Bolívar) bajo el manto de Bolívar, en donde a partir de allí  no se hablará de una Confederación Americana de Venezuela, sino de un Estado Centralista y la semilla de la unión colombiana, ratificada en el Congreso de Cúcuta de 1821. Muchos vieron esa unión como una necesidad táctica de la guerra, la República de Colombia estuvo más en el papel y en el  pensamiento de Bolívar que en la conciencia de la población y de la élite criolla.  La élite esperará las condiciones favorables para ejecutar sus planes de separación: “el movimiento que da el traste con Colombia es política e ideológicamente abigarrado, y se caracteriza por la ausencia de participación popular”. (Carrera, 1983; pp 72-73).
            Será necesario investigar la posición de José Antonio Páez en el proceso de separación de la República de Colombia. Hasta qué punto  Páez fue manipulado por la élite de los criollos en general y la valencianidad (que aspiraba la capitalidad) más aun cuando él no pertenecía  a ese estamento, había llegado al máximo grado militar con esfuerzo propio. Lo que está demostrado históricamente es que José Antonio Páez:

… asumió la nación, mientras Simón Bolívar hizo suya la emancipación. Al luchar por ésta, Simón Bolívar suponía que ella advendría al reino de la razón y la moral; al asumir la nación, José Antonio Páez permaneció en el ámbito de su razón y de su moral. Por eso, mientras Simón Bolívar fue el hombre del siglo XVIII, José Antonio Páez lo fue del siglo XIX (…), los papeles históricos que están asignados de esta manera: Simón Bolívar fue el creador de la independencia, José Antonio Páez el de la Nacionalidad. (Castro L, 1985; pp. 11-12)


CONCLUSIONES.
La nación presupone, como concepto, un cierto grado de integración socioeconómica del territorio y una estructura valórico-normativa que obra como mecanismo de identidad, amén de su expresión jurídico-político, el Estado, que somete al ámbito geo-social a su autoridad. Todo esto para el   tiempo de 1830 es más meta-historia que realidad venezolana al igual que los países  hispano-americanos, no cuenta con los elementos constitutivos.
            La “conciencia nacional”, por ejemplo, sería una “conciencia estamental” (solo de sectores socio-económicos) que fue una experiencia ciudadana común. Aun cuando la lucha anticolonial contribuyó a generar amplios sentimientos nacionales, los intentos de creación de un orden político oligárquico (de participación restringida) obstaculizaron,  en poca medida, la transferencia de las lealtades políticas de los sectores populares hacia los nuevos centros de autoridad, a las formas de un nuevo Estado. Eran lealtades que antes fueron otorgadas al poder monárquico colonial, se desplazaron hacia los caudillos quienes, por las condiciones que impuso la atomización social, se formaron  las organizaciones en función de sus intereses y/o los intereses regionales y locales. Se entenderá entonces, que esos autonomismos se fusionaron con las luchas caudillistas y resistirán el sometimiento a la jurisdicción de las nuevas estructuras políticas en formación. A pesar de ello la  Constitución de 1830, donde nace Venezuela y la nacionalidad venezolana, será la Constitución de más larga duración en el siglo XIX, de 1830 hasta 1857; es decir veintisiete  años, solo superada por la Constitución de 1961 que perduró por treinta y ocho años.
REFERENCIAS.
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